Ejemplos con respuestas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estaba habituada, años y años, a oír los latinajos del antiguo marinero, que desde su banco apoyaba a gritos las respuestas del ayudante.
Llegó hasta sus oídos el repiqueteo de una campanilla, el rumor de la gente al arrodillarse o al ponerse de pie, y una voz conocida, la voz del tío Ventolera, lanzando en tono cantable las respuestas de la misa con el estridor de su boca sin dientes.
Su rostro se llenó de arrugas en torno a la boca sumida, y comenzó a cantar las frases del sacerdote y las respuestas del ayudante.
Escríbanse unas preguntas basadas sobre y, después, formúlense las respuestas en español.
Las respuestas más placenteras que obtuvieron estas y otras cartas, fueron como la siguiente:.
Julieta, que había sabido por multitud de respuestas, arrancadas a su padre, que en la conducta de aquél no había de censurable más que el afán de darse importancia, protestaba contra una medida tan violenta, y doña Juana apoyaba a su hija.
Las respuestas eran incompletas.
Respuestas cortas e indolentes hija, qué quieres , y estuvo magnífico , gente, como nunca , pues ya se ve que estaba la sueca , raso crema y granadina heliotropo combinados , como siempre, dedicadísimo a ella , sí, sí, calor , vaya, me alegro que lo pases bien, hija , contestaban a las afanosas preguntas de Pilar.
La sencillez de su trato, la dulzura de sus palabras, aquella sonrisa espontánea, reflejo de un carácter recto, transparente y sin dobleces, cautivaban a unos hombres habituados a la voz imperiosa de los contramaestres y a las respuestas altivas de los escribientes de la dirección.
Miróle Diógenes un momento de hito en hito, pensando sin duda que más presto se conoce la necedad o el talento de un hombre por sus preguntas que por sus respuestas, y díjole al cabo:.
El señor cura dice que de mis respuestas sacó lo bastante para saber quiénes éramos, quién era mi padre.
Ni extrañará nadie que un chico guapo, poseedor del arte de agradar y del arte de vestir, hijo único de padres ricos, inteligente, instruido, de frase seductora en la conversación, pronto en las respuestas, agudo y ocurrente en los juicios, un chico, en fin, al cual se le podría poner el rótulo social de , considerara ocioso y hasta ridículo el meterse a averiguar si hubo o no un idioma único primitivo, si el Egipto fue una colonia bracmánica, si la China es absolutamente independiente de tal o cual civilización asiática, con otras cosas que años atrás le quitaban el sueño, pero que ya le tenían sin cuidado, mayormente si pensaba que lo que él no averiguase otro lo averiguaría Y por último decíapongamos que no se averigüe nunca.
Daba sus descargos el delincuente como podía, fatigando su imaginación para procurarse respuestas que tuvieran visos de lógica, aunque estos fueran como fulgor de relámpago.
Síntomas favorables eran la obediencia a cuanto se le mandaba, y lo juicioso y sosegado de sus respuestas.
Los padres de Leonisa no ofrecieron de su parte nada, atenidos a la promesa que de mi parte mi mayordomo les habia hecho: ni Cornelio movió los labios en su provecho, y así despues de muchas demandas y respuestas, concluyó mi mayordomo en dar por Leonisa cinco mil, y por mí tres mil escudos.
De lo que a mí me pesa es, que estoy tan cerca de mi acabamiento, que no tendré lugar de verlo: muchas veces he querido preguntar a mi cabron qué fin tendrá vuestro suceso, pero no me he atrevido, porque nunca a lo que le preguntamos responde a derechas, sino con razones torcidas y de muchos sentidos, así que, a este nuestro amo y señor no hay que preguntarle nada, porque con una verdad mezcla mil mentiras, y a lo que he colegido de sus respuestas, él no sabe nada de lo por venir ciertamente, sino por conjeturas: con todo esto, nos trae tan engañadas a las que somos brujas, que con hacernos mil burlas, no le podemos dejar: vamos a verle muy léjos de aquí a un gran campo, donde nos juntamos infinidad de gente, brujos y brujas, y allí nos da de comer desabridamente, y pasan otras cosas, que en verdad, y en Dios y en mi ánima, que no me atrevo a contarlas segun son de sucias y asquerosas, y no quiero ofender tus castas orejas: hay opinion que no vamos a estos convites sino con la fantasía, en la cual nos representa el demonio las imágenes de todas aquellas cosas que despues contamos que nos han sucedido: otros dicen que no, sino que verdaderamente vamos en cuerpo y en ánima, y entrambas opiniones tengo para mí que son verdaderas, puesto que nosotras no sabemos cuándo vamos de una o de otra manera, porque todo lo que nos pasa en la fantasía es tan intensamente, que no hay diferenciarlo de cuando vamos real y verdaderamente: algunas esperiencias desto han hecho los señores inquisidores con algunas de nosotras que han tenido presas, y pienso que han hallado ser verdad lo que digo.
Las nuevas de su locura y de sus respuestas y dichos, se estendieron por toda Castilla, y llegando a noticia de un príncipe o señor que estaba en la corte, quiso enviar por él, y encargóselo a un caballero amigo suyo que estaba en Salamanca, que se lo enviase, y topándole el caballero un dia, le dijo:.
Una y muchas veces les aseguró Isabela estuviesen seguros que por su causa no sucederia lo que temian y sospechaban, porque aunque ella entónces no sabia lo que habia de responder a las preguntas que en tal caso le hiciesen, tenia viva y cierta esperanza que habia de responder de modo que, como otra vez habia dicho, sus respuestas les sirviesen de abono.
—Jamas pensé ni pude imaginar, hermosa Leonisa, que cosa que me pidieras trujera consigo imposible de cumplirla, pero la que me pides me ha desengañado: ¿es por ventura la voluntad tan lijera que se pueda mover y llevar donde quisieren llevarla? ¿ó estarle ha bien al varon honrado y verdadero fingir en cosas de tanto peso? Si a tí te parece que alguna destas cosas se debe o puede hacer, haz lo que mas gustares, pues eres señora de mi voluntad, mas ya sé que tambien me engañas en esto, pues jamas la has conocido, y así no sabes lo que has de hacer della, pero a trueco que no digas que en la primera cosa que me mandaste dejaste de ser obedecida, yo perderé del derecho que debo a ser quien soy, y satisfaré tu deseo y el de Halima fingidamente como dices, si es que se ha de granjear con esto el bien de verte, y así finge tú las respuestas a tu gusto, que desde aquí las firma y confirma mi fingida voluntad: y en pago desto que por tí hago, que es lo mas que a mi parecer podré hacer aunque de nuevo te dé el alma que tantas veces te he dado, te ruego que brevemente me digas cómo escapaste de las manos de los cosarios, y cómo veniste a las del judío que te vendió.
Todas estas demandas y respuestas revolví yo en un instante en la imaginación, y, sobre todo, me comenzaron a hacer fuerza y a inclinarme a lo que fue, sin yo pensarlo, mi perdición: los juramentos de don Fernando, los testigos que ponía, las lágrimas que derramaba, y, finalmente, su dispusición y gentileza, que, acompañada con tantas muestras de verdadero amor, pudieran rendir a otro tan libre y recatado corazón como el mío.
Durmió Sancho aquella noche en una carriola, en el mesmo aposento de don Quijote, cosa que él quisiera escusarla, si pudiera, porque bien sabía que su amo no le había de dejar dormir a preguntas y a respuestas, y no se hallaba en disposición de hablar mucho, porque los dolores de los martirios pasados los tenía presentes, y no le dejaban libre la lengua, y viniérale más a cuento dormir en una choza solo, que no en aquella rica estancia acompañado.
Con esto se acabaron las preguntas y las respuestas, pero no se acabó la admiración en que todos quedaron, excepto los dos amigos de don Antonio, que el caso sabían.
Bestia dijo don Quijote, ¿qué quieres que te respondan? ¿No basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan a lo que se le pregunta?.
En fin, al cabo de muchas demandas y respuestas, como la infanta se estaba siempre en sus trece, sin salir ni variar de la primera declaración, el vicario sentenció en favor de don Clavijo, y se la entregó por su legítima esposa, de lo que recibió tanto enojo la reina doña Maguncia, madre de la infanta Antonomasia, que dentro de tres días la enterramos.
Otras veces, como era tan discreto, respondía de manera que las respuestas venían bien con las preguntas, y, como nadie le apuraba ni apretaba a que dijese cómo adevinaba su mono, a todos hacía monas, y llenaba sus esqueros.
¡Ay cielos, y cuántos billetes le escribí! ¡Cuán regaladas y honestas respuestas tuve! ¡Cuántas canciones compuse y cuántos enamorados versos, donde el alma declaraba y trasladaba sus sentimientos, pintaba sus encendidos deseos, entretenía sus memorias y recreaba su voluntad!.
No, Sancho amigo respondió don Quijote, no me estaba a mí bien hacer eso, porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, aunque no sean caballeros, y principalmente a los que lo son y están encantados, yo sé bien que no nos quedamos a deber nada en otras muchas demandas y respuestas que entre los dos pasamos.
Ayudóle a levantar don Quijote y Tomé Cecial, su escudero, del cual no apartaba los ojos Sancho, preguntándole cosas cuyas respuestas le daban manifiestas señales de que verdaderamente era el Tomé Cecial que decía, mas la aprehensión que en Sancho había hecho lo que su amo dijo, de que los encantadores habían mudado la figura del Caballero de los Espejos en la del bachiller Carrasco, no le dejaba dar crédito a la verdad que con los ojos estaba mirando.
Estando en todas estas preguntas y respuestas, salió de la casa del jardín la bella Zoraida, la cual ya había mucho que me había visto, y, como las moras en ninguna manera hacen melindre de mostrarse a los cristianos, ni tampoco se esquivan, como ya he dicho, no se le dio nada de venir adonde su padre conmigo estaba, antes, luego cuando su padre vio que venía, y de espacio, la llamó y mandó que llegase.
Pero la suerte, que las cosas guiaba de otra manera, ordenó que, habiendo dejado Anselmo solos a Lotario y a Camila, como otras veces solía, él se encerró en un aposento y por los agujeros de la cerradura estuvo mirando y escuchando lo que los dos trataban, y vio que en más de media hora Lotario no habló palabra a Camila, ni se la hablara si allí estuviera un siglo, y cayó en la cuenta de que cuanto su amigo le había dicho de las respuestas de Camila todo era ficción y mentira.

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