Ejemplos con satén

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Vestía de satén rosa con el saco de cola adornado de abalorios y con el sombrero saturado de lentejuelas.
Al igual que en las entregas anteriores, en la Tigresa también aparece una escena lésbica entre dos subalternas del gulag, es más explícita que las anteriores, pero las protagonistas realizan un papel mucho menor que las viudas negras o Terciopelo y Satén.
Hay también ganchos de ropa forrados con materiales finos, tales como satén, para las ropas costosas, la ropa interior y los vestidos de lujo.
El templo tiene una importante colección de téxtiles de los siglos XVIII, XIX y XX, compuesta por interesantes bordados en diversos soportes como son el tisú, el satén, la seda o el terciopelo.
El satén rojo, Vestido de lentejuelas, diseñado por Freddy Wittop, que usó Channing durante su actuación de Hello, Dolly! Fue donado al Smithsonian por Channing y el productor teatral Manny Kladitis, siguiendo con el decimotercer aniversario del tour musical Hello, Dolly!.
El mismo Frois informaba de que Nobunaga sentía gran predilección por los artículos occidentales, y que tenía de doce a quince arcones repletos de capas y cabayas escarlatas, bonetillos de velludo con plumas y medallones de Nuestra Señora de Gracia, muchas piezas de satén bermejo, cordobán, relojes de arena y sol, velas y cirios, mantos y farfalaes de pieles, cristalería, tejidos de damasco y muchas otras cosas que no puedo recordar.
A menudo dejaba que ésta durmiera en una almohada de satén junto a ella.
Minogue aparece en un vestido de satén azul y estrena una nueva canción, Flower, junto con una versión de la balada I Believe In You.
Pintó repetidamente la falta de satén que Ter Borch puso de moda, y a menudo rivalizó con él en la representación fiel de los tejidos ricos y coloridos.
El manto, llevado sólo por los Caballeros Grandes Comandantes, estaba hecho de satén azul oscuro ribeteado con seda blanca.
El manto, portado sólo por los Caballeros Grandes Comandantes, estaba fabricado con satén azul claro ribeteado con seda blanca.
Viste una chaqueta y unos pantalones negros, con un chaleco marrón en satén sobre una camisa blanca cuyo cuello supera, y de un corbata del mismo color.
Fue que hablaron ellos sin verme, cuando yo estaba en el gabinete de mamá, detrás de aquel biombo, ¿sabes? buscando un pedazo de satén que guardé hace días en el arca que fue de doña María Tirgo.
Hallábase Jacinta en un sitio que era su casa y no era su casa Todo estaba forrado de un satén blanco con flores que el día anterior había visto ella y Barbarita en casa de Sobrino Estaba sentada en un y por las rodillas se le subía un muchacho lindísimo, que primero le cogía la cara, después le metía la mano en el pecho.
Vestía un traje muy rico de satén, de encaje y de seda, todo blanco.
Vestía el esbelto chico su mejor ropa, luciendo en cada bolsillo de su finísima chaqueta un pañuelo de seda, cuyos picos caían por fuera, como a la casualidad, pero en rigor con mucho estudio, calzaba ajustados zapatos de becerro en blanco con trencillas verdes, medio cubiertos por la ancha y graciosa campana de un pantalón de satén color de caramelo, prendía con dos gemelos de oro el ancho y almidonado cuello de su camisa de batista, de bordada pechera, ocultando la mitad de los primores de ésta entre las solapas de un chaleco de terciopelo azul con bandas carmesí, y cubría su cabeza con un sombrero de copa, bajo cuyas alas asomaban sobre las sienes dos grandes rizos de pelo negro y lustroso.
El satén que cubría su garganta se elevaba y descendía con gran rapidez.
En una alcoba a medio cerrar por unas cortinas de seda había una cama ornada y cubierta de satén carmesí.
Mientras ella se alejaba, un suave golpe de viento hizo levantar los bajos de su hermoso y largo vestido de satén, dejando ver un instante, que era toda una promesa, un zapatito de terciopelo blanco y algunas pulgadas de sus medias de seda color rosa.
Con la otra mano se recogía los pliegues de la falda para no pisarlos, al bajar con su lindo pie, que yo no podía menos de admirar, y por eso recuerdo que iba encerrado en estrecha bota de satén de color de ceniza, como su vestido.
-Ahora, la bolsita de satén blanco, donde están bordadas en perlas sus iniciales.
Es cierto que su tocado de cazadora le iba de maravilla, tenía un sombrero de fieltro con plumas azules, un corpiño de terciopelo gris perla unido con broches de diamantes, y una falda de satén azul toda bordada de plata.
¿Queréis que os diga cómo estabais vestida la primera vez que os vi? ¿Queréis que detalle cada uno de los adornos de vuestro tocado? Mirad, aún lo veo, estabais sentada en un cojín cuadrado, a la moda de España, teníais un vestido de satén verde con brocados de oro y de plata, las mangas colgantes y anudadas sobre vuestros hellos brazos, sobre esos brazos admirables, con gruesos diamantes, teníais una gorguera cerrada, un pequeño bonete sobre vuestra cabeza del color de vuestro vestido, y sobre ese bonete una pluma de garza.
Buckingham permaneció un instante deslumbrado, jamás Ana de Austria le había parecido tan bella en medio de los bailes, de las fiestas, de los carruseles como le pareció en aquel momento, vestida con un simple vestido de satén blanco y acompañada de doña Estefanía, la única de sus mujeres españolas que no había sido expulsada por los celos del rey y por las persecuciones de Richelieu.
trajes de todo lo imaginable, pues la gracia estaba en representar una estación del año, o una hora del día, o una efeméride, o una pasión, o una virtud, o una enfermedad, o el Mississipi, o el cable submarino, de cuatro tijeretadas sobre algunas varas de tul o de satén, entretenimiento que tomaban y suelen tomar por lo serio nuestros hombres de Estado y nuestra prensa grave.
En cuanto a su traje, era el de las mujeres del Epiro, es decir, unos calzones anchos de satén blanco, bordado de flores y que dejaban descubiertos dos pies de niña, que hubiérase creído que eran de mármol de Paros, si no se les hubiera visto mover entre dos pequeñas sandalias de punta retorcida, bordadas de oro y de perlas, una chaqueta con largas rayas azules y blancas, y anchas mangas abiertas con ojales de plata y botones de perlas.
Esta probabilidad se cambió en certidumbre, cuando Franz vio el mismo ramillete, notable por un círculo de camelias blancas, entre las manos de una encantadora colombina, vestida de satén color de rosa.

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