Ejemplos con salomó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otros personajes fundamentales en la Historia de la Implantología son: Santino Surós que diseñó un implante plano intra-óseo, Cosme Salomó que desarrolló un implante endo-óseo de esfera, e Irigoyen y Borrell, con su implante universal en profundidad de acero inoxidable.
Justo, Esteban Jimenez, Augusto Kuhn, Isidro Salomó y Juan Fernández.
Sépase que a fines de Agosto revolvió a Roma con Santiago para conseguir la realización del tantas veces aplazado empréstito de Loarre y San Salomó.
Si encontramos el capitalista que quiera salvarte, pactarás con él lo siguiente: tú le entregas todas las fincas de los estados de Loarre y San Salomó, con facultad de vender las que se determinen y de administrar las restantes.
Guillermo de Aransis, Marqués de Loarre por sucesión directa, Conde de Sámanes y de Perpellá por su parte en la herencia de San Salomó, era un joven de excelentes prendas, corazón bueno, inteligencia viva, prendas ¡ay! que se hallaban en él ahogadas o por lo menos comprimidas debajo del avasallador prurito de elegancia.
San Salomó albergaba en la época de nuestra historia, veintidós señoras que habían llegado a sus tristes puertas impulsadas respectivamente por alguna de aquellas tres causas.
Estaba San Salomó en un extremo de la ciudad, y en el punto más desierto de ella, por donde partía el camino de Guardiola y Peracamps, que a corto trecho se trocaba en intransitable cuesta escarpada cuyas ramificaciones se perdían en las montañas.
Es probable que no reinara dentro de San Salomó la paz más perfecta como acontece en los claustros donde se han relajado todas las reglas y sobre la fraternidad impera el egoísmo, pero también es probable que los solsoneses no supiesen nada de esto, porque entonces los conventos, si habían olvidado muchas cosas, aún sabían guardar a maravilla sus secretos.
Por diversas cosas y motivos era célebre San Salomó, pero aquello en que su fama se elevaba hasta tocar el mismo cuerno de la luna era el arte culinario.
Váyanse noramala cuantas confituras han podido labrar manos de monja en todas las órdenes habidas y por haber, váyanse con mil demonios los platos suculentos e ingeniosos de la cocina extranjera, que nada hay comparable a lo que salió en tiempos felicísimos de los hornos, de las sartenes y de los peroles de San Salomó.
Viejo y enfermo parece que se rejuvenecía al referir los sabrosos regalos que le enviaban en días solemnes, con la particularidad de que las señoras de San Salomó hacían platos nunca ideados por cocinera alguna y que unían a la novedad más asombrosa el gusto más excitante y delicado.
Durante cuarenta años fue sacristán de San Salomó un buen hombre verdaderamente sencillo y piadoso que tenía por nombre José Armengol.
El señor Armengol se murió tranquilo y satisfecho cuando la madre abadesa le prometió que el pequeñuelo sería sacristán de San Salomó.
A los dos meses de hallarse en San Salomó, presenció Pepet un espectáculo que produjo en su alma sensaciones muy hondas y patéticas.
Las madres de San Salomó, que comprendían cuán necesitada de esparcimiento y de solaz es la niñez, permitían a su acólito que fuese todos los días a jugar con los demás chicos del pueblo, los cuales tenían costumbre de congregarse al filo del Mediodía en la ribera del río Negro, por ser este el sitio donde con más libertad se entregaban al goce de sus diabluras y al juego de tropa que era su mayor delicia.
La madre Teodora, que en lo compasiva y generosa ganaba a todas las habitantes de San Salomó, lo mismo que les superaba en gracia y belleza, le dijo un día hallándose con él en el claustro:.
No tenía, pues, San Salomó en tiempo de Pepet Armengol más que un menguado esquilón que servía para dar los toques canónicos, llamar a misa y echar de tiempo en tiempo algún repiqueteo que era objeto de punzantes bromas en todo Solsona.
Dicha calle no era otra cosa que un hueco, foso o pasadizo que quedaba entre San Salomó y el lienzo occidental de la muralla de la ciudad, y los codos que daban nombre a tal vía eran ocasionados por los ángulos estratégicos de la fortificación.
Este convento de San Salomó exige de nosotros la mayor atención.
Tan horribles desmanes no eximían a las santas casas de sufrir expoliaciones y derribos, y San Salomó, que perdiera en aquel horrendo día tantos tesoros, se quedó también sin copón, sin candeleros y sin las arracadas de la Virgen.
«No me queda duda -había dicho en casa de la San Salomó-, de que la ha matado el botarate de su hijo.
La de San Salomó y la de Villa-Bojío conducían como en volandas a Milagros hasta el carruaje.
Lentamente, descansando a cada instante, María pudo referir todo lo que le había pasado desde que la de San Salomó le reveló la infidelidad de León, hasta que perdió el conocimiento.
Antes de predicar, ¿por qué no vuelves los ojos a ti mismo? Si te miraras bien comprenderías que tu existencia y tu fama y tu prestigio desaparecerían como el humo si el marqués de San Salomó fuera un hombre en vez de ser un muñeco.
Pilar quería marcharse pronto a Madrid, mas la detuvo Gustavo, que estaba muy afanoso por decirle no sabemos qué cosas, sólo se puede asegurar que la de San Salomó las oyó con grandísimo anhelo, regalándose mucho con aquel notición estupendo, de riquísimo gusto para su curiosidad y para su malicia.
La de San Salomó, interpretando mal aquel desasosiego, lo atribuyó al escándalo del día, a la situación equívoca y deshonrosa en que estaba Pepa, a la singular instalación de León Roch y su mujer en Suertebella.
ya sé que fueron allá con mil cuentos la de San Salomó y doña Milagros.
Paoletti repitió las versiones de la tertulia de San Salomó.
Si encontramos el capitalista que quiera salvarte, pactarás con él lo siguiente: tú le entregas todas las fincas de los estados de Loarre y San Salomó, con facultad de vender las que se determinen y de administrar las restantes.

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