Ejemplos con repugnante

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Nada hay tan repugnante como la ciencia que se adquiere para obtener un título académico y ganarse un sueldo con él.
Como estaba prohibido el vino en el Seminario ni se consentía tener botellas, servíanse, para guardar el vino, de un expediente repugnante: lo metían en orinales, y de ellos bebían, a modo de cuenco.
La tal casa, en donde al Destino plugo juntarnos pasajeramente, era repugnante de todo punto.
Pero sea lo que quiera del resultado ético de tales novelas, y aunque se diga, quizá con razón, que, más que a malos pensamientos, provocan a asco, siempre será verdad que el género es detestable, no ya por inmoral, sino por feo, repugnante, tabernario y extraño a toda cultura, así mundana como estética.
Lo que nunca vió bien claro don Simón fué lo repugnante del papel que él mismo desempeñaba entre aquellos hombres, de cuya conducta, y con razón, se escandalizaba.
Vió al mocetón brutal y membrudo con la espada de la guerra, al arquero de sonrisa repugnante con las flechas de la peste, al avaro calvo con las balanzas del hambre, el cadáver galopante con la hoz de la muerte.
Monstruos horribles y disformes aleteaban en espiral sobre la furiosa , como una escolta repugnante.
¡Ay, la mala hembra! ¡Qué franqueza tan cruel la suya! ¡Qué deseo de acabar de una vez, de plantearle descarnadamente lo anormal y repugnante de la situación! Podía haber seguido engañándole, negar una vez más, mantenerlo en la dulce ceguera que le adormecía, sin fuerzas para buscar la verdad.
Mientras el ingeniero detallaba sus explicaciones, el médico, asombrado por la enorme mole de las dos torres ardientes que parecían servir de pilares al firmamento, pensaba en el culto del fuego, en la adoración de las razas antiguas al gran elemento creador y destructor, en los ídolos ígneos que cocían dentro de su vientre, en repugnante holocausto, las víctimas humanas.
Lo que llamaban amor las gentes corrompidas era un pecado repugnante, propio de gentes sin religión.
¡Ser padre, y tener que ocultarlo como un crimen! ¡Querer a mi hija con un cariño que se acrecienta más y más conforme se aproxima la muerte, y tener que sufrir que la gente tome este afecto tan puro por algo repugnante!.
Al volver a la tranquilidad del claustro alto, después de la diaria exhibición de las riquezas, Gabriel encontraba más repugnante e intolerable la miseria de las Claverías.
Era un buenazo, no sabía plantarle cara al repugnante avaro, y éste lo iba chupando lentamente hasta devorarlo por entero.
¡Oh!, ¡qué mundo, qué mundo aquel tan injusto y tan asqueroso! ¡Con cuánta razón se resistía a entrar en él Lilí, aquel ángel del Señor tan puro y tan bello! Y a este recuerdo, con la rapidez con que se muda la decoración en una comedia de magia, sustituyó en su mente la imagen de la niña al Madrid injusto y asqueroso que provocaba sus iras, y quedaron frente a frente, embargando todo su entendimiento, la celestial figura de Lilí, derramando luz vivísima del cielo, y el montón de lodo repugnante y hediondo, la charca sucia y cenagosa que acababa de formar ella con tanta saña, haciendo examen general de toda su vida Currita creyó ver una cloaca a la pura y rosada luz del alba, creyó ver el infierno a la luz del paraíso y se sintió confundida y se juzgó condenada, porque aquel montón de lodo era ella misma y aquel resplandor de Lilí era la luz de Dios, único criterio de moral, independiente de míseras condescendencias sociales, a que deben de ajustarse los actos humanos.
Diógenes, muy postrado, con la repugnante cabezota hundida en las almohadas, tendidos ambos brazos sobre la colcha, y arrollando entre las manos las sábanas sin notarlo, comenzaba a sentir de nuevo aquel horrible sopor, aquel letargo siniestro que le había atormentado la noche antes Adelantóse el fondista unos pasos, dejando la puerta entreabierta, y díjole en voz alta:.
¡Cosa singular! Los que con más ahínco clavaban el diente y más satisfechos corrían de un lado a otro comentando la noticia, eran los ellos y las ellas que la tarde antes honraban a Currita en la Castellana como a una reina y se aprestaban a honrarla del mismo modo aquella noche en el baile del marqués de Butrón, que no parece sino que en ciertas sociedades quita la envidia con una mano lo que la adulación da con la otra, sin comprender que mientras más al desnudo deja la deformidad del ídolo que adora, más indecoroso y repugnante aparece el culto que le tributa.
En la puerta del Mercado vendíanse narices de cartón, bigotes de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla, otras con una frente inmensa, espantosa, caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes, narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta, sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde.
Nadie como Porras para dar un buen consejo, ninguno mas discreto y atinado para el arreglo de un asunto grave, nadie como mi amigo para hacer un beneficio, sencilla y noblemente, del modo más natural, sin lo repugnante y forzado que tienen en Villaverde la abnegación y el desprendimiento.
Al finpensaba ella para consolarse, el señor Cuadros, aunque ramplón y vulgarote, era un hombre aceptable, y no tenía que resignarse ella, como otras mujeres, a buscar la protección de un valetudinario repugnante.
Entre una y otra representación tocaban las músicas alegres polcas, y la granujería de siempre, agarrada de un modo repugnante, improvisaba academias de baile en las aceras, chocando muchas veces contra las mesas donde las buenas mozas de vestido almidonado, pañuelo de seda y cara bravia vendían garbanzos tostados, orejones y ciruelas pasas.
Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes, bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades, diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas, gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra, payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de ¡al higuí! golpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.
Un hedor repugnante de carne cruda impregnaba el ambiente, y sobre la línea de mostradores ostentábanse los rojos costillares pendientes de garfios, las piernas de toro con sus encarnados músculos asomando entre la amarillenta grasa con una armonía de tonos que recordaba la bandera nacional, y los cabritos desollados, con las orejas tiesas, los ojos llorosos y el vientre abierto, como si acabase de pasar un Herodes exterminando la inocencia.
Ni los puestos de fruta que cambian de domicilio en estos días, ni las tiendas de juguetes que se salen al arroyo, ni las muchísimas encantadoras cursis en edad de merecer que andan de acá para allá, seguidas de sus madres o empresarias, en busca de un mediano casamiento, son suficientes a quitar al mortuorio mercado del otoño madrileño su aspecto repugnante y desconsolador.
Desgarbada, verde, larga de piernas y brazos, con el cuello de agarrotada, las manos huesosas, la mirada repugnante, aunque impregnada de cierta melancolía, la boca inútil para la risa,—meteoro fisonómico que en ella es una atroz descomposición,—sin armonía en las facciones, con la boca algo distante de la nariz, con la nariz demasiado cerca o demasiado lejos de los ojos, con los dientes dislocados, con las orejas un poco grandes.
Quite allá es repugnante Dos mujeres pegándose.
Hace un rato, verás ¡qué cosa tan extraña! Me acordé de un pobre que me pidió limosna esta mañana Era un infeliz que tiene una pierna deforme y repugnante, llena de úlceras Me pidió limosna y le arrojé una moneda de cobre, diciéndole con horror: Quítese usted de delante de mí, so pillete.
Era un hombre cubierto de andrajos, y que andaba con un pie y una muleta, la otra pierna era un miembro repugnante, el muslo hinchado y cubierto de costras, el pie colgando, seco, informe y sanguinolento.
Mas para que el triunfo fuese completo era menester que a Maxi le entrase una enfermedad asquerosa, repugnante y pestífera, de esas que ahuyentan hasta a los más allegados.
Las viviendas, en aquella segunda , eran más estrechas y miserables que en la primera, el revoco se caía a pedazos, y los rasguños trazados con un clavo en las paredes parecían hechos con más saña, los versos escritos con lápiz en algunas puertas más necios y groseros, las maderas más despintadas y roñosas, el aire más viciado, el vaho que salía por puertas y ventanas más espeso y repugnante.
—¡Buenos dias, morralla!—contestó el enemigo de Dios, regalando una repugnante risa de su fea y desaseada boca a los insolentes mozuelos.

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