Ejemplos con reverberando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La casa de la parte superior, a la derecha, refleja intensamente la luz, reverberando en su fachada blanca.
Se trata de una vibración debida a la presencia de estas cavidades y producida por la voz o la respiración del paciente reverberando en las mismas.
Las ondulaciones del terreno arenoso, reverberando el sol, formaban caprichosos mirajes, los objetos cercanos se divisaban lejos, creciendo sus proporciones.
¡Qué noche, gran Dios! Jurara en su febril desasosiego, que los muebles bailan, que las figuras de adorno disputan y pelean, que la mortecina luz, reverberando en opaca porcelana, refleja en puertas y paredes danzas de demonios y de brujas, y que oye hasta el ruido crepitante de sus miembros descarnados, y las carcajadas de sus bocas desgarradas y burlonas.
Fue espejo el sol, el cual reverberando.
Estaba el cielo cargado de nubes de nácar que los encendidos postreros rayos del sol orlaban de doradas bandas con vivos remates de fuego, las cumbres peladas y sombrías del Monte de los Caballos enlutaban el cristal del lago por el lado del norte, y en su extremidad occidental pasaban con fantasmagórico efecto los últimos resplandores de la tarde por entre las hojas de los castaños y nogales, reverberando allá en el fondo un pórtico aéreo, matizado de tintas espléndidas y enriquecido con una prolija y maravillosa crestería.
Figuraos aquel laberinto de oscuros montes que había a nuestros pies, figuraos la indecisa claridad de la Luna, mezclada con las sombras de la tierra, refulgiendo en la despejada atmósfera y reverberando en el lejano mar, figuraos a esta misma Luna, sola en el espacio como un alma en pena, figuraos la religiosa tristeza de aquella noche, después de los seculares recuerdos que habían llenado todo el día, y figuraos, por último, aquellos miles de luces, que parecían estrellas bajadas del cielo para hacer compaña a MARÍA en las negras horas de su Soledad, para bordar su manto de luto, para reflejarse en sus celestiales lágrimas.
Veía, pues, los altos de Almuradiel pintados de flores por los primaverales meses, el inmenso ejército africano, cuyos alquiceles y alfanjes, moviéndose sobre los lomos de los alazanes del desierto, aseméjanlos a nubes atravesadas por rayos, el Emir de los creyentes, sentado bajo su tienda de riquísimos colores, circuído de sus negros encadenados, que ofrecían viviente muro a su seguridad y resguardo, puesta la mano en la empuñadura de su sable, los ojos en los versículos de su Korán, y el pensamiento en su Alah, mientras de otro lado, reverberando el sol de Andalucía en sus petos y en sus cascos, la cruz al frente, los ejércitos cristianos, el buen don Lope de Haro en la vanguardia con sus fuertes montañeses, que parecían haber robado su vuelo a las águilas, según se movían por los agrios riscos y bajo el peso de las graves armaduras, el rey D.
Los rayos fugitivos del sol, reverberando en el bruñido acero de sus arneses, reflejaban destellos fosfóricos que herían la vista, como inflamados relámpagos.
Aquel día sin embargo, ya lo hemos dicho, era una excepción de la regla, porque apareció el horizonte despejado y límpido, y el sol cerníase esplendente en el horizonte, derramando torrentes de fuego, reverberando en la nieve cristalizada que coronara las cumbres, como una capa de diamante.
En una platea, ruidosos, alegres, reverberando nervioso júbilo sobre la bruma tediosa del salón, estaban ellos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba