Ejemplos con señorial

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En principio sólo formaba parte del pacto la isla de Gran Canaria, pero las otras islas lo fueron aceptando según crecía el descontento con el régimen señorial establecido inmediatamente tras la conquista.
El edificio es una casa señorial aislada, levantada sobre una planta rectangular, con planta baja más una altura y bajo cubierta, este último espacio con huecos de iluminación en la fachada sur.
El edificio señorial de su época de construcción, constituye, un elemento urbano junto con los otros del Muelle de Churruca, determinante y configurador que ha servido de pauta para el posterior desarrollo urbanístico del Área.
Desde sus inicios responde a un edificio de tipología señorial urbana, de los de mayor volumen y altura de la época y se ubica en la calle más lujosa y comercial de la isla.
Su concepción como vivienda familiar señorial le dotó de un gran espacio, siempre dentro de la perspectiva de la ciudad de Arrecife, que posibilita su utilización colectiva.
El topónimo Casteil viene además de la presencia de este castillo señorial, del cual no quedan más que algunos vestigios cerca de la iglesia Saint-Martin-le-Vieux.
Serna, uso señorial de los más generalizados.
La serna, reserva señorial o terra indominicata, correspondía a aquella extensión de cultivo explotada directamente por el señor.
El palacio de Gastañaga es una construcción señorial de estilo gótico situada en la localidad asturiana de Llanes.
El Palacio de Gastañaga, antigua casa señorial de los Rivero, constituye una de las escasas muestras de arquitectura civil de los siglos XIV y XV en Asturias.
Domme es una ciudad fortificada peculiar, normalmente este tipo de bastidas eran edificadas por decisión real o señorial respondiendo a necesidades militares y en menor medida a económicas.
El ayuntamiento de Palas de Rey cuenta con un amplio patrimonio artístico que refleja el pasado señorial de estas tierras, pues conserva restos de fortalezas, torres, castillos, así como varios pazos y casas blasonadas.
Le veía en su memoria, lo mismo que se lo había imaginado en las ilusiones crédulas de su niñez, mandando a los hombres a su voluntad, pudiendo enviar unos a la horca y perdonando a otros, según su capricho, sentado a la mesa de los monarcas y jugando con ellos a la baraja, igual que podía hacerlo él con un amigo en la taberna de San José, tratándose tú por tú, y cuando no estaba en la corte, era señor absoluto en barcos de hierro de los que escupen humo y cañonazos ¿Y su célebre abuelo don Horacio? Pep le había visto pocas veces, y sin embargo, temblaba aún de respeto al recordar su aspecto señorial, su cara grave, limpia de sonrisas, y el gesto imponente con que acompañaba sus bondades.
Su llegada había asombrado a Pep Arabi, todavía ocupado en relatar a parientes y amigos su estupenda aventura, su inaudito atrevimiento, el reciente viaje a Mallorca con los , la estancia en Palma de unas horas, y su visita al palacio de los Febrer, lugar encantado que guardaba cuanto en el mundo puede existir de señorial y lujoso.
A partir del entresuelo, piso con entrada independiente, que había sido alquilado a un almacenista de drogas, comenzaba a desarrollarse el esplendor señorial de la fachada.
Junto a la portada señorial, tras unas vidrieras, trabajaban planchando ropa blanca algunas muchachas, que saludaron a don Jaime con respetuosa sonrisa.
¡Ah, miseria! Le faltaban las más rudimentarias comodidades en aquella casa de un lujo señorial y vetusto que los ricos modernos no podían improvisar.
Nunca le había parecido tan grande y majestuoso su parque como en este atardecer de verano, nunca tan blancos los cisnes que se deslizaban, dobles por el reflejo, sobre las aguas muertas, nunca tan señorial el edificio, cuya imagen repetía invertida el verde espejo de los fosos.
Los tiempos habían cambiado, don Marcelo era ahora de una generosidad sin límites Pero el bohemio la interrumpió con un gesto señorial: vivía en la abundancia.
En este ambiente de lobreguez señorial, los objetos del pasado se amoldarían con facilidad, sin el grito de protesta que parecían lanzar al ponerse en contacto con las paredes blancas de las habitaciones modernas La histórica morada exigía cuantiosos desembolsos, por algo había cambiado de propietario muchas veces.
Todos los edificios viejos y de aspecto señorial atraían su atención.
Creció su orgullo y aquella languidez señorial, imponente, que hacía morir de envidia y de rabia a las señoras y señoritas de la villa, quienes se vengaban de su desprecio llamándola, en sus horas de murmuración, la princesa del Bacalao.
Todos sentían la dulzura del bienestar, la satisfacción de la vida, en aquel comedor, al que daban, el roble tallado y el cuero obscuro de las paredes, una impresión de suntuosidad discreta y señorial.
El escritorio de su primo estaba en un caserón antiguo y señorial, todo de piedra obscura, con balcones de hierro retorcido y pomos dorados, y un gran escudo de armas que ocupaba gran parte de la pared entre el primero y segundo piso.
Y la vajilla de plata, que daba al comedor un aire tan señorial, los grandes candelabros del salón, no habían salido de casa para blanquearlos el platero, donde estaban era naciendo compañía a las joyas.
Los lobos del escudo de armas no se han amansado, el pino no echa renuevos, las mismas ondas simétricas de agua petrificada bañan los estribos de la puente señorial.
No hay en toda ella, ni en cuatro leguas a la redonda, una sola casa señorial, en otro tiempo, en épocas feudales, se alzó, fundado en peñasco vivo, un castillo roquero, hoy ruina comida por la hiedra y habitada por murciélagos y lagartos.
El capellán bajó la escalera de caracol con ánimo de decir su misa, que a causa del mal estado de la capilla señorial acostumbraba celebrar en la parroquia.
Era la señorial mansión de Limioso, un tiempo castillo roquero, nido de azor colgado en la escarpada umbría del montecillo solitario, tras del cual, en el horizonte, se alzaba la cúspide majestuosa del inaccesible Pico Leiro.
Rodrigo Venegas, que se jactaba de proceder de aquel Reduan del mismo apellido, príncipe moro con vetas de cristiano, cuyo nacimiento se debió, segun ya sabreis, al dramático enlace de un vástago de la casa señorial de Luque con la hermosísima Princesa Cetimerien, descendiente del Profeta Mahoma.

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