Ejemplos con sacándolas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El guion esta basado en el libro del austriaco Arthur Schnitzler,los nombres cambian excepto el del pianista y otros más, la version es muy bien adaptada al cine norteamericano, hay algunos cambios muy leves en la obra, pero la profundidad de la película es muy impactante porque el autor del libro narra todos los sentimientos que atravesaron la mente del actor, y narra explícitamente sus emociones sacándolas de sus entrañas.
Lutero había decidido ayudar a escapar a doce monjas del monasterio cisterciense en Nimbschen, cerca de Grimma en Sajonia, sacándolas del convento dentro de barriles.
Buscar una manera de presentar las cosas como nunca vistas, singularizándolas, sacándolas de contexto para hacerlas llamativas.
En las cuatro ediciones se pueden tener todas las razas, ya sea, sacándolas por medio del sistema de puntuación del juego, o conectándose a través del Modo Guau con otra versión.
En cuanto examinó el papel, quitose las antiparras sacándolas por la nariz adelante: tan sólo usa los vidrios para poner aumento y claridad en la letra de los libros de devoción o de los documentos de crédito.
Los efectos combinados de la calentura y el pensar producían en él un estado parecido al nirvana, o el éxtasis que transporta al cielo las almas semíticas sacándolas temporalmente de sus cuerpos extenuados.
Fernando sacándolas de la maleta en que su tesoro guardaba-: lee y entérate.
de Calpena, por el servicio que prestó a las niñas sacándolas de Oñate, debemos abstenernos de entrar ahora con él en relación de cartitas y bobadas, pues ya cumplimos con lo que nos mandaba nuestro agradecimiento.
-Yo traigo cinco guindas -dijo prontamente Badoret, sacándolas del seno.
Había quien acaparaba todas las ropas, ora sacándolas de los cofres, ora arrancándolas del cuerpo de vivos y muertos.
En medio de su ferocidad imponente, el viento tenía caprichos verdaderamente pueriles: recogía las hojas dispersas en solares y callejos, y las arrinconaba donde mejor le parecía, en un solo montón: encrespábale, revolvíale, alzábale del suelo, y en rápido y sonoro remolino subíale muy alto, allí le cernía, le ensanchaba, le encogía, le alargaba, dejábale descender nuevamente, y cuando le tenía en el suelo, dispersaba de un soplo todas las hojas, que desaparecían detrás de los vallados, en los fosos y entre los bardales, volvía a reunirlas al instante sacándolas de sus escondrijos, y tornaba a amontonarlas y a cernerlas, a subirlas y a bajarlas, y a darles libertad otra vez, y otra vez a recogerlas.
Don Roque, que no había cesado de ir y venir por el cuarto, ni de carraspear, estudiando el discurso que juzgaba necesario para dar a la escena la solemnidad debida, ya que no para convencer a Irene, porque desde luego la daba por convencida, acudió al llamamiento de su mujer, acercose a las dos, y plantado, con las manos en los bolsillos, delante de su hija, a quien aquellos preparativos inesperados y teatrales tenían suspensa y como azorada, la dijo, tanteando mucho las palabras y sacándolas una a una del montón de su memoria:.
Fernando sacándolas de la maleta en que su tesoro guardaba-: lee y entérate.
Los efectos combinados de la calentura y el pensar producían en él un estado parecido al nirvana, o el éxtasis que transporta al cielo las almas semíticas sacándolas temporalmente de sus cuerpos extenuados.
En cuanto examinó el papel, quitose las antiparras sacándolas por la nariz adelante: tan sólo usa los vidrios para poner aumento y claridad en la letra de los libros de devoción o de los documentos de crédito.
Era hombre por la talla y por algunas ideas, pero los que están familiarizados con el análisis y constatan en sus observaciones de todos los momentos que hay abismos en cada detalle, sólo podrían tenerle en tal carácter cómo se reputan plantas esas creaciones artificiales de invernáculo que se elevan a gran altura creciendo viciosamente, pero que sacándolas del calorífero, no tienen eficacia propia para la lucha y languidecen y mueren al primer embate crudo de la atmósfera.
Y como lo dijo lo hizo, sacándolas de un gran cartapacio que estaba sobre una mesita contigua a un caballete desocupado.
Mariano Rosas y su gente estaban acampados en una colina escarpada, trepábamos dificultosamente a la cima, los caballos se hundían hasta los ijares en la esponjosa arena, cada paso les costaba un triunfo, caían y se enderezaban, temblaban, se esforzaban ardorosos y volvían a caer, la espuela y el rebenque los empujaban, por decirlo así, endurecían los miembros, recogían las patas delanteras, y sacándolas al mismo tiempo, se arrastraban y desencajaban poco a poco las traseras, sudaban, jadeaban, se paraban, resollaban y subían, a veces teníamos que apearnos, que tirarlos de la rienda y animarlos, accionando con los brazos, gritando:.

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