Ejemplos con romántica

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esto representa algo, ¿no te parece, gabacho? Esto vale más que todas las estampas con lunas, lagos, amantes y otras macanas que mi romántica pone en las paredes para que críen polvo.
Afortunadamente, la romántica se fué antes de que se exteriorizase esta antipatía.
Doña Luisa no podía vivir en Biarritz, lejos de su marido, En vano la romántica le hablaba de los peligros del regreso.
La romántica no mantenía su digno silencio ante esta hermana que siempre había acatado su instrucción superior.
¡Mientras que Karl! ¡Los parientes de Karl! Y la romántica dejaba correr la pluma glorificando a una familia en cuyo seno creía haber nacido.
La romántica describía por anticipado las recepciones en el tenebroso salón, a la luz difusa de las lámparas eléctricas que imitarían antorchas, el crepitar de la blasonada chimenea, con sus falsos leños erizados de llamas de gas, todo el esplendor del lujo moderno aliado con los recuerdos de una época de nobleza omnipotente, la mejor, según ella, de la Historia.
Todas las extravagancias del escalafón social alemán, que discurre incesantemente títulos nuevos para satisfacer la sed de honores de un pueblo dividido en castas, eran enumeradas con delectación por la antigua romántica.
El viejo mejoraba considerablemente a la esposa de Desnoyers, pero aun así, quedaba una parte enorme para la romántica y los suyos.
En vano la romántica , transfigurada por la maternidad, aprovechaba todas las ocasiones para colocar delante de él a su pequeño y repetía sonoramente su nombre: Julio Julio.
La romántica lloraba, afirmando que sólo su cuñado, el hombre más caballero del mundo , podía salvarla.
Transcurridos unos días, la romántica se marchó detrás de él Iseo la de las blancas manos fué en busca del caballero Tristán.
La romántica , abrazada a su madre, se refugió en los altos de la casa.
Hablaba de dar una paliza a la romántica y otra a la , por no enterarse de las cosas.
La romántica ya no se colocaba al atardecer en la puerta contemplando el sol poniente.
La romántica no existía para él.
Esta hija menor, a la que apodaba la romántica , era el objeto de sus cóleras y sus burlas.
Estaba triste y orgulloso al mismo tiempo por esta aventura romántica que florecía inesperadamente en la existencia utilitaria y monótona de la familia.
Y emprendía el relato de las conquistas de los almogávares en Oriente, odisea romántica, bárbara y sangrienta a través de las antiguas provincias asiáticas del Imperio romano, que sólo venía a terminarse con la fundación de un ducado español de Atenas y Neopatras en la ciudad de Pericles y Minerva.
Estos realistas flamantes se dejaron entre bastidores el puñal y el veneno de la escuela romántica, pero, en cambio, sacan a la escena una cara de viernes mil veces más indigesta.
Martí, años después, pensando sin duda en esa historia romántica que estremeció su existencia, escribió estos divinos versos de ternura y melancolía:.
Y lo peor del caso era que cuando, a las cuatro de la tarde, volvió al Gran Hôtel rendido y desalentado por no haber podido enseñar más que a las dos terceras partes de la colonia española la babucha apócrifa de la cadina, encontróse con que la trágica historia tenía una segunda parte, interesantísima también, pero pía, devota, sentimental, romántica, en que cabía a su persona no sólo el papel del cronista, sino el de agente poderoso, de intercesor eficacísimo, de , que hubiera dicho Diógenes, en el bello final de aquel drama que comenzaba su acción en las barbas del Sultán e iba a terminarse bajo el manteo del padre Cifuentes.
¿No podía doña Luz haberse forjado una novela? ¿Qué le había dicho el Padre para que le creyese enamorado? ¿Se había muerto de amor o de apoplejía? La romántica, la sentimental era ella, que le había besado locamente cuando expiraba.
Ahora vivo la vida prosáica de quien no fía en humanos afectos, de quien llama las cosas por sus nombres, de quien sólo gusta de la poesía en teatros y academias, y no quiere que el mundo y la sociedad sean como los pintaban los novelistas de antaño, los soñadores lamartinianos, los grandes ingenios de la legión romántica.
Desdeñaba los libros clásicos, y me engolfaba en el piélago anchuroso de la literatura romántica.
—Para estos, la noche es ideal, sublime, romántica a sumo grado.
Le damos bromas con Olimpia y la pieza que toca, diciéndole que su adorada es muy romántica y que no tenga miedo de casarse, porque no come.
Los paseítos por la noche para tomar el tranvía del , las excursiones a algún teatro de verano, las tertulias en casa de Samaniego o de Rubín, las garatusas del crítico en la calle, la romántica figura de Olimpia colgada en el balcón como una muestra o insignia que dijera: aquí se ama por lo fino , las extravagancias de Ballester, los espasmos de Maxi, todo continuaba repitiéndose de día en día con regularidad de programa.
Delgada, espiritual, ojerosa, con un corte de cara fino y de expresión romántica, la niña aquella habría sido perfecta beldad cincuenta años ha, en tiempo de los tirabuzones y de los talles de sílfide.
Serían las nueve de la noche cuando se encontraron dentro de la romántica y alegre ciudad, en medio de aquel idioma ceceoso y de los donaires y chuscadas de la gente andaluza.
Su belleza tenía más de gótica que de pagana, más de romántica que de clásica, más de las creaciones de Schiller y Walter Scott que de las de Homero y de Ovidio, más, en fin, de dama que de diosa.

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