Ejemplos con recua

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El conflicto se hizo físico cuando Basilio y su amigo Gregorio Nacianceno marcharon con una recua de mulas a recoger provisiones del monasterio de San Orestes, que estaba bajo la autoridad de Basilio.
Lo que estoy pensando tres años hace, desde que conocí que en esta recua siempre había de tocarme ir a la cola, lo que hubiera hecho entonces a tener el remedio entre las manos, como le tengo hoy: sacar a más de cuatro fachendosos a la vergüenza pública, y largarme en seguida con la música a otra parte.
Y eso que tenía cerca el ferrocarril, y los ríos podía remontarlos en buques de vapor en vez de ir a remo, y el trasatlántico me traía en menos de un mes los encargos de Europa Entonces me di cuenta de lo que hicieron los primeros españoles, sin otros medios de comunicación que la recua o la carreta, teniendo que echar seis u ocho meses para recorrer distancias que hoy salva el ferrocarril en dos o tres días.
En esta y otras discusiones entreveradas de somnolencias, pasaron parte de la noche, y a la madrugada sintieron el barullo de la salida de Prim con sus batallones y la recua de mulas.
-Bruno, quisiera reírme, y la risa se me convierte en llanto, y las burlas en ira contra ti y toda esa recua de mentecatos que no sueñan más que con trifulcas: esos son los Milagros y Centuriones, que por pescar el pececillo de un destinejo son capaces de secar un río si pueden, y por coger la fruta de un árbol le dan por el tronco.
En el cuadrante un clérigo melancólico, pensativo, fumando, como un árabe delante de su tienda, en el corredor baja de las Casas Municipales un policía haraposo, con el fusil al hombro, paseándose, y allá por la Calle Real, centro del miserable comercio villaverdino, una recua, un pordiosero, y el doctor Sarmiento, muy de prisa, echado el sombrero hacia la nuca, figura invariable, tipo eterno del médico de las poblaciones cortas.
Cuando la recua se alejó, salieron de su escondite y siguieron la marcha.
No tardó en aparecer una recua de mulos: el arriero montado sobre uno de ellos.
Venían luégo otros cuatro asnos de la misma recua, convertidos en cabalgaduras de dos mujeres de fisonomía, edad y clase medianas y de dos hombres por el mismo estilo, uno de ellos con gorra de cuartel, en que brillaba la modesta insignia del Subteniente de ejército, y el otro con medias negras de lana y todo el corte de sacristan o de meritorio del oficio.
Á todo esto, el hombre a caballo se venía encima, y pronto se halló a distancia de ser examinado minuciosamente por la gente de la recua, con lo cual dió punto la centésima cuestion que llevaban armada aquel dia los imberbes, empecatados estudiantes.
Antojósele en esto a uno de los arrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua, y fue menester quitar las armas de don Quijote, que estaban sobre la pila, el cual, viéndole llegar, en voz alta le dijo:.
Ordenó, pues, la suerte, y el diablo, que no todas veces duerme, que andaban por aquel valle paciendo una manada de hacas galicianas de unos arrieros gallegos, de los cuales es costumbre sestear con su recua en lugares y sitios de yerba y agua, y aquel donde acertó a hallarse don Quijote era muy a propósito de los gallegos.
Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo, y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua.
Digo, pues, que después de haber visitado el arriero a su recua y dádole el segundo pienso, se tendió en sus enjalmas y se dio a esperar a su puntualísima Maritornes.
Viendo, pues, los gallegos el mal recado que habían hecho, con la mayor presteza que pudieron, cargaron su recua y siguieron su camino, dejando a los dos aventureros de mala traza y de peor talante.
Fue un entierro en esta forma: venían envainados en unos sayos grandes de diferentes colores unos pícaros, haciendo una taracea de mullidores, pasó esta recua incensando con las campanillas, seguían los muchachos de la dotrina, meninos de la muerte y lacayuelos del ataúd chirriando la calavera.
¡Era yo! Manejaba la ecuestre recua con un látigo de cháguara que no tenía fin, al grito infernal de: ¡ pape satán ! ¡ pape satán alepe ! Mi traje consistía en un cuero de jaguar, los brazos del animal formaban las mangas, las piernas, los calzones, lo demás cubría el cuerpo y, por fin, la cabeza con sus colmillos agudos adornaba y cubría mi frente a manera de antiguo capacete.
En muriendo el arriero se sabrá de quién es la recua.
Con más o menos recua, arrieros somos todos, que en el mundo nos encontramos, y el bien que aquí se nos cae de la mano, porque no nos hace falta, a lo mejor florece donde nos viene de perlas.
Si hubiesen estado solteros, bueno, con la recua de la mujer y de los hijos, no, el casado casa quiere.
y encamine usté la recua a mi casa.
-No me negarás, hijo, que esta recua de bestias, que por un vaso de vino y cuatro mentiras mal hilvanadas, han perdido las Indias que tenían a la vera de don Román, andando los días han de dormir la mona en las callejas, y así han de jalar del mango de la herramienta, como yo bendecir de Padre Santo.
Miren cómo alegran el camino la acansinada recua, el arriero que dormita delegando su misión en el liviano, la galera que cruje amenazando romperse en las desigualdades del terreno, algún que otro poderoso de los caseríos próximos, que pregona lo holgado de su vivir merced a lo flamante de su indumentaria y a lo bien enjaezada que luce la fuerte cabalgadura, el ventorrillero que reposa bajo el verde parral con la barba en el pecho y sobre el abdomen las encallecidas manos, y miren cómo delante de una de las blancas alcubillas, medio oculta entre los pencares, rompe el tono áureo del camino con la nota brillante de su rojo zagalejo y de su chaquetilla gris una moza de robusto y de gallardo empaque que vuelca sobre el enorme cántaro el cubo rebosante de agua fresca y cristalina.
-¿Qué pienso hacer? -dijo Simón con su poquito de rescoldo- Lo que estoy pensando tres años hace, desde que conocí que en esta recua siempre había de tocarme ir a la cola, lo que hubiera hecho entonces a tener el remedio entre las manos, como le tengo hoy: sacar a más de cuatro fachendosos a la vergüenza pública, y largarme en seguida con la música a otra parte.
-¡Váyanse ustedes con una recua de demonios! -exclamó el maestro, echando lumbre por los ojos y tirando al suelo el libro y el lápiz.
En efecto: por una calzada que atravesaba un castañar, situado a tiro de piedra de la casería, asomaban el cura y su sobrino Mateo, cabalgando en sendas mulas, seguidos de, una recua que conducía el equipaje del indiano.
Le encontramos en Lodosa con su recua.
Quijote en sus horas de melancolía soñolienta, dejaba tomar al caballo el paso que quisiese, y contemplaba las vagas líneas del horizonte, o las nubes, si por acaso las había en el cielo, o las ondas de polvo que el viento llevaba consigo, arreándolas como a una recua de fantasmas.
«Oiga usted, don espantajo -le dijo a gritos-, ¿cree usted que estoy yo aquí para aguantar sus necedades? A la calle todo el mundo, váyase usted al momento de mi casa, y llévese toda su recua.
En esta y otras discusiones entreveradas de somnolencias, pasaron parte de la noche, y a la madrugada sintieron el barullo de la salida de Prim con sus batallones y la recua de mulas.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba