Ejemplos con retrato

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No sabiendo qué decir, permanecí con la cabeza gacha y los ojos fijos en un punto, que por ventura resultó ser el retrato del relicario.
Sin embargo, yo no quería separarme de Angustias sin llevarme por lo menos un retrato que contemplar en las horas de ausencia.
Y tú, hermana míaprosiguió, tomando en sus manos el joyel con el retrato y mirándolo con el rostro descompuesto por la piedad y la amargura, ¿dónde estás, en qué oscura mazmorra te encerré, a ciegas, que no doy con la entrada, aunque sangran mis pies de tanto caminar y mis manos de tanto tropezar a tientas?.
¿Qué era aquel hombre que ante mí estaba, deglutiendo y raciocinando al propio tiempo, masticando y discurriendo, con tanta frialdad, escrúpulo y elegancia, vestido como un hombre de sociedad, sin una insinuación sensible del estado eclesiástico a que pertenecía, y que, de vez en vez, según hablaba, se asía con la mirada al retrato de una mujer a quien él mismo había empujado a la anónima sima prostibularia? ¿Qué era aquel hombre? ¿Un hedonista? ¿Un incrédulo? ¿Un hipócrita y un sofista, para consigo mismo y los demás? ¿Un desengañado? ¿Un atormentado? Lo que menos me interesaba era la explicación que me había ofrecido.
Por fortuna, Angustias tenía en casa un pequeño retrato.
Su retrato está en el Vaticano, y sus , sus motetes, su , duermen aquí olvidados hace siglos.
Es el retrato de la pobre muerta, ¡la adoro! Y esta dicha mezquina me la turba esa gentuza con sus calumnias ¡Hay para matarlos!.
Su madre afirmaba con fe ciega que era el vivo retrato del Niño Jesús que llevaba en brazos la Virgen del Sagrario.
Y allí estaría, sin duda, el retrato del abuelo, muy estirado, de gran uniforme, el pecho cuajado de cruces.
Enfrente el retrato del abuelito, el abuelo que muy grave y seriote parecía desarrugar el adusto ceño para sonreir a su nieto.
Enfrente, sobre la cómoda, el retrato del abuelito.
Había que verla en aquel retrato: amplio el escote, corto el talle, desnudo el torneado brazo, ricillos en las sienes, rica, donairosa mantilla, y ladeada peineta de boca de olla, ¡ni más ni menos que la reina, doña María Luisa! ¡Con razón los pisaverdes y lechuginos de Pluviosilla se bebían los vientos por mi hechicera tía!.
A la izquierda, en un marco dorado, bajo un cristal verdoso y orlado de oro sobre fondo negro, un retrato de don Antonio López de Santa-Anna, de gran uniforme, al cuello la cruz de Guadalupe.
Oyeme: este pobre corazón mío, no había amado nunca: llegué a esta casa y me hablaron de tí, me dijeron que eras huérfano, huérfano como yo, y me fuiste simpático, y me dijeron que eras bueno, muy bueno, y me interesé por tí, leí tus cartas, vi tu retrato, y hallé que eras como yo te había soñado, viniste, y me estremecí al oir tu voz, me hablaste ¿te acuerdas? y se ahogó la voz en mi garganta, y palpitó mi corazón trémulo de amor.
¿Me darás tu retrato? ¿Irás a verme? ¡Con qué ansia he de esperar tus cartas! Y las leeré muchas veces, muchas, hasta que me las aprenda de memoria.
Llevo tu retrato, y lo miraré a todas horas, y leeré tus cartas hasta que me las sepas de memoria.
Al fin del día estoy muy cansada, pero yo no te olvido y a todas horas pienso en tí, y además te dedico un rato todas las noches, y a esa hora no hago más que recordarte y ver tu retrato.
Es el vivo retrato de su padre, el segundo marido de usted.
Era el fiel retrato de su padre.
Los otros, los de Pajares, eran los legítimos vástagos de doña Manuela, su fiel retrato en lo moral.
Era el retrato de Ayún, de cuerpo entero y tamaño natural, dibujado y pintado con dureza, pero con gran expresión.
Y tan agradecido era el buen hombre al comercio español, que enviaba a los de acá su retrato y los de sus catorce mujeres, unas señoras tiesas y pálidas como las que se ven pintadas en las tazas, con los pies increíbles por lo chicos y las uñas increíbles también por lo largas.
Para completar su retrato, sépase que no había estado en Cartagena.
Sonaba de un modo semejante a los bajos de la guitarra: Señor Izquierdo, ¿tiene usted ahí por casualidad el retrato de su sobrina?.
Mucho hablar de la República y de los cantones, y el hombre no sirve ni para los oficios más toscos ¿Qué tal?, ¿me equivoco? ¿Es este el retrato de usted, sí o no?.

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