Ejemplos con sacaste

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mujer:Ese verso que me echastelo sacaste de un pantano,y con otro que me echés,tenés cara de marrano.
¡Quién nos hubiera dicho en el barco que nos veríamos aquí! ¿Te acuerdas del pantalón? ¿Te acuerdas del duro que me sacaste, vasco del moño? Y ya no le vi más.
Dime tú, desventurado: ¿qué sacaste hasta ahora de ser tan tierno amador del dichoso Progreso? Por tu fidelidad a esas paparruchas, por eso que llamas tu consecuencia, ¿qué te dieron más que sofoquinas y malos ratos? El ídolo tuyo, ese Duque y Conde que todo lo podía, ¿hizo algo por ti? ¿Acaso te dio siquiera una almendrita del turrón que repartía entre tanto mequetrefe? Si tu mérito y tu arraigo eran tan manifiestos, ¿por qué no los recompensaron? ¿Has olvidado que en el asunto del Pósito, claro como la luz, estuvieron mareándote con promesas, y que ni aun untando a esos bigardones de las oficinas pudiste lograr que anduviera el carro? El D.
La sacaste de la casa de su tía y os fuisteis los dos a otro nido, en la Concepción Jerónima.
Villavicencio quiso averiguar el cómo y cuándo de la fuga de Inés, y allá le dijeron que la sacaste tú de la casa.
¿Qué pie sacaste cojo, qué costilla quebrada, qué cabeza rota, para que no se te olvide aquella burla? Que, bien apurada la cosa, burla fue y pasatiempo, que, a no entenderlo yo ansí, ya yo hubiera vuelto allá y hubiera hecho en tu venganza más daño que el que hicieron los griegos por la robada Elena.
Y le dijo su madre: ¡Hijo mío, el saco es pequeñito y estaba completamente vacío, y he aquí que sacaste de él todos esos manjares y todos esos platos! ¿Dónde estaba todo eso? El dijo: ¡Oh madre mía! ¡has de saber que este saco me lo dio el moghrabín! ¡Y está encantado! ¡Tiene por servidor un genni que obedece las órdenes que se le dan según tal fórmula! Y le dijo la fórmula.
quichua que sacaste del fondo de un adoratorio, en tu última.
¿Sacaste algo en la lotería? Interrogó con frialdad la mujer desde la cocina.
Y seguramente eres hoy hombre rico, porque allí sacaste muchas pesetas.
-¡Sacaste a la niña! -repite el padre Domingo con ansiedad.
¿De dónde sacaste aquel tipo septentrional más frío que el hielo, compuesto no de pasiones, virtudes, debilidades y prendas diferentes, sino de capítulos de libro y de hojas de Enciclopedia? Observa ahora la verdad palpitante, y no vengas con refunfuños de una moral de cátedra a llamar graves defectos a los que en realidad son tan sólo accidentes humanos, partes y modos de la verdad natural que en todo se manifiesta.
¿De dónde sacaste, infernal criatura, que el escogido entre los escogidos, Manolo Peña, había quitado la preciosa vida al pobrecito Leopoldito, que por estar blindado de sandeces, como lo está de conchas un galápago, tiene en su inútil condición garantías sólidas de inmortalidad? ¿En qué fuente bebiste, poeta miasmático, peste del Parnaso y sarampión de las Musas? ¿Quién te engañó, quién te sopló, trompa de sandeces? Si no pasó nada, si no hubo más sino que el filo del sable de Peña rozó la oreja derecha del espejo de los mentecatos y le hizo un rasguño, del cual brotaron obra de catorce gotas de sangre de Tellería, y como la cosa era a primera sangre, aquí paró el lance y ambos caballeros se quedaron repletos de honor hasta reventar, y luego se dieron las manos, y el que hacía de médico sacó un pedacito de tafetán inglés y lo aplicó a la oreja de Tellería, dejándosela como nueva, y todo quedó así felizmente terminado para regocijo de la humanidad y descrédito de las malditas ideas de la Edad Media que aún viven.
Cuando me sacaste túveme por desgraciado.
Y preguntó a Califa: ¿Me dirás, ante todo, ¡oh Califa! de dónde sacaste esas ropas tan hermosas?.
Pero al oír aquel ruido, afluyeron los vecinos, y al ver el extraño atavío de Califa con el traje de raso cortado por las rodillas y el turbante, le dijeron: ¡Oh Califa! ¿de dónde sacaste ese traje y esa arca tan pesada?.
Al salir Lucila por los bartolillos, había reparado Domiciana en los rojos zapatos puntiagudos que calzaba su amiga, y cuando la vio entrar fijó más en ellos su atención, diciendo: «Has de contarme de dónde sacaste esos chapines tan majos, y luego trataremos de que me los des a cambio de otro calzado, porque te aseguro que me gustan muchísimo, y quiero ponérmelos y usarlos dentro de casa».
El barbero fué entonces a buscar al tintorero, que, como de costumbre, estaba durmiendo, y que cuando una vez despierto vió junto a su cabeza tanta abundancia de panecillos, queso, sandía, aceitunas, cohombros y lechecillas secas, exclamó maravillado: ¿De dónde sacaste todo eso?.
¡Oh Lorenzo! ¡Oh! Vuélveme a la cárcel, Ser Supremo, si sólo me sacaste de ella para que viese tal miseria en las criaturas.
- ¿De dónde demonios sacaste estos mochuelos?.
- ¿De dónde sacaste esto? -exclamó la mujer.
'''LA LUNARES:''' Porque no las sacaste de tu sombrerera.
'''MAX:''' ¿Qué sacaste por los libros, Latino?.
Me verás a mi regreso tan humilde a tu vista y tan dócil a tus labios como cuando me sacaste de entre los brazos de mi moribunda madre para servirme de padre por la muerte de quien me engendró.
Dícese que, teniendo Sila un idolito de Apolo, tomado de Delfos, lo traía siempre consigo en el seno de las batallas, y que en aquel trance lo besó, diciendo: “¡Oh Apolo Pitio! Tú que de tantos combates sacaste triunfante y glorioso a Cornelio Sila, el feliz, ¿lo habrás traído ahora aquí a las puertas de la patria para arrojarle a que perezca vergonzosamente con sus conciudadanos?” Hecha esta plegaria, se dice que exhortó a unos, amenazó a otros y a otros los cogió del brazo, mas que, finalmente, mezclado con los que huían, se refugió al campamento, habiendo perdido a muchos de sus amigos y deudos.
-¿Me quisieras tú decir, que estoy rabiando toa la noche por saberlo, qué fue lo que tú platicaste con el Maroto cuando le sacaste de la sala?.
Sobre si sacaste tú o saqué yo.
¿De dónde sacaste la peregrina idea de que el carácter montañés era frío y atrabiliario? No lo conoces, Laura, o mejor dicho, te ha engañado una falsa apariencia.
¿No sabes? Como la que sacaste cuando éramos novios.
Ves a la que sacaste con esmero de su dulce cuna entrar por tus infames sugestiones en su féretro, ¡y duermes.

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