Ejemplos con sacristán

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El sacristán levantaba los hombros con desprecio.
Era Eusebio, el sacristán de la capilla del Sagrario, el , como se le llamaba entre la gente de la catedral por el traje color celeste que vestía en los días de ceremonia.
Pero el jardinero, para no estar solo en su, gran habitación de las Claverías, se había casado tres años antes con la hija del sacristán y tenía un hijo.
Tomás, el hijo mayor, quedaba encargado del jardín, Esteban, después de largos años de monaguillo y ayudante del sacristán, era silenciario y había agarrado la vara de palo con los siete reales diarios, objeto de todas sus ambiciones.
Le habían hecho oficial, en atención a sus estudios y a las cartas en que le recomendaban algunos prebendados de la Iglesia Primada, lamentando que un mozo de tanto porvenir teológico fuese a exponer su vida como un simple sacristán.
En los tiempos que su padre, abuelo materno de Gabriel, era sacristán de la catedral, ejercía las funciones de monaguillo un chicuelo, sobrino de cierto beneficiado que acabó por costearle la carrera en el Seminario.
Los tribunales eclesiásticos juzgaban hasta al mismo rey, pero la justicia seglar no podía tocarle un pelo de la ropa al último sacristán, aunque cometiese los mayores delitos en la vía pública.
Con frecuencia paseaba por el claustro esperando una ocasión para hablar con Leocadia, la hermosa hija del sacristán de la Virgen.
¡Quién pudiese volver a aquellos tiempos, cuando subía a tu casa con la sotanita roja, en busca de tu padre el sacristán, y te quitaba el almuerzo! ¿Eh, Tomasa?.
¡Y poco que se burlaba el buen sacristán de la seguridad con que hablaba yo de mis pretensiones! Cuando me consagraron obispo, cree, Tomasa, que me acordé mucho de él, sintiendo que hubiese muerto.
No quiero que mis dineros sufran la misma suerte que los del sacristán del adagio.
A la salida del pueblo estaba aguardando el señor vicario con el sacristán y los monaguillos: no era caso de hacerlos esperar.
Los dineros del sacristán cantando se vienen y cantando se van.
Entregado a tales fantasías, no advertí que los devotos se habían ido, hasta que el sacristán pasó cerca de mí, sacudiendo un manojo de llaves.
¡Cuidado, Rorró! ¡Cuidado, amito! ¡No dejes mal puesto el pabellón! Aprende a sentarte bien en la silla, para que no parezcas colegial o sacristán que va diciendo: ¡Para la misa de doce! .
El primero: un pavo vanidoso, engreído con su fama, pagado de su saber, de su crédito y de su dinero, atascado en el pantano de su prosopopeya jurídica, el segundo: larguirucho, cetrino, amojamado, con aspecto de sacristán, célibe por egoismo, alardeando a todas horas de timorato y concienzudo, discreto y medido, paciente y culto.
Un día se presentó en la casa un sastre con facha de sacristán, que era de los que hacen ropa ajustada para toreros, chulos y matachines, pero doña Bárbara no le dejó sacar la cinta de medir, y poco faltó para que el pobre hombre fuera rodando por las escaleras.
Subiendo la escalera, la santa dijo a su sacristán: Entre usted en su casa a esperar a Jacinta que vendrá en seguida.
Te nombro sobrestante de mis obras, administrador de mis colectas y sacristán mayor de mi capilla nueva, cuando esté concluida.
Por una reja de la sacristía que da al patio, asomó la cara del sacristán, y poco después la de D.
El sacristán se había asomado varias veces por la reja de la sacristía que da al vestíbulo diciendo sucesivamente: Todavía no ha venido don León ya está ahí D.
Ya pronto se levantará Plácido para ir a despertar al sacristán de San Ginés.
Y porque el sacristán de San Ginés sea un dormilón, ¿me he de fastidiar yo? Que entre Estupiñá y me dé tertulia.
Como que va a despertar al sacristán de San Ginés, que tiene un sueño muy pesado.
Después, bien embozado en la pañosa, se iba a San Ginés, a donde llegaba algunas veces antes de que el sacristán abriera la puerta.
Si la comida era mala, risas, si el coche que les llevaba a la Cartuja iba danzando en los baches del camino, risas, si el sacristán de las Huelgas les contaba mil papas, diciendo que la señora abadesa se ponía mitra y gobernaba a los curas, risas.
En la misma catedral, cuando les quitaba la vista de encima el sacristán que les enseñaba alguna capilla o preciosidad reservada, los esposos aprovechaban aquel momento para darse besos a escape y a hurtadillas, frente a la santidad de los altares consagrados o detrás de la estatua yacente de un sepulcro.
Mas ya me ha venido a la memoria dónde será bien, y aun más que bien, escribilla: que es en el librillo de memoria que fue de Cardenio, y tú tendrás cuidado de hacerla trasladar en papel, de buena letra, en el primer lugar que hallares, donde haya maestro de escuela de muchachos, o si no, cualquiera sacristán te la trasladará, y no se la des a trasladar a ningún escribano, que hacen letra procesada, que no la entenderá Satanás.
Así fuera respondió Sancho, si no la hubiera yo tomado en la memoria cuando vuestra merced me la leyó, de manera que se la dije a un sacristán, que me la trasladó del entendimiento, tan punto por punto, que dijo que en todos los días de su vida, aunque había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla.
Señor respondió el mozo, yo soy forastero y ha pocos días que estoy en este pueblo, sirviendo a un labrador rico en la labranza del campo, en esa casa frontera viven el cura y el sacristán del lugar, entrambos, o cualquier dellos, sabrá dar a vuestra merced razón desa señora princesa, porque tienen la lista de todos los vecinos del Toboso, aunque para mí tengo que en todo él no vive princesa alguna, muchas señoras, sí, principales, que cada una en su casa puede ser princesa.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba