Ejemplos con recortándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Completaba la lejanía la cima de la , recortándose sobre el cielo con cierta dureza de paisaje flamenco en sus contornos exactos y marcados, de un verde obscuro límpido.
Y mientras el viento cesaba por completo y en el aire aún abrasado Yaguaí arrastraba por la meseta su diminuta mancha blanca, las palmeras, recortándose inmóviles sobre el río cuajado en rubí, infundían en el paisaje una sensación de lujoso y sombrío oasis.
Romana notó, con agradable admiración, que ese día su marido se mudaba, se acicalaba, se afeitaba cuidadosamente, recortándose los cuatro pelitos de la calva, y se ponía la levita, anticuada por desuso, y colmó su satisfacción el anuncio de que tenían palco en Lara, donde acabaron la noche divertidísimos, riendo como tontos con las ocurrencias y los gestos de Rodríguez.
Iluminada por la luna, que ya era llena, su escueta figura, la cabeza, manos y pies aparecían como de una cerámica recocha, recortándose sobre el cielo.
Miré con ansiedad hacia donde me señalaba el dedo de don Serafín, y, en efecto, vi cuanto el cesante me iba nombrando, alzándose sobre un cerro amarillento y pelado, y recortándose sus perfiles en el azul purísimo de un cielo incomparable.
Aquella figura profética, deífica, apostólica, fluctuando entre dulce y amenazadora, recortándose sobre el fondo dorado de la arena bañada por los últimos rayos del sol, abrillantada por el contraste con la sombría verdura del follaje, semejaba la imagen escuálida de un patriarca bíblico, arrancada de las tablas de alguno de los maestros italianos del Renacimiento.
Al través de los inmensos ventanales de la estufa, convertida en recinto de la Exposición, divisábase por entre boscajes de mirtos, laureles y rosas, el zafiro azul del mar, donde recortándose sobre el fondo violeta del crepúsculo, incendiado por el sol poniente, en mágicas llamaradas de oro ondulaban, semejantes a rotas alas, las velas latinas.
Bello es, sin duda, que una mujer se resigne por amor a vivir en una buhardilla, pero la belleza está en la resignación, en que su idea es más alta que la realidad, mientras que ahora no ocurre eso, sino que la mujer, perdiendo su antigua concepción de la vida familiar, recortándose como la figurita de un cromo, considera el «pisito» como su «bello ideal», y se hunde en los abismos de lo ridículo hablando de ensueños de amor, cuyo marco invariable es la «casa de muñeca», donde el alma está encogida por el sentimiento de lo pequeño y de lo artificioso.

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