Ejemplos con riachuelos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El río Boedo nace de la confluencia de los riachuelos Porto, Rexedoiro, Lentemil, Portovello y Landoeiras, situándose en este último el embalse de Guitiriz.
Además cruza el pueblo el rió Xaya Pixcaya, que atraviesa casi todo el municipio, están también los ríos de: Las Lajas, El Caracol, Quiquiya, El Arco, Tuhuya, Cocoya y El Zapote que siempre son afluentes del rió anteriormente mencionado, no faltando otros riachuelos de menor importancia.
En el lugar de cautiverio su llanto era tan profuso que de sus ojos salían riachuelos que al juntarse sobre su colérico y agitado pecho formaron un río que bajó como fuente inagotable, rugiente y tormentosa como clamando venganza.
Se ubican los vertederos de agua en las partes altas de las montañas donde aún sobreviven manchones de bosque nativo, como los indicados de la zona del páramo, con bosques de grandes árboles de aliso, guayacán, quillotocto, arrayán, motilón, siete cueros, uraco, cedro, cucharo, roble, encino: manto de sombra para proteger la humedad del subsuelo, la asimilación de agua de las plantas de menor tamaño y principalmente matorral como helecho , liana, enredadera, planta parásita, musgo, quiche y líque que, actúan como esponjas que soportan cantidades de agua que lentamente se sueltan por la gravedad formando riachuelos que llegan hasta el pueblo formando quebradas.
La Plana, en realidad, es el gran delta fluvial del rio Mijares y de otros riachuelos más pequeños como el riu Sec de Betxí, el riu Sec de Borriol o la Rambla de la Viuda.
En las faldas de este macizo crecen pequeños riachuelos como El Río Fraile o la famosa, entre los lugareños de Teresa, La Argongeña.
Cuando Manco Cápac llegó al valle del Cuzco, se instaló en los alrededores de un pantano ubicado entre dos riachuelos pues aquel lugar se veía libre de las amenazas de las etnias vecinas.
El río Puebloviejo atraviesa el cantón, con una serie de afluentes que lo nutren y una gran cantidad de esteros y riachuelos.
Paso a un estilo de vida errante, recorriendo ríos y riachuelos muy conocidos para ella, en un puerto rudimentario se encontraba cuando un día se tropieza con Lorenzo Barquero, un prominente terrateniente de la región del Arauca.
La abundancia de agua hace que existan muchos riachuelos que van a parar al Río Cúa, donde gracias a sus aguas cristalinas es uno de los pocos hábitats de la trucha arco iris.
La ciudad se encuentra en las faldas del monte Petrano, en la confluencia de los riachuelos de Bosso y de Burano.
Cabe anotar igualmente que la implementación de acueductos, alcantarillados, y la canalización de los riachuelos dentro de una ciudad o un barrio son herencia directa de los romanos.
Destaca por la izquierda el río Fragoso, recibe las aguas de numeros riachuelos por sus dos orillas.
Río abajo se forma el Embalse de Sierra Boyera, junto a la localidad de Peñarroya-Pueblonuevo, como unión de dos riachuelos más que desembocan en el embalse.
Recibe por su izquierda al río Escadebas o Forxá, con su afluente el Portaud, y los riachuelos Portillón y Revollón.
Recibe agua de los riachuelos Trasadehesa, Lameiro, Anduriñas, Pozo Verde y por la margen izquierda el riachuelo de Chaos de Pías, además de algún otro de escaso caudal.
Recibe un buen número de riachuelos como el Graña, Quenxe, Acheiro, Abaixo, Queo o Bertón durante su curso alto.
El Anllo está formado por la unión de diversos riachuelos, que confluyen en las cercanías de Gontán, en el ayuntamiento lucense de Abadín.
Tiene como tributarios pequeños riachuelos, como el rego do Batán y el rego do Muíño do Conde, por la derecha, y el rego da Devesa, por la izquierda, este prácticamente con la mayoría de su cuenca dentro del municipio de Dodro.
Dada su orientación norte la zona se encuentra salpicada de pequeños riachuelos y arroyos como son de este a oeste, el Arroyo Barranco de Rozas, el Arroyo del Espesedo y el Río Sordo, todos ellos vierten sus aguas al Pisueña.
Flanqueado por el majestuoso río Orinoco, hermosos balnearios, morichales, farallones y pequeños riachuelos, un paseo por el casco central del pueblo, transporta al visitante a la época colonial, con casas de barro, iglesias y plazas de antaño.
En las llanuras que comunican a Upata con Ciudad Guayana, con el sector San Félix, el río Yocoima a mitad de recorrido, recibe el aporte de agua, de varios riachuelos que bajan de la sierra de Imataca.
El valle es descrito por Tolkien como una inmensa planicie, que en otro tiempo fue el fondo de un lago, féertil y verde, por donde discurrían numerosos riachuelos.
Prefiere los riachuelos de aguas claras y corrientes rápidas, por lo que se concentra en las laderas y el piedemonte oriental del norte de los Andes.
Vive en zonas altas, en climas fríos o de páramo, asociados a cuerpos de agua, riachuelos o lagunas.
En los riachuelos, se encuentra una especie endémica de cangrejo, Dekenia allaudi, y una de peces, Pachypanchax playfairi.
Esta zona tiene unos hermosos paisajes de montaña, con pequeños riachuelos y abundante vegetación.
Ya se me figuraba hallarme cerca del lugar tan deseado, después de un día de marcha fatigosa: el sendero iba haciéndose más practicable, y parecía descender suavemente al fondo de una de las gargantas de la sierra, que presentaba el aspecto de un valle risueño, a juzgar por los sitios que comenzaba a distinguir, por los riachuelos que atravesaba, por las cabañas de pastores y de vaqueros que se levantaban a cada paso al costado del camino, y en fin, por ese aspecto singular que todo viajero sabe apreciar aun al través de las sombras de la noche.
Porque aquella naturaleza seria y salvaje, aquellos valles profundos cortados por riachuelos, salpicados de caseríos sumergidos en un mar de verdura, a que las distintas luces y los distintos matices parecen prestar flujos y reflujos fecundados por el trabajo, santificados por iglesias, siempre verdes, siempre bellos, siempre pavorosamente melancólicos, como lo es en la imaginación del campesino vasco la idea misteriosa de las Maitagarris, tienen algo de la silenciosa majestad de un templo, de la serena tristeza de los paisajes de otoño, que parecen llorar y sonreír al mismo tiempo, de la suave melancolía que inunda el alma al caer de la tarde, cuando la campana de la iglesia hace resonar el toque del y se despide el día murmurando al oído del hombre aquella palabra mil veces repetida, sin pensar jamás en su alcance infinito: ¡Adiós!.
En el cauce del río, las charcas y riachuelos, reflejando en su fondo el rojo horizonte, brillaban como si fuesen de encendida lava.

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