Ejemplos con requetebién

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Francisco Bringas, de cuyos balcones se ha de ver muy requetebién toda la comitiva.
-Si eso es lo que sabe ella mu requetebién -murmuró el viejo, y después, dirigiéndose al Ecijano-.
-Estás mu bien, pero que mu, bien, pero que mu requetebién, estás pa que esta tarde no haiga flor que se puea comparar contigo en el huerto del Soniche.
Pero ahora créalo usté que me sentaría muy requetebién el beberla.
Bien, bien, requetebién.
También usted habló muy requetebién.
'''EL POLLO:''' José Gómez, Gallito, era un astro, y murió en la plaza, toreando muy requetebién, porque ha sido el rey de la tauromaquia.
Reos, como el homicida de María Lademet, salen de la prisión de Fresnes alegando que reinciden en el crimen porque están requetebién en dicha cárcel.
Usté supóngase que, el mu alma mía, se me ha dejao caer ofreciédome por los seis muletos y los dos potros dos mil pesetas, cuando las dos mil pesetas, como usté sabe mu requetebién, lo valen na más que el pasarle las manos por las ancas.
-¡Pero sí es si es usté no está enterá de to! ¿Uste sabe de quién es el mantón blanco de lanilla que lleva puesto esa der bigote? Pos el mío, seña Gertrudis, el mío, que me lo sacó el mu charrán de mi hombre de la gaveta una mañana, y mire usté que estuvo en un tris que yo no se lo cogiera. Supóngase usté que aquella mañana me veo yo salir a mi tormento ya vestío de la alcoba, y naturalmente, como yo sé mil requetebién que él tiée menos barriga que un gusano de seda, pos naturalmente, me llamó la atención verlo que no se podía abrochar la chaqueta ni el chaleco.
-¡Que si lo está! Osté no sabe na de eso, eso pa enterarse una miajilla tan siquiera sa menester emplear un día por lo menos en mirar ea una de sus faiciones, como que tiée unos ojos azules que a los mismísimos serafines se les podían engarzar en la cara, y una nariz que es un piñón, y una boca que cuando se sonríe yo me queo tonto, pero que tonto, mirándola, y una mata de pelo y un mo de platicar, poique ella sabe platicar rnu requetebién, y con un metal de voz que tiée que es una música, y si como cara es un primor, como cuerpo.
y la comadre se tapa tan requetebién lo que se tiée que tapar.
-Estoy la mar de contenta de ti, a ti al mandarte al mundo te mandaron pa cimbel, y como estoy contenta de ti, y yo tengo concensia, en vez de pagarte a razón de una púa diaria te voy a pagar a razón de cinco riales, y como llevas seis días aquí son seis veces sinco, y seis veces sinco son treinta riales bien contaos y mu requetebién contaos.
-Pos mira: lo mejor que hacemos es agüecar el ala y dirnos a ca del Frescales a tomarnos dos chatos del de los Moriles, que nos caerán la mar de requetebién, porque es que yo no he visto bálsamo más archisuperior pa cuando uno tiée pintaos al negro humo toítos los interiores.
-No, señó, pero es que a la Rafaelilla anda jaciéndole la ronsa, al mismo tiempo que él, Antoñico el Galafate, y como el Galafate tiée parneses, como usté sabe mu requetebién, y va siempre la mar de bien jateao, pos lo que pasa, a la muchacha la traen frita los suyos, aconsejándole que se deje de Cayetano y que le jaga cara al Antonio, al que mala puñalaica le den por el mal ange que tiene.
El hombre me decía que él diera los ojos de su cara por tenerte a la verita suya, pero que comprende que toa la razón la tiées tú manque él no te lo diga, porque le duele tener que dar su brazo a torcer, pero él comprende que tu madre jace bien en no querer dirse del lao de la sepurtura de su marío, tu padre, que de Dios haiga, y además dice que no jaces tú na demás, sino mu bien y mu requetebién, en no premitir en asepararte de la que te echó al mundo, porque la que no es güena hija no puée ser nunca ni güena mujer ni güena compañera.
-¡Hombre, a mí me parece usté mu requetebién! Pero ¿es que va usté a pedirme a mí la conversación?.
Pos bien: no he vinío poique er día úrtimo que fui a tu casa, al verte tan requetebién jateá, se me cayeron los palitos der sombrajo, como que no puées tú figurarte las ducas de muerte que he pasao, y er corazón me hubiera yo jugao a la raba aquel día por haberme poío poner elante e ti con cuatro plumas encarnás y cuatro plumas azules.

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