Ejemplos con rasgando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una vez unió las estructuras, Kent las transformó: tirando paredes, rasgando plantas, quitando escaleras y desmantelando chimeneas.
Samara sobrevivió la sofocación y la caída y vivió en el pozo por siete días, rasgando sus uñas intentando salir por los lados.
El álbum cierra con Lennon, Clapton y Voorman rasgando sus guitarras contra los amplificadores para crear un feedback, mientras Yoko continúa gritando y el grupo abandona el escenario.
Décollage, en arte, designa a la técnica opuesta al collage, en lugar de construir una imagen a partir de la suma de otras imágenes o partes de ellas, aquélla es creada cortando, rasgando o eliminando de cualquier otra forma partes de la imagen original.
Engendrada en el seno recatado de aquella noche de abril, nacía la primera mañana de mayo, rasgando los tules cándidos de la aurora desenvolviéndose, con divina gracia, del manto azulino que la luna había puesto pálido de luz.
En lo alto del cielo, un astro poderoso centelleaba con intermitencias, rasgando la obscuridad.
Los ayudantes de Concha, creyendo que aún vivía el caudillo, le desabrocharon el impermeable y levita, haciendo saltar botones y rasgando ojales.
Mas tengo que rendirme a las brutalidades de una raza, que en sus accesos de locura suicida se divierte rasgando sus propias venas para morir de anemia.
Sentose Dido abandonada junto a la mesilla donde pasaba las horas escribiendo y rasgando cartas, e invitando al caballero a sentarse frente a ella, le preguntó el motivo de su visita.
Y la feroz , rasgando por su cuenta otro lienzo grande, que no era más que un pingajo corcusido, gritó: ¡Hija de la enconada!.
Dejé al pobre Riomesta en gran desesperación, tirándose de las barbas y rasgando el pañuelo azul que con airado gesto se quitó de la cabeza.
Mañana gozaré la primera alegría de mi vida, rasgando esta mortaja en pedazos pequeños, muy pequeños, para que nadie la pueda utilizar.
Revolvió Teresa todo su cuarto, buscando en el fondo de las arcas, rasgando lienzos, desliando vendas, mientras la muchacha lavaba y volvía a lavar los labios de aquella hendidura sangrienta que partía como un sablazo el carnoso hombro.
Hízolo así al cabo, rasgando el sobre por completo, y a la duda sucedió entonces en él la sorpresa y el azoramiento, encontróse con un pliego en blanco, de papel muy recio, doblado por la mitad en dos partes: en la superior destacábase, cuidadosamente pegado con goma, un gran sello de lacre verde, del diámetro de medio duro Al pronto no distinguió bien Jacobo lo que era aquello, llegaba la luz muy debilitada, filtrándose por los visillos del balcón y la gran cortina de tul bordado, en una sola pieza, que arrancando de los lambrequines de damasco amarillo llegaba hasta el suelo barriendo la alfombra.
De tiempo en tiempo, un cohete de arranque subía rasgando los aires, estallaba en las alturas, y se deshacía en chorros de fuego, en luces blancas, verdes, rojas, que esmaltaban con los colores nacionales el obscuro cielo.
Pero aún queda esperanza: de repente acorta el paso, sigue despacio, parece que duda, vacilando entre la cita y el deber Por fin acelera la marcha, se aleja casi corriendo, y allá, en lo alto de la calle, se pierde confundida en un grupo de gente, mientras don Juan, humillado y rabioso, murmura entre dientes, rasgando el visillo del balcón:.
Atrajeron mi atención aquellos seres juguetones y enredadores: todos se reían con infantiles carcajadas y entremezclándose volaban, rasgando nubes, esparciendo flores con el batir de sus alas de pollo y dándose de coscorrones al chocar unas con otras las rubias cabecitas.
-Ya lo oyes, Gedeón -añadió el atildado célibe, rasgando su boca hasta los oídos, como si tras el gesto se dispusiera a dar el salto alevoso sobre su amigo para hincar en él el diente emponzoñado-, todos, aunque por diferente senda, hemos venido a parar al mismo punto: al presidio del matrimonio, en el cual lo menos que se pierde es la libertad del soltero, esa que nos permite vivir como el ave en el espacio, como el pez en el agua, tener por patria el mundo entero, y por soberano la voluntad, contemplar, en fin, el de la vida, con ojos serenos, sin que nos amarguen aquellos instantes supremos las lágrimas de los que dejamos si nos necesitan en el mundo, o el regocijo de los que nos heredan, esos tiernísimos pedazos de nuestro corazón, llamados hijos.
Y el hombre de la yunta entre el sonar de las esquilas y el cántico de la vieja endecha, avanza rasgando el predio, y con la esteva mata las hierbas malas, y destruye los terrones hostiles, y dispone para obra venidera caudal inagotable de energías y riquezas.
Ana volvió a la vida rasgando las nieblas de un delirio que le causaba náuseas.
rasgando los lutos que esconden la esfera.
Don Cosme apartó con disgusto la vista del cadáver y pasó una mirada distraída sobre el luminoso panorama de los campos que despertaban rasgando con bostezos soñolientos la brumosa envoltura del amanecer.
A lo lejos sonaba la hora cantada por los serenos, rasgando vibrante la bochornosa calma de la noche estival, y los trasnochadores que volvían del café o del teatro deteníanse un instante ante las rejas para ver en su antro a los panaderos, que, desnudos, y teniendo por fondo la llameante boca del horno, parecían ánimas en pena de un retablo del Purgatorio, pero el calor, el intenso perfume del pan y el vaho de aquellos cuerpos dejaban pronto las rejas libres de curiosos y se restablecía la calma en el obrador.
Y esto lo ensartó el indianete descubriéndose la cabeza, encorvando el espinazo y rasgando la toca hasta los oídos.
»Entonces el Sumo Sacerdote, rasgando sus vestiduras, dijo, -¿Habéis oído la blasfemia? ¿Qué os parece?.
Pero cuando les llegó el segundo aviso, fue tanta la perturbación, que rasgando todos sus vestidos, reventaban en un grito y llanto deshecho, echando la culpa de todo a Mardonio, no tanto por la pena que les causase la pérdida de la armada naval, cuanto por el miedo que tenían de perder a Jerjes, ni paró entre los persas este temor y público desconsuelo en todo el tiempo que corrió desde la mala noticia hasta el día mismo en que, vuelto Jerjes a su corte, los consoló con su presencia.
De repente, sobre el coro, se alzó rasgando la sutil seda del aire estival una voz airada y plañidera.
Cuando vio que todo el pueblo estaba poseído de un mudo terror, arrojando el manto y rasgando la túnica dio a correr medio desnudo hacia la salida de la plaza, gritando que las Madres lo arrebataban.
-¿Y qué demonios quieres que te respondamos a una pregunta tan vaga y tan compleja? -contestó el pulcro, rasgando mucho la boca para enseñar todos los dientes.
A lo que respondió don Sotero, rasgando la boca un palmo más por cada lado, y haciendo una reverente cortesía:.

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