Ejemplos con réprobos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El cráter de Vulcano era considerado en aquel tiempo como la boca del infierno en la que se quemaban las almas de los réprobos.
¡Bendito padre Garau! Encargado de exhortar y fortalecer a los reos, lo había visto todo de cerca, y se hacía lenguas de los miles y miles de espectadores que acudieron de los diversos pueblos de la isla para presenciar la fiesta, de las misas solemnes con asistencia de treinta y ocho reos destinados a la quema, del lujoso atavío de caballeros y alguaciles, jinetes en briosos corceles al frente de la procesión, y de la piedad del gentío, que prorrumpía otras veces en gritos de lástima cuando llevaban a la horca a un facineroso, y permanecía mudo ante estos réprobos olvidados del Señor En aquel día se mostró, según el docto jesuita, el temple de alma de los que creen en Dios y de los que le desconocen.
Cuatrocientos cincuenta años llevamos en el cogote el agua del bautismoseguía vociferando el capitán Valls, y somos aún los malditos, los réprobos, como antes de la conversión.
Ocultábase en escondrijos subterráneos, temeroso de la luz, como los réprobos de una religión vergonzosa.
Justamente, el arcángel Miguel, que había venido de mala gana a la casa de aquellos réprobos, daba prisas a su Amo.
Ella no podía creer que los cristianos fuesen todos malvados y réprobos.
Y en alta voz, y delante de todos los jefes, dijo: ¡Por Alah! ¡Oh musulmanes! mi corazón siente una invencible aversión hacia ese extraño asceta y pienso que es uno de los réprobos que están desterrados de la puerta de la misericordia divina! ¡Rechazad a ese brujo maldito! ¡Creed al anciano compañero del difunto rey Omar Al-Nemán! ¡Despreciad a ese réprobo y apresurémonos a ir a Constantinia!.
Entretanto se había verificado el juicio final de la familia de Adán y Eva, no en el valle de Josafat, sino en el cometa llamado de Carlos V, y las almas de los réprobos fueron desterradas a otros planetas, donde hubieron de emprender nueva vida.
¡Eres blanca, efectivamente, como la lepra es blanca, y fétida, y sofocante! Y si te comparas con la nieve, ¿olvidas que en el infierno no sólo hay fuego, sino que en ciertos sitios la nieve produce un frío terrible que tortura a los réprobos más que la quemadura de la llama? Y al compararme con la tinta, ¿olvidas que con tinta negra se ha escrito el Libro de Alah, y que es negro el almizcle preciado que los reyes se ofrecen entre sí? Por último, y por tu bien, te aconsejo que recuerdes estos versos del poeta:.
infernal, quiero embriagarme, como los réprobos, con el placer de la venganza.
¿Pero que clamor de desesperación y delirio hiela de repente los corazones de todos? Elévase hasta las nubes, semejante en su aspereza al alarido de las almas de los réprobos, que se agitan por las bóvedas infernales.
Porque en verdad te digo, que el que quiere ser superior, el que aspira a subir a las encumbradas regiones del arte, el que siente que tiene las alas en los hombros, debe olvidarse de las infinitas miserias humanas, de las injusticias de la suerte, de las burlas del destino y debe esperar, con el ánimo del justo, aunque el dolor le tienda su arco, la hora cierta del triunfo de la razón, la hora de Dios, hora que ha llegado, que está llegando, que llegará siempre, aunque los réprobos y los malvados se multipliquen como los peces en el mar y los insectos de la tierra.
Por una multitud de crímenes infantiles encerraron a nuestro héroe en un colegio donde, a vuelta de dos o tres semanas de lloriqueos y protestas, encontró, para consuelo de sus penas, un amiguito ten travieso como él, y que atendía a la lista de los réprobos del severo instituto por el nombre de Luis Acosta.
Sin embargo, allí esta-ban aquellos seres réprobos.
«¡Orgía!, ¡orgía!», los réprobos gritaban:.
Semejaba ésta a un ángel rebelde que conservase todavía la gracia inefable de los cielos, aun después que el Eterno hubiese marcado sus divinas facciones con la sombría fealdad de los réprobos.
Habían desaparecido ya de su rostro la ingenua dulzura y aquel sello de inocente timidez que bastaba a distinguirlo de los demás hombres, como se distinguirá el justo de los réprobos el día de la ira.

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