Ejemplos con señas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Antes de morirse, llamó por señas a la duquesa, y ya con lengua moribunda, dijo:.
El Aligator, triunfante, hacía guiños y visajes, preguntando por señas a los otros qué les había parecido la experiencia.
Dióle las señas de éste como pudo, y los expedicionarios tuvieron que desandar parte de lo andado, trepar por un escarpado, y subir a la meseta de una montaña, donde hallaron al Mayorazgo presidiendo la roturación de un gran terreno que acababa de adquirir en aquellas alturas.
¡Pregunte usted en Madrid o en Barcelona por un Juan Pérez, sin más señas! El asunto es engatusar a este bodoque.
Pidió por señas un vaso de agua, y mientras se le traían, se limpió la boca con el pañuelo, tosió e hizo cuanto es de rigor en casos de angustia semejante.
Que si papá tiene algo, me lo avise usted, usted ¿verdad? Yo le enviaré a usted las señas de todas partes donde nos detengamos.
Artegui puso fin al ataque pagando los juegos elegidos y dando las señas del hotel para que se enviasen.
Recorriéndolo, fijaba Lucía la vista en la fachada correspondiente a la casa de Artegui, de una de cuyas ventanas salía una mano pálida que le hacía señas.
Y la mano hacía señas impacientes y furiosas, semejante a diestra de epiléptico que se agita en el aire: sus cinco dedos eran aspas incesantes en girar, y Lucía, desalentada, jadeante, iba a escape, y a cada plátano sucedía otro, y la casa lejos lejos ¡Necia de mi! exclamaba al fin, ya que corriendo no llego nunca volaré.
Iba a amanecer, y la indecisa luz de la madrugada alumbraba aquel cuadro de muerte, cuando de súbito se apareció en lo alto de una pequeña colina cercana un sacerdote, vestido de negro, que hacía señas y que se acercaba al grupo apresuradamente.
Dos cartelones de oro viejo, con letras góticas adosadas a las pilastras, anunciaban que estaba excomulgado quien hablase en alta voz o hiciese señas en el templo.
La vivificante sangre de la huerta iba lejos, para otros campos cuyos dueños no tenían la desgracia de ser odiados, y su pobre trigo allí, arrugándose, languideciendo, agitando su cabellera verde, como si hiciera señas al agua para que se aproximara y le acariciase con un fresco beso.
En la puerta de una escalerilla le hacía señas una buena moza, despechugada, fea, sin otro encanto que el de una juventud próxima a desaparecer, los ojos húmedos, el moño torcido, y en las mejillas manchas del colorete de la noche anterior: una caricatura, un payaso del vicio.
Le temblaban las piernas, pasaban tenues nubecillas ante sus ojos y veía confusamente a los dueños de las tiendas, que le seguían con un gesto de compasión o le llamaban con amistosas señas.
Al ver que Andresito les miraba, hiciéronle amistosas señas como si le conociesen de toda su vida.
Tratamos tú por tú a los poetas aplaudidos,—semidioses, por más señas, para los aficionados de lugar.
Yo fui Metz, que cayó demasiado pronto, y ella es Belfort, que se defiende, pero al fin cae también ¡Ah!, las señas son mortales.
¿Quieres más señas? Cuando Aurora sale de su obrador, él la espera en la calle de Santo Tomás y van juntos hacia el Ave-María.
Andaba la viuda de Fenelón a buen paso, sin mirar para ninguna parte, y llevaba en la mano un paquete, alguna obra tal vez para trabajar en su casa el día siguiente, que era domingo, y domingo de Ramos por más señas.
A poco entró preguntando por su marido, y pudo observar el joven que Ballester le hizo señas, llamándole la atención sobre la presencia de Maxi, pues la señora empezó diciendo: ¿Ha ido otra vez a la Cava?.
Le hace señas para que baje Sí, ahora va a bajar.
La credencial estaba allí, y no me la habían mandado por no saber mis señas Lo repito, convido a todo Cristo a lo que quieran y convido a las de Torquemada, a Ballester a doña Casta y sus simpáticas hijas.
Por la noche fue Guillermina, y Jacinta, que conservaba la mugrienta tarjeta con las señas de Ido, se la dio a su amiga para que en sus excursiones le socorriese.
Su mirada infundió tanto terror a Jacinta, que dijo por señas a su marido que le dejara salir.
Juan la hacía rabiar, descomponiéndole la casa de muñecas, ¡anda!, y Jacinta se vengaba arrojando en su barreño de agua los caballos de Juan para que se ahogaran ¡anda! Por un rey mago, negro por más señas, hubo unos dramas que acabaron en leña por partida doble, es decir, que Barbarita azotaba alternadamente uno y otro par de nalgas como el que toca los timbales, y todo porque Jacinta le había cortado la cola al camello del rey negro, cola de cerda, no vayan a creer Envidiosa.
Como acabó de comer, les hizo de señas que le siguiesen, como lo hicieron, y él los llevó a un verde pradecillo que a la vuelta de una peña poco desviada de allí estaba.
Toma bien las señas, que yo procuraré no apartarme destos contornos dijo don Quijote, y aun tendré cuidado de subirme por estos más altos riscos, por ver si te descubro cuando vuelvas.
Y luego, sin aguardar respuesta mía, se quitó de la ventana, aunque primero vio cómo yo tomé la carta y el pañuelo, y, por señas, le dije que haría lo que me mandaba.
Suspendióles la blancura y belleza de los pies, pareciéndoles que no estaban hechos a pisar terrones, ni a andar tras el arado y los bueyes, como mostraba el hábito de su dueño, y así, viendo que no habían sido sentidos, el cura, que iba delante, hizo señas a los otros dos que se agazapasen o escondiesen detrás de unos pedazos de peña que allí había, y así lo hicieron todos, mirando con atención lo que el mozo hacía, el cual traía puesto un capotillo pardo de dos haldas, muy ceñido al cuerpo con una toalla blanca.
Estando, pues, en la ciudad, sin saber qué hacerme, pues a don Fernando no hallaba, llegó a mis oídos un público pregón, donde se prometía grande hallazgo a quien me hallase, dando las señas de la edad y del mesmo traje que traía, y oí decir que se decía que me había sacado de casa de mis padres el mozo que conmigo vino, cosa que me llegó al alma, por ver cuán de caída andaba mi crédito, pues no bastaba perderle con mi venida, sino añadir el con quién, siendo subjeto tan bajo y tan indigno de mis buenos pensamientos.

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