Ejemplos con sellos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estas bandas y artistas underground comienzan a ser tratadas con el mismo respeto e interés que se les brindaba a quienes pertenecían a los sellos discográficos formales.
Están los nombres en el cosmoses decir, en el diccionariocomo aves en jaula, o como vivos narcotizados y escondidos en sepulcros con siete sellos.
Me olvidaba de que esto es también estanco donde se venden los sellos de franqueo.
Es decir: cuando la humanidad, tras de haber imaginado penetrar el sentido de la vida y la muerte y tener asido el orbe entre las manos, como un niño una pelota, volvió sobre sí y, con maravilla y espanto, descubrió que todo había sido ensueño e ilusión, que la vida no tiene sentido ni el orbe consiente que se le abarque, en aquel trance lastimoso, que fué algo así como una almoneda en donde se desbarató el hogar y menaje de los dioses, algunos individuos remataron a bajo precio tales y cuáles trastos de la almoneda, que, aunque apolillados y claudicantes, todavía duran y se utilizan, y otros individuos, muy contados, más propensos a la desesperanza y al tedio, volviéronse de espaldas al cielo, ya vacío y desalquilado, humillaron los ojos hacia el suelo, y aplicáronse a reunir por semejas hechos minúsculos, no de otra suerte que un desocupado, por pasatiempo o ansia de olvido, se emplea en coleccionar objetos inservibles, y así se fué formando cada una de las ciencias particulares: que no es otra cosa una ciencia sino colección, jamás completa, de sellos usados o cencerros de vaca.
Belarmino hallaba una manera de placer místico, un a modo de comunicación directa con lo absoluto e íntima percepción de la esencia de las cosas cuando rompía los sellos sepulcrales para que se alzasen los vivos enterrados, y abría las jaulas para que las aves saliesen volando.
Los siete sellos del libro del misterio eran rotos por el cordero en presencia del gran trono donde estaba sentado alguien que parecía de jaspe.
Ulises hacía saltar los sellos y examinaba el papel, entendiendo con facilidad su lenguaje convencional, escrito con arreglo a una cifra común.
Nada quedó sobre la tierra griega como rastro de su dominación: edificios, sellos o monedas.
Y se puso a repasar el índice, porque estaba el libro dividido en varias partes: sellos reales, nacionales, particulares y misceláneas.
El encuentro de aquel hombre en aquellas circunstancias habíale inspirado un terror muy parecido al que sintió meses antes, al ver vacíos en el álbum del tío Frasquito los huecos ocupados en otro tiempo por los tres sellos.
Alborotóse el tío Frasquito, juzgando que le salían los tres sellos harto caros, y vencido al fin por las razones, vaticinios y amenazas de Jacobo, aprontó el dinero que le estafaban y despidió al compadre haciendo pucheros.
El tío Frasquito comenzó a hacer sobrehumanos esfuerzos para coordinar sus recuerdos Seguro, segurísimo estaba de que quince días antes estaban allí los tres sellos, habíale enseñado despacio todo el álbum a otro amateur, el barón de Buenos Aires, y no notó hueco alguno A los pocos días vino un individuo desconocido, recomendado por su camisero, que quería venderle con mucho empeño tres ejemplares curiosos: entonces hojeó otra vez el álbum Después no le había tocado.
En tercer lugar, irse con pies de plomo, siguiendo la pista Así es, que vamos a cuentas ¿Quién sospechas tú que haya podido robar esos sellos?.
Si yo no te he encubierrto, si tomé los sellos porrque tú me los diste.
¡Ay, ay, ay, Santa Marría, qué berrenjenal! Porr supuesto, Jacobito, que tú te acordarrás muy bien de que yo no querría tornarr los sellos.
Asustado el tío Frasquito al notar la emoción de Jacobo, no acertaba a decir palabra, temiéndose algo gordo, y comenzó a buscar precipitadamente entre los sellos reales, murmurando aturdido:.
Los sellos habían desaparecido, y notábanse sobre la fina vitela las asperezas de la goma con que habían estado sujetos.
Las numerosas casillas de la hoja aparecían cubiertas de sellos, excepto dos de ellas que estaban en blanco, en ambas decía arriba: , y abajo:.
¿Y te acuerdas de unos sellos de lacre, dos verdes y uno rojo, que te regalé aquella noche?.
Y mientras se calzaba las pantuflas y se envolvía en una bata de abrigo muy bien enguatada, iba discurriendo que el modo seguro de averiguar de cierto lo que sobre el particular hubiera, era preguntar al tío Frasquito lo que había hecho de aquellos tres sellos que en el le había regalado.
El tío Frasquito no se hizo repetir la invitación: envolvió los sellos con gran cuidado en el papel en que se hallaban puestos y guardóselos prontamente en el bolsillo, como si temiese que Jacobo revocase la dádiva.
! Una vez entregados los sellos, imposible era colocarlos en su lugar y devolver los papeles, conservando copia de ellos, como había sido su primera idea, y hacíase preciso correr los riesgos de aquel audaz atentado, sin que hubiese ya lugar al arrepentimiento.
Embarazado Jacobo al ver en manos del tío Frasquito aquella prueba flagrante de su atentado, no contestaba, y el viejo, volviendo y revolviendo en todas direcciones los dos sellos verdes, preguntaba sin cesar:.
El tío Frasquito coleccionaba sellos diplomáticos, según ya dijimos, y tenía un álbum de curiosos ejemplares que compraba a precios muy subidos.
Este, sosegado ya y tranquilo, hallábase arrellanado en la poltrona, al calor del fuego, cuando entró Jacobo, examinaba atentamente, con aire de aficionado, los tres sellos de lacre arrancados a los cartapacios por el masón traidor y olvidados en su azoramiento encima de la mesa.
Mirólos Jacobo por todos lados, sin muestra alguna de sorpresa, y con la misma habilidad y ligereza de antes, arrancó también los sellos de ambos: el primero contenía un gran pliego, escrito de letra menuda, marcados sus párrafos con números romanos en forma de artículos, y anotados varios de ellos al margen, por la misma letra gorda de la carta y el sobrescrito.
Coleccionaba sellos diplomáticos, bordaba en tapicería, tocaba desastrosamente la flauta y pronunciaba las de esa manera gutural y arrastrada, propia de los parisienses, que imitan en España algunos afrancesados elegantes, y es defecto natural en otros muchos, para quienes se inventó aquello de: El perro de San Roque no tiene rabo, porque Ramón Ramírez se lo ha robado.
El corazón y la mente de doña Luz eran para el pobre cura el libro de los siete sellos.
Muéstranse merecedores de cuantas lindezas les dice el mote, prodigan en todas partes la heráldica presea, en edificios, sellos, telones, marcas de tabacos y botellas de cerveza, repiten la empresa en inscripciones castellanas y latinas, en discursos, en documentos oficiales, en periódicos,que también tiene periódicos Villaverdey hasta en los sermones sale a relucir el famoso lema, concedido a mi querida ciudad natal por la Muy Católica Majestad del Rey Don Felipe IV.
Los sellos de correo se venden, las cajas de cerillas también ¿Con qué creen ustedes que he comprado yo el gran lavabo que tenemos en el asilo? Pues juntando cabos de vela y vendiéndolos al peso.

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