Ejemplos con recoveco

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al norte y en un recoveco de la montaña, se encuentra la balsa de San Lorenzo, este es un gran estanque rodeado de cañas y con la fauna autóctona del Parque Natural de la Albufera.
Pero este salió a manifestarles con más burla que ira la inutilidad de su expedición, porque el enemigo se había retirado a un recoveco más inabordable y escondido, al cual no podrían llegar los barcos españoles si no se trocaban en anguilas.
Viendo el fantasma del Archipiélago que los locos persistían en su desvarío, desplegó contra ellos una niebla que en sus velos densísimos los envolvió, cegándolos para que no pudieran andar un paso. Las hélices daban unas cuantas estrepadas lentas, y en seguida tenían que parar. Aun en estas condiciones, persistieron en su temeridad, y aprovechando las claras de la niebla llegaron hasta el mismísimo Abtao, que era llegar al interno cubículo donde el monstruo habitaba. Pero este salió a manifestarles con más burla que ira la inutilidad de su expedición, porque el enemigo se había retirado a un recoveco más inabordable y escondido, al cual no podrían llegar los barcos españoles si no se trocaban en anguilas.
Lo mismo pasa en cualquier recoveco de alambrado que no alcancen a evitar los animales en marcha, y, amontonándose para tratar de calentarse, pronto encuentran, en fúnebre promiscuidad, el frío que no se quita.
En medio de la muchedumbre que seguía rodeando a la comitiva del Bando, se hallaba, como sumido diremos, don Bautista el boticario, atisbando con un ojo perspicaz y empañado en apariencia cuanto allí pasaba, observándolo todo con un sumo interés, y arrebatando a cada uno de los que caían bajo su sagaz examen el cecreto de sus deseos y de sus más íntimas aspiraciones: metido, acurrucado en el recoveco que formaba con la pared una de las pilastras del Palacio veía y escudriñaba, sin ser visto según él creía, no obstante que por las miradas desconfiadas que de vez en cuando repartía a su derredor, hubiera podido sospecharse que el hombre tenía cola de paja, como vulgarmente se dice.
Si entrábamos en un café y en una mesa había un cubierto olvidado o una azucarera y el camarero se distraía, hurtábamos ambas, y ya en los mostradores de cocina o en cualquier otro recoveco, encontrábamos lo que creíamos necesario para nuestro común beneficio.
Quizá fuera yo el que lo matara, quizá fuera el Astrólogo, el caso es que había arrojado mi vida a un recoveco monstruoso, en el que los demonios jugaban con mis sentidos como con los dados metidos en un cubilete.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba