Ejemplos con sabedora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lucrecia sabedora de esto, no se separa día y noche del lecho de Alfonso hasta que, engañada por su hermano, sale del cuarto, lo que sirve a un hombre de confianza de Cesar para asesinar a Alfonso.
Sabedora de que un día envejecerá repentinamente y morirá, Sissy está decidida a que Ruika se convierta en su sucesora.
Meg corre al coche de Lois avergonzada, humillada y llorando por no haber seguido con el plan de su madre, Lois sabedora de que Meg se podría echar atrás, comenta tener un plan B diciendo que les envía un amigo suyo a casa de los DeMico, ese amigo es Quagmire con la intención de acosar a la joven en su casa, con la intención de humillarla cumpliendo así su venganza.
La expedición de los argonautas partió entonces con la compañía de Medea ya que, sabedora de que su traición nunca sería perdonada y enamorada perdidamente de Jasón, había rogado poder huir con la expedición a cambio de sus servicios.
Su vida y su muerte tienen una simplicidad heroica, tanto más grande cuanto menos buscadora del efecto y menos sabedora de sí misma.
Luego se nos apareció esa , sabedora de todo lo que ha pasado en el mundo y de lo que ha de pasar, y gracias a la supradicha , que mil años viva, me veo junto , quien seguramente me llevará a donde encuentre lo que busco.
Pues bien: sabedora de estas relaciones, me aseguró que si vamos por el camino de la decencia y la religión, nos protegerá.
Era un ángel, eso sí, muy buena y obediente, sabedora de todas las artes caseras, y tan excelente labradora del campo que valía por dos hombres de los más fornidos.
Sabedora ya de mis afanes, y tomándolos a broma, me dijo sonriente: ¿Qué le pasa al ingenioso Tito?.
Sabedora de mi llegada, fue a verme Delfina Gil, suponiendo que yo venía de Roma.
Pero en otra ocasión y lugar próximos me mostró la hermosa joven su agudeza y sus instintivas artes amorosas, porque sabedora de que yo había de salir para juntarme con don Juan en el figón de Llopis, hizo tan exacta distribución de sus quehaceres y tan feliz medida del tiempo, que cuando yo salí estaba ella barriendo el portal.
Se me olvidaba decir a usted que cuando salió desterrada mi señora, no caí yo en desgracia semejante, pues la Reina Cristina, sabedora de los buenos consejos que yo daba a la Infanta, en la casa me dejó, y sirviéndola yo con rectitud, le di pruebas de mi lealtad a la Real Familia, sin distinción de hermanas.
Por fin sacó de sus crueles dudas a la señora y señoritas manchegas Rafaela del Milagro, que sabedora de su intranquilidad, en la casa se personó muy temprano.
Comprendió que la infeliz a quien estaba engañando no era casada trapisondista que mereciese desprecio por faltar a su deber, ni viuda buscona armada por la experiencia contra la seducción, ni siquiera mozuela desenvuelta y sabedora de cómo se finge la pérdida de la honestidad: era una pobre mujer realmente apasionada, que sin carecer de perspicacia y malicia, las tenía como adormecidas y embotadas por el pícaro amor.
Era necedad resistirse a la evidencia, desvelado ¡y casi febril! ¡Quitarle el sueño una mujer! Y no una señora curtida en achaque de aventuras, ni una doncellita boba temible por su misma ingenuidad, ni una astuta sabedora de todas las bajezas que el hombre es capaz de cometer , y de las infamias que hace , nada de esto, sino que se trataba de una mujer incauta, inexperta, gozada y abandonada.
Llegaron la víspera, medio aspeados y fugitivos del combate que se trabó en las cercanías, donde a la entrada de un valle fueron sorprendidas y desbaratadas tres compañías del ejército, y aquella mujer, movida de una conmiseración desusada en las circunstancias por que atravesaba el país, les dio albergue durante la noche, pero sabedora de que en otro pueblo no muy distante había guarnición de tropa, les indicó de madrugada el camino que debían seguir hasta incorporarse a ella.
Sírvame de excusa que ya mi mayor delito había sido varias veces confesado, y la consideración de que cada vez que le confieso de nuevo hago sabedora a una persona más del deshonor de quien me ha dado su nombre.
Con él y otros criados formose una legioncilla de cinco hombres, mas sabedora doña María de que otros jóvenes de familias ricas de Baeza, Bujalance y Andújar habían llevado hasta diez, mandó que se aumentara aquel número, fijándose al instante en Santorcaz y en mí.
Cuatro dias faltaban para llegarse aquel en el cual los padres de Ricaredo querian que su hijo inclinase el cuello al yugo santo del matrimonio, teniéndose por prudentes y dichosísimos de haber escogido a su prisionera por su hija, teniendo en mas la dote de sus virtudes que la mucha riqueza que con la escocesa se les ofrecia: las galas estaban ya a punto, los parientes y los amigos convidados, y no faltaba otra cosa sino hacer a la reina sabedora de aquel concierto, porque sin su voluntad y consentimiento entre los de ilustre sangre no se efectúa casamiento alguno, pero no dudaron de la licencia, y así se detuvieron en pedirla.
La casa puesta ya en silencio, el escudero acostado, la otra dueña retirada y dormida, sola la sabedora del negocio estaba en pié y solicitando que su señora la vieja se acostase, afirmando que las nueve que el reloj habia dado eran las diez, muy deseosa de que sus conciertos viniesen a efecto, segun su señora la moza y ella lo tenian ordenado, cuales eran: que sin que la Claudia lo supiese, todo aquello que D.
La araña, sabedora de que el que presta pierde el dinero y las amistades, primero hizo la que no oía.
Yendo desta suerte, le topó a él la Sabiduría, que no él a ella, y como sabedora de todo,.
Teba, hija de Jasón y mujer de Alejandro, sabedora por los que custodiaban a Pelópidas de su firmeza y de la elevación de sus sentimientos, deseó conocerle y trabar con él conversación.
Hechos los tratados y descubierta la idea de Demetrio por los mismos preparativos, temerosos los reyes, enviaron embajadores y cartas a Pirro, diciéndole extrañaban mucho que, abandonando la oportunidad que tenía en la mano, esperase la de Demetrio para hacerle la guerra, y que pudiendo arrojarle de la Macedonia, mientras causaba sustos y los recibía, aguardara a tener que contender con él, desembarazado ya y con mayor poder, en defensa de los templos y sepulcros de los Molosos, y esto cuando poco antes le había arrebatado a Corcira, juntamente con la mujer: porque Lanasa, disgustada con Pirro porque mostraba más aficción a las mujeres bárbaras, se había retirado a Corcira, y aspirando a otro matrimonio regio había llamado a Demetrio, sabedora de que era más inclinado que los otros reyes a enlazarse con muchas mujeres, y él, acudiendo al llamamiento, se había enlazado con Lanasa y había dejado guarnición en la ciudad.
Era para todo mujer astuta, y diestra en el juego de los dados, por lo que antes de la guerra jugaba muchas veces con el rey, y después de ella, cuando ya se habían reconciliado, no se negaba a las demostraciones del rey, sino que tomaba parte en sus diversiones y era sabedora de sus amores, terciando en ellos y presenciándolos, con el cuidado, sobre todo, de que conversara y se llegara a Estatira lo menos posible, por aborrecerla más que a nadie, y también para poder aparentar que ella era la que gozaba del mayor favor.
Tenía una esclava muy fiel y que gozaba de todo su favor, llamada Gigis, de la cual dice Dinón haber sido quien dispuso el veneno, y Ctesias, que sólo fue sabedora involuntariamente.
Sus moradores eran: primero: algunos pájaros que piaban acá o acullá, como dándonos el ¡quién vive!, segundo: varios pobres matorrales que se habían establecido en aquel terreno, y tercero: tal o cual florecilla silvestre que, sabedora sin duda de que ya había mediado marzo, abría allí los ojos a la luz del sol, constituyendo por sí sola una primavera en miniatura, como aquellos Alcaldes pedáneos que hacen en su cortijada el pronunciamiento prevenido en el Boletín oficial.
Y cuando tras esto, y algo parecido, salía a relucir el por qué de llamarse Gonzalo con el item más «de la Gonzalera», sin pizca de Colás González, como se llamó de niño, dábase a Barrabás el hombre, y gracias si, alguna que otra vez, oía por consuelo la afirmación de un transeunte de que, «según se corría por el pueblo, el llamarse así el hijo de Bragas, era motivao a que la reina, sabedora de sus caudales y de la mucha mano que tuvo en la otra banda, le dió esa nomenclatura».
Aquella pareja disfrutaba de mi predilección, y, sabedora de ello, mostrábase ufana en pagar mi cariño.
Sabedora, en fin, de que tenía que dar de almorzar a aquel hombre, entró en la despensa a sacar de lo más precioso y reservado que contenía, o sea lomo en adobo y longaniza de la reciente matanza, no sin decirse mientras destapaba las respectivas orzas:.

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