Ejemplos con servidumbre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Don Restituto Neira, señor caritativo y dadivoso, y su santa esposa, doña Basilisa, los cuales, como usted no ignora, nos han cedido el último piso de su palacio para residencia, desean también que usted haga el calzado para la servidumbre.
Mi familia paterna, de padres a hijos, desde hace ya dos o tres siglos, vivía a la sombra de la casa de Valdedulla, cumpliendo más que en menesteres de servidumbre en empleos de confianza.
Digo, pues, que nos alojó en su casa como huéspedes, pero no comíamos en su mesa, ni tampoco con la servidumbre, que era numerosa, nos servían aparte.
Vivían rodeados de servidumbre, compuesta toda de varones y vestida también de negro.
La duquesa tiró de un cordón de la campanilla y movilizó la servidumbre.
Dormía yo también en la finca, pero elegí una estancia holgada y desnuda, como celda, de luz permanente y plateada, mirando al Norte, al extremo de la casona, y más allá de los dormitorios de la servidumbre, por evitar maledicencias.
El español tiene la piel tan recia, las entrañas tan enjutas y los sentidos tan mansuetos, que es ya asceta innato y por predestinación, ninguna aspereza le mortifica y apenas si hay placer sensual que apetezca, como no sea el genésico, y ése en su forma más simple y plena, el cual así considerado, aunque el vulgo ibérico lo denomine amor, y hasta el gran Lope de Vega escribió que no hay otro amor que éste que por voluntad de natura se sacia con el ayuntamiento de los que se desean, no es sino instinto y servidumbre, común a hombres y bestias, con que cumplimos en la propagación de la especie, en tanto el hombre, en sus placeres exclusivos, selecciona por discernimiento, que no por instinto, el objeto o propósito hacia donde se encamina, y perfecciona por educación los medios de alcanzarlo y el arte de gustarlo.
Un día, la muchacha se presentó en palacio, y la servidumbre, viéndola con tales lujos, la dejó paso franco, creyendo que era una señora de Madrid.
La última vez que una comisión de éstos fue a palacio, la servidumbre tembló.
El hambre entraba hasta en el palacio real, y Carlos II, señor de España y de las Indias, no podía algunos días dar de comer a la servidumbre.
No en balde se viven tres siglos de servidumbre eclesiástica.
Todas las mujeres de las Claverías querían vengarse de su antigua servidumbre, puestas ya en la pendiente del desacato.
¡Pobre viejo! En cuanto volvió la espalda, escapóse ella con Jacobo por la escalera de la servidumbre, y en el coche de este habíanse venido los dos solos, juntitos, como si fuesen un matrimonio.
El enano huyó también dando gritos, y a poco la servidumbre entera del palacio corría por todas partes azorada, abriendo y cerrando puertas, e infundiendo la alarma por todo el vecindario.
Era el palacio de Villamelón uno de esos antiguos caserones, ya raros en Madrid, con anchas galerías, espaciosas salas y cómodos departamentos, rodeados por todas partes de pasillos y escaleras excusadas para el uso de la servidumbre.
Apeóse entonces en las mismas caballerizas, y por una escalera reservada para el uso de la servidumbre llegó a sus habitaciones sin ser vista de nadie.
Además, doña Luz se consideraba muy pobre para su clase, y no quería ser gravosa, ni vivir a expensas de otros y en una especie de dependencia próxima a la servidumbre.
Tal era la servidumbre doméstica, por decirlo así.
Los dos eran seres débiles, pacientes, sin voluntad: acostumbrada ella a la obediencia de la servidumbre, supeditado él por la adoración a su madre.
El dependiente había entablado amistad con Micaela, una criatura insignificante que pasaba por el mundo como un fantasma, anulada la voluntad, lamentándose de no vivir, como en su juventud, en la servidumbre doméstica.
Toda la servidumbre de la casa se plantó a estilo de coro de zarzuela ante el sillón de la señora.
Podríais seguir con los mismos palacios, con los mismos trenes, con la misma servidumbre, con la misma mesa y con la misma cama que tenéis hoy.
Su posición junto a tan noble familia era entre amistad y servidumbre, pues si Barbarita le sentaba a su mesa muchos días, los más del año empleábale en recados y comisiones que él sabía desempeñar con exactitud suma.
Los partícipes iban llegando a la casa atraídos por el olor de la noticia, que se extendió rápidamente, y la cocinera, las pinchas y otras personas de la servidumbre se atrevían a quebrantar la etiqueta, llegándose a la puerta del comedor y asomando sus caras regocijadas para oír cantar al señor la cifra de aquellos dineros que les caían.
La servidumbre es necesaria, y llegaría un día seguramente en que no se podrían pasar sin una niñera.
Gobernábala una tal doña Paca, gallega, que tuvo casa de huéspedes distinguidos y recomendados, en la cual vivió Feijoo mucho tiempo, y completaban la servidumbre una cocinera bastante buena y un criado muy callado y ya algo viejo, que había sido asistente de su amo.
El suyo era de esos que hacen de la servidumbre una profesión inteligente, y se adelantan a los más insignificantes deseos de sus amos para satisfacerlos.
El origen de esto habrá que buscarlo quizá en ternuras domésticas o en hábitos de servidumbre que trascienden sin saber cómo a la vida social.
¡Y al fin, por todas partes la tiranía, el privilegio, el feudalismo! Porque, vamos a ver, ¿qué es esto sino reproducir los ominosos tiempos de la gleba y las iniquidades de la servidumbre? Que yo necesito tu hija, ¡zas!, pues contra tu voluntad te la cojo.
Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas, y allí nos entretuviésemos en ejercicios más suaves, como si dijésemos, cazando o pescando, que, ¿qué escudero hay tan pobre en el mundo, a quien le falte un rocín, y un par de galgos, y una caña de pescar, con que entretenerse en su aldea?.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba