Ejemplos con risa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Abrazaba una y otra vez a Belarmino, diciéndole, en los ojos lágrimas provocadas por la risa:.
¡Bravo! ¡Bravo!gritaron el sastre, el periodista y el mercero, desternillándose de risa.
Don Simón entonces soltó también su poco de carcajada, pero su risa era la del conejo.
Pero tampoco le salía la cuenta, porque se levantaba una figura ruin y mal trajeada, que, con voz de grillo mal emitida, soltaba un aluvión de párrafos enmarañados que nadie se tomaba la molestia de desenredar, o un finchado presuntuoso, que entre período y período de su discurso ponía una eternidad de paseos en corto, estirones de chaleco, montaduras de lente y mares de agua con azúcar, ya un perezoso desaplomado Adán, que parecía las pocas y desmadejadas frases que decía a fuerza de restregarse contra el banco y de tirar de sus bragas hacia arriba, o un mozo encanijado y presumido, que sin ciencia, sin virtudes, sin voz y sin palabra, quería convencer como los sabios y convertir como los justos, ya un osado boquirrubio, cuyo único afán era medir sus fuerzas con las de los del Parlamento, que se guardaban muy bien de replicarle, ya un viejo atrabiliario, cuyos furores causaban risa y cuyos chistes hacían llorar de compasión, ya una especie de cuáquero mugriento, demagogo impenitente, que vociferaba sobre justicia y amor al prójimo, no en nombre de Dios, a quien negaba, blasfemo, sino de una razón que parecía faltarle a él, ya que no a los que en santa calma le escuchaban.
Componíanle los hombres más de la banca, del foro y de la propiedad urbana, y con decir que eran , dicho queda, conforme al rigorismo de la moderna , hasta qué punto era entre ellos poco menos que un pecado mortal la risa franca y desenvuelta.
¡Qué risa! Hablas de la virginidad como los niños hablan de las hadas o como las personas mayores hablan de tesoros escondidos.
Espíritu superficial, como todos los hombres consagrados exclusivamente a dar que reír a los demás, Celemín vió al punto que la obra, representada convenientemente en tono de farsa, sería el mayor éxito de risa.
De los demás, la mayor parte se retorcían, ahogando la risa, algunos enarcaban las cejas y fruncían el labio, remisos en aceptar el valor probatorio de la anterior experiencia.
Después de escuchar sus incógnitas enseñanzas, éstos, reventando de risa, aquéllos, hostigados por la comezón de averiguar una charada dificultosa, salían a la Rúa Ruera, movían airadas trifulcas, polemizaban y casi se iban a las manos.
Y, muerto de risa, le hacía recitar fragmentos de un drama que mi padre estaba escribiendo, titulado:.
EL QUIJOTE, su parto grandioso, es el látigo que castiga la risa, es el néctar que encierra las virtudes de la amarga medicina, es la mano halagüeña que guía enérgica a las pasiones humanas.
Pues a mí me hace llorar de risa verme lanzando excomuniones como el Papa.
Tras de la visita al Tesoro venía la exhibición del Ochavo, la capilla octogonal de mármoles obscuros: panteón de reliquias donde los despojos humanos más repugnantes, las calaveras de horrible risa, los brazos momificados y las vértebras cariadas se mostraban en vasos de plata y oro.
Hay para morir de risa cuando hablan de igualdad y del espíritu democrático de la Iglesia.
Esa risa surge siempre de los mismos resortes: la miseria grotesca, los piojos, el bacín barnizado que tiene el hidalgo por todo mueble, las tretas del hambre para quitarle al compañero la provisión de mendrugos, las mañas para cazar bolsas de aquellas damas tapadas que ejercían la prostitución en los templos y sirvieron de modelo a nuestros poetas del siglo de oro para pintarnos un mundo mentiroso del honor: la mujer esclava, entre rejas y celos, más deshonesta y viciosa que la hembra moderna con toda su libertad.
Los extranjeros que visitan la catedral, gentes descomulgadas que nos miran como monos raros y encuentran todo lo nuestro curioso y digno de risa, se fijan en él.
No rías, te lo ruego: me hace daño tu risa.
Las bromas groseras del valentón hacían rugir de risa a la concurrencia.
No te rías así, mira que tu risa la siento aquí, en el corazón.
El suceso no era para tomarlo a risa.
Y reía al decir esto con una risa misericordiosa, como si se sintiera elevado por encima de todas las miserias.
Iba tras ellos un señor por la acera, resguardándose de la lluvia, podía oír su declaración ¡y quién sabe de lo que son capaces esas gentes burlonas, que miran el amor como cosa de risa!.
La mamá le dijo con muy buenas palabras que no volviese por aquí, que no pensase más en mi persona, pero ¡que si quieres! Me asomo al balcón, y ¡cataplum! allí está en la esquina mi hombre, con una cara tan desmayada, que da risa, salgo a paseo, y siempre que vuelvo la cabeza veo tras de mí al moscardón, con un aspecto que no parece sino que cualquier día va a subir al Miguelete para tirarse de cabeza, ¡Pero, hombre, tú que tienes amistad con él y te hace caso, dile que no sea tan pesado! Dile que yo le querré siempre como un buen amigo, pero que no me importune más, pues su testarudez la pago yo.
Pero la intensa risa que esto la producía desvanecióse al oír un cacareo angustioso, un estertor de muerte que salía de la cocina.
La torre del reloj, cuadrada, desnuda, monótona, partiendo el edificio en dos cuerpos, y éstos exhibiendo los ventanales con sus bordados pétreos, las portadas que rasgan el robusto paredón, con sus entradas de embudo, compuestas de atrevidos arcos ojivales, entre los que corretean en interminable procesión grotescas figurillas de hombres y animales en todas las posiciones estrambóticas que pudo discurrir la extraviada imaginación de los artistas medievales, en las esquinas, ángeles de pesada y luenga vestidura, diadema bizantina y alas de menudo plumaje, sustentando con visible esfuerzo los escudos de las barras de Aragón y las enroscadas cintas con apretados caracteres góticos de borrosas inscripciones, arriba, en el friso, bajo las gárgolas de espantosa fealdad que se tienden audazmente en el espacio con la muda risa del aquelarre, todos los reyes aragoneses en laureados medallones, con el casco de aletas sobre el perfil enérgico, feroz y barbudo, y rematando la robusta fábrica, en la que alternan los bloques ásperos con los escarolados y encajes del cincel, la apretada rúa de almenas cubiertas con la antigua corona real.
Hice risa de mi cólera, me burlé de mí, repitiendo los dichos del boticario, y así logré que se calmara la tempestad.
El rostro del mártir me causaba risa, era una carita de tonto, pálida, risueña, sin majestad, sin nobleza, sin la expresión augusta que corresponde a santo tan ilustre.
Los villaverdinos son de semblante triste, y en sus labios tiene la risa dolorosa expresión, como en gentes contrariadas y pesimistas.
Salió bien, pero hay tantos casos en que esta manera de hacer familias sale malditamente ¡Qué risa! Lo que me daba más miedo cuando mi madre me habló de casarme, fue el compromiso en que estaba de hablar contigo No tenía más remedio que decirte algo ¡Caramba, qué sudores pasé! ‘Pero yo ¿qué le voy a decir, si lo único que sé es , y en saliendo de ahí soy hombre perdido?’.
No diré más, sino que me fué imposible tener la risa y que por breve rato contemplé la profanada imagen, exclamando: “¡Madre y señora mía, cómo te han puesto!”.

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