Ejemplos con revoltosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Brunswick y Mansfeld sólo sirvieron tres días al ejército holandés, sus tropas revoltosas e indisciplinadas no tenían sitio en el ejército rebelde de las Provincias.
A diferencia de episodios anteriores, Mariclío no aparece directamente, sino que se comunica a través de unas ninfas mensajeras alegres y revoltosas, llamadas Efémeras.
Además de su valentía, Trejo contaban con un don especial, y antes de presentar batalla, solía convencer a los caciques de las tribus revoltosas, y por las buenas casi siempre arreglaba los inconvenientes.
Algunos de éstos saltaban del requiebro a la acción, pellizcando al paso a las revoltosas señoritas, que contestaban con chillidos de miedo y pudorosos respingos.
Metido entre la turba de revoltosas, hice otra observación que confirmó mi alegría.
Cada uno de los jefes de estas dos revoltosas taifas dio al país su manifiesto.
Tenía Ibero a Prim por su segundo ídolo, pues como primero figuraba siempre en su alma el Duque de la Victoria, y al llegar aquella comprometida ocasión en que peligraba la supremacía política del hombre de los Castillejos, no tenía sosiego hasta ver qué daba de sí el fiero empuje de las revoltosas mesnadas con quienes tenía que habérselas el bueno de don Juan.
La alegría del campo, al verse libres de la mirada interrogante y severa de las mamas, convertíalas en niñas revoltosas, y a pesar de sus altos peinados, de sus faldas largas y ajustadas, correteaban, enseñando sus lindos pies y aleteando con sus enaguas como una bandada de pájaros.
Las notas del órgano, bajando a hacer cosquillas al recién nacido, al que venía de los cielos del misterio, metiéndosele por las carnecitas que dejaban al aire los dedos discretos y expertos de doña Celestina, al descubrir la espalda de la criatura, las notas aladas y revoltosas, eran angelillos que retozaban con su compañero humano, menos feliz que ellos, pero no menos puro, no menos inocente.
Mientras ellos se acostaban, las revoltosas muchachas, que apenas habían pegado el ojo pensando en la travesura que tenían preparada, echáronse a la calle con sendos ramos de espinoso acebo al hombro.
Todas estas cabezas menudas, revoltosas, flexibles, donde brillan los ojos como cuentas de azabache dotadas de visualidad, piensan, coordinan ideas, reflexionan, y todos esos corazones diminutos que dan vida y calor al rizado plumaje de sus dueños, sienten más hondo que los hombres y saben amar mejor que ellos.
y el órgano como si entendiese lo que quería el corazón de la Regenta, dejaba escapar unos diablillos de notas alegres, revoltosas, que luego llenaban los ámbitos obscuros de la catedral, subían a la bóveda y pugnaban por salir a la calle, remontándose al cielo.
Mejores frutos pensaba haber sacado el marqués de la vida aparatosa que traía, porque, al cabo, ya que no la senaduría, que tanto le halagaba, había logrado la limosna de un asiento ministerial en los escaños del Congreso, y, sin embargo, cotejando el valor de su conquista, reducido, en substancia, a la gloria dudosa de haber pronunciado un discurso de dos horas mortales sobre la langosta de la Mancha, que no escucharon más que los taquígrafos y unos cuantos babiecas inexpertos de las tribunas, al trabajo imponderable y continuo de atormentar subsecretarios y directores, recomendándoles las querellas de todo linaje de pretendientes desvalidos, con el único fin de acreditar sus influencias, al oneroso vicio de solemnizar con un té a «sus amigos políticos» cada discurso del Presidente del Consejo, o cada batalla ganada por el Ministerio a las revoltosas oposiciones, a no tener hora ni punto de sosiego, por estar pendiente de sus deberes de padre de la patria y creerse obligado a tomar por lo serio y a sentir en su ministerial epidermis cuantas cuchufletas y alegatos contra la situación leyera en la prensa oposicionista, y la leía de cabo a rabo, y a algunas cosas más por el estilo, cotejándolo todo, repito, con lo que le había costado en desaires, en paciencia.
Metido entre la turba de revoltosas, hice otra observación que confirmó mi alegría.
Y blandiendo la vara, dirigíase a algunas de las revoltosas:.
Tiénenle en traje de obrero, hecho un esclavo, y en realidad, ideas tan revoltosas, temperamento tan inflamable, bien justifican lo duro del régimen educativo, señor Marqués.
Pero «las niñitas», como las calificaban sus padres, son harto alegres y revoltosas para sostener más de una hora la almibarada conversación del bardo glorioso, y cogen por los cabellos lo primero que pasa, variando así de tema y armando un zipizape por la menor majadería.
Todo cuanto hablaron y dijeron las alegres y revoltosas susodichas señoritas sobre el villano proceder de Anselmo Espinosa en su casa, absolutamente todo era verdad.
sabeis, revoltosas, a dónde se os lleva?.

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