Ejemplos con señoriles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todos sus movimientos, todos sus ademanes, eran tan serenos, tan suaves y reposados, que placía en extremo contemplarla y figurarse que aquellas innatas maneras señoriles respondían a un alto destino, tal vez a un elevado origen.
La escolta de la novia, mucho más numerosa, parecía poblado hormiguero: viejas y mozas llevaban el sacramental traje de negra lana, que viene a ser como uniforme de ceremonia para la mujer de clase inferior, no exenta, sin embargo, de ribetes señoriles: que el pueblo conserva aun el privilegio de vestirse de alegres colores en las circunstancias regocijadas y festivas.
Destináronme a la Secretaría particular del Subsecretario, don José de Carvajal, a quien muchos de los que me leen habrán seguramente conocido, hombre de gallarda y noble presencia, hermosa cabeza, perfil semítico, luenga barba espesa, ademanes señoriles y trato muy afable.
Su edad es de veintiséis años, su presencia gallardísima, su rostro hermoso, espejo de un alma noble, sus acciones señoriles, su lenguaje comedido y muy galán.
Era por aquel tiempo el marqués, sin ser derrochador, bastante libertino, pero no con aquel aristocrático libertinaje de los Lauzun y los Frousac, señoriles hasta en sus vicios, caballerescos hasta en la infamia, que sacudían de sí todo lo vulgar y grosero, con la misma elegante pulcritud con que sacudían el polvillo del perfumado tabaco de sus chorreras de encaje.
-No crea usted, amigo mío, que me he vestido estos atalajes señoriles para que se vea que los tengo.
Se decía que sus cabellos eran negros como la endrina, que los ojos brillaban como dos soles, que tenía manos muy bellas y señoriles, y que la palidez mate de su terso y blanco rostro estaba suavemente mitigada por el sonrosado y vago matiz que arrebolaba sus frescas mejillas.
Al Debe y al Haber tornaba, al silabeo machacón de sus discípulos, a los corretajes y comisiones, por cuya obra se hacía más apetitosa la grasa del familiar puchero, más señoriles los trajes de las hermanitas, más completa la educación de los chicuelos y más serena la vejez de la viuda.
Era alto, sus movimientos señoriles.
Estas las preguntas que cruzaban de labio á labio en el casino, en los cafés, en las tertulias señoriles, en las reuniones tabernarias, en las casas de los pobres y de los ricos.
-En el mismo tono de amable socarronería seguimos departiendo largo rato, y a media tarde, adecentándome un poco sin llegar a ponerme los atavíos señoriles, nos fuimos a la calle.
Destináronme a la Secretaría particular del Subsecretario, don José de Carvajal, a quien muchos de los que me leen habrán seguramente conocido, hombre de gallarda y noble presencia, hermosa cabeza, perfil semítico, luenga barba espesa, ademanes señoriles y trato muy afable.
Desde el busto descendía, marcando la irreprochable línea de las caderas y extendiéndose, al llegar a las rodillas, en anchos pliegues señoriles, que daban a aquella figura una distinción de diosa, el traje de terciopelo azul heráldico.
Aún conserva sobre la portalada, grabadas en granito, las señoriles armas, en que campean cruces, torres, leones y águilas.
También seguían en el mismo ser: pero Respetilla se lo explicaba todo, suponiendo que cada tierra tiene sus usos, y que los de aquélla exigían que los amores, tanto señoriles cuanto lacayunos y fregatricios, caminasen con lentitud, y que, en vez de gastar alas, gastasen pies de plomo.
Las luces parecían cantar también al oscilar con ritmo, brillaban más rojas, los dorados del cura y del baptisterio se hicieron más intensos, más señoriles, los monaguillos, tiesos, solemnes, daban indudable respetabilidad al acto.
Pero tú, tus manías de moral estrecha, hasta tu caserón vetusto con sus aires tradicionales, señoriles, todo eso se me ha metido por el alma.

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