Ejemplos con rastrojos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ya son pocos los ovinos trashumantes: quien no dispone de extensos pastizales propios para ellos prefiere desplazamientos más cortos, desde montañas, penillanuras y riberas a los rastrojos cerealistas de las llanuras.
Pero se pierde mucha materia orgánica, y en los últimos años diversos estudios recomiendan el cese de la quema de rastrojos para evitar erosión y desertización.
Aseguraba el exclusivo uso para el ganado de cañadas y el aprovechamiento de baldíos, barbechos y rastrojos.
Hay opiniones que relacionan estos incendios con las modalidades de la producción agropecuaria en la Argentina, donde, aunque es ilegal, resulta habitual la quema de pastizales y rastrojos.
Rastrojos: su denominación proviene de los tiempos del Fundo El Tambo en el que después de las cosechas las personas concurrían a retirar los restos o rastrojos de ella a ese lugar.
Una de las partidas con armas que mandó San Martín fue ocultada desde el mes de septiembre en la propiedad de Los Rastrojos.
Llega hasta Teno y habla con Villota, despacha a Godomar desde Los Rastrojos, y se mete por las calles de San Fernando con modestas vestiduras de arriero, mientras la gendarmería realista empieza a buscarlo por lejanos sitios.
En la época de la reconquista española, la guerra de montoneras declarada por Manuel Rodríguez desde Colchagua al Sur, produjo batidas a fondo de las tropas del gobernador Casimiro Marcó del Pont, por terrenos de esta región, ya que el húsar de la Muerte , hizo suyos los bosques de Naicura y la Hacienda de Rastrojos, en las periferia de San Vicente de Tagua Tagua, cercano al Tambo, donde tenía alguna de sus bases clandestinas.
Las casas de Quincha aun se construyen en la actualidad, y aun se pueden ver como casa en Requehua, Rastrojos o El Tambo.
Además de lo anterior, se puede decir que en el Municipio existen áreas de malezas, rastrojos y bosques naturales como se mencionó en el uso actual del suelo en apartes anteriores.
Los campos estaban cubiertos de rastrojos de la cosecha reciente.
Muchos caerían aún en las últimas convulsiones de la batalla que continuaba a sus espaldas, agitando con un trueno incesante la línea del horizonte Vió pantalones de grana que emergían de los rastrojos, suelas claveteadas que brillaban en posición vertical junto al camino, cabezas lívidas, cuerpos amputados, vientres abiertos que dejaban escapar hígados enormes y azules, troncos separados, piernas sueltas.
Aparecen, acá y allá, solitarios, cenicientos, los olivos, las manchas amarillentas de los rastrojos contrastan con la verdura de los pámpanos.
Cloqueaban las gallinas, cantaba el gallo, saltaban los conejos por las sinuosidades de un gran montón de leña tierna, y vigilados por los dos hijos pequeños de Teresa, flotaban los ánades en la vecina acequia y correteaban las manadas de polluelos por los rastrojos, piando incesantemente, moviendo sus cuerpecillos sonrosados, cubiertos apenas de fino plumón.
En las eras amontonábase la paja formando colillas de oro que reflejaban la luz del sol, aventábase el trigo entre remolinos de polvo, y en los campos desmochados, a lo largo de los rastrojos, saltaban los gorriones buscando los granos perdidos.
Y aquí, y allá, y más allá, y por todas partes, en sabanas, vertientes y rastrojos, áureo centelleo de amarillas flores, precursoras de los días lúgubres y melancólicos de la primera semana de noviembre.
Después las brumas entristecen los paisajes, y con ellas, puntuales mensajeras del plañidero noviembre, llegan a las dehesas y se esparcen por laderas y rastrojos las flores amarillas.
El triste Octubre prodigaba en laderas y rastrojos amarillas flores, y al soplo del viento que pasaba susurrando, los fresnos se estremecían y dejaban caer las muertas hojas.
La claridad aumentaba por grados, distinguíamos los rastrojos, las yerbas agostadas, y después las bayonetas de la infantería, las bocas de los cañones, y allá a lo lejos las masas enemigas, moviéndose sin cesar de derecha a izquierda.
En esto, sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos que, sin perdón, así se llaman tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a don Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida, y así, con estraño contento, llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte, armado y con lanza y adarga, llenas de miedo, se iban a entrar en la venta, pero don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada, les dijo:.
A su espalda tenía un hermoso jardín, cuya cerca ruinosa permitía ver, por entre numerosas grietas, los elevados árboles, las calles cubiertas de rastrojos y muchas estatuas y fuentes.
morir del día y tiñen de rosa los rastrojos,.
En el trastorno de sus sentidos para todo lo que no fuese su idea temeraria, vio, como vagos espectros o apariciones, dos hombres agobiados por cargas de sarmientos, chiquillos vagabundos que apedreaban a los pájaros, se fijó en el vacío nido de cigüeñas prendido en la torre de la iglesia, miró el cielo azul, brumoso en el horizonte, el suelo abrillantado por la escarcha, las ovejas flacas que pastaban en los rastrojos, el lejano escuadrón de álamos sin hoja alineados en las márgenes del Tajo.
Las entonces escasas cosechas de aquella parte del país -hoy océano de trigo- estaban levantadas ya, los rastrojos tendían aquí y allí sus erizados felpudos, la hierba moría, reseca y terrosa, y el campo árido nos envolvía en densas polvaredas, mientras el sol nos achicharraba recalentando las agrietadas paredes del vehículo.
Lo que es rastrojos hoy, ayer fue charco,.
El sol echaba chispas allá arriba y parecía que iba a pegar fuego a los secos pastales y a los rastrojos.
Desde ese momento empezó una cacería loca a través de los rastrojos.
Cañuela era de opinión de descender a la quebrada y seguir hasta el valle, donde encontrarían bandadas de tencas y de zorzales, pero su testarudo primo deseaba ir más bien a través de los rastrojos, donde abundaban las loicas y las perdices, caza, según él, muy superior a la otra, y, como de costumbre, su decisión fue la que prevaleció.
Desenterrada la pólvora que ambos encontraron, después de palparla, perfectamente seca y calientita, y examinando prolijamente el fusil del abuelo, tan venerable y vetusto como su dueño, no restaba más que emprender la marcha hacia las lomas y los rastrojos, lo que efectuaron después de asegurar convenientemente la puerta del rancho.

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