Ejemplos con regaladamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Carmencita, en este momento mecía a su muñeca regaladamente, sentada en un taburete en el hueco profundo de una ventana.
Cuando la niña llegó a Rucanto, la instalaron regaladamente en el gabinete de Narcisa, entraba con ella en casa la abundancia, y tras la primera mirada inquisitorial y hostil, los sobrinos de don Manuel tuvieron para la intrusa una displicencia tolerante, única tregua de paz que se le concedió en aquella mansión belicosa.
¡Se escapó! ¡Figúrate lo que harán esas malditas cuando estén solas! Se comen más palomas y gallinas que yo, rompen los huevos, y resulta que hago gastos para mantenerlas regaladamente.
¡Oirlo nosotros, y bajar el cristal de la ventanilla, todo fué una sola cosa! Hecho lo cual transformamos el coche en fonda, y cenamos tranquila, profusa y regaladamente: que para eso llevábamos el anunciado cesto de provisiones, en que no faltaba ningún perfil, pues, a más de comestibles de buena ley, contenía frascos de agua y botellas de vino, café del mismísimo Aden y máquina para hacerlo, velas con que alumbrarnos , y otros muchos refinamientos de sibaritismo y de , que ni tan siquiera concibieron los antiguos emperadores romanos.
Estando, pues, los dos allí, sosegados y a la sombra, llegó a sus oídos una voz que, sin acompañarla son de algún otro instrumento, dulce y regaladamente sonaba, de que no poco se admiraron, por parecerles que aquél no era lugar donde pudiese haber quien tan bien cantase.
Mucho y muy regaladamente debió de dormir aquella noche el matrimonio agareno entre los matorrales del camino, pues no serían menos de las nueve de la siguiente mañana cuando llegó al pie de Cabo-Negro.
Y, cuando se hubo saciado y pasado a la terraza, a respirar el aire, regaladamente, Berenice murmuró, con emoción profunda:.
En fin, Poldy se allanó a tratar a la cigüeña sin que nadie se la presentase y sin saber quién era ni cuántos cuarteles tenía, dio también hacia ella algunos pasos, y extendió la mano y le tocó regaladamente la cabeza.
Ya se zampaba regaladamente un vaso de vidrio, ya se daba una ducha con manga de riego, ya se tragaba un tenedor, ya se liaba a dentelladas con un perro de presa o con un gato enrabizado y furioso.
Y estos tales campan por sus respetos en todo París, viviendo regaladamente de timos, de robos a mano armada, de las viciosas artes de malas pécoras, de asesinatos y del terror, mientras el Sr Bativelli, dice Le Matin, «fué honrado y trabajó durante sesenta años, así, pues, tuvo que suicidarse vencido por la miseria».
Oíanse cantar regaladamente los cisnes, que en verdad cantan.
Pues con estos cuidados y estos discursos, con esta prudencia y esta habilidad en manejar los negocios, reunía un desarreglado lujo en su método de vida, en el beber y en desordenados amores, grande disolución y mucha afeminación en trajes de diversos colores, que afectadamente arrastraba por la plaza, una opulencia insultante en todo: lechos muelles en las galeras para dormir más regaladamente, no puestos sobre las tablas, sino colgados de fajas, y un escudo que se hizo de oro, en el que no puso ninguna de las insignias usadas por los Atenienses, sino un Eros armado del rayo.
Todos triunfaban y vivían regaladamente escalando cada día un lugar más elevado, mientras él, el pobre y desvalido Pecado, permanecía siempre en su nivel de miseria, insignificante, sin que nadie le hiciera caso ni fuese por nadie distinguida su persona en el inmenso mar de la muchedumbre.

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