Ejemplos con quitándonos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Que la nube nos estropearía la tarde quitándonos el regocijo de la merienda, ya no podíamos dudarlo viendo los goterones que nos mandaba el cielo, y que caían estampando en el camino redondeles como piezas de dos cuartos.
Pero la mala suerte o nuestra tardanza, ¡ay de mí!, quisieron que aquellos cálculos tan juiciosos salieran fallidos, pues apenas entramos en el pueblo, y cuando nos hallábamos reparando el cuerpo con unas sopas, fuimos detenidos y apaleados, se nos registró de la coronilla a los calcañales, quitándonos cuanto llevábamos, dinero, armas, cartas y papeles, y para remate de tanta picardía nos encerraron a los tres en el más pestilente calabozo de esta cárcel, donde pedimos a Dios y a la Virgen Santísima que los gruesos muros se vuelvan de cartón para escaparnos, o que a traernos la preciosa libertad venga una mano bienhechora.
Este caballero de meses, este nuevo Arratia, nos ha conquistado a todos, nos ha devuelto a todos la vida, la calma, la salud, quitándonos de los puestos que habíamos tomado en el terreno antiguo, para ponernos en nuevo terreno.
Ya tenemos aquí un medio ingenioso de permanecer en donde nos vaya bien. Efectivamente, ¡ingeniosa alegoría en que no ha pensado el autor! En quitándonos la venda social, en rompiendo la máscara del honor, podemos hacer nuestro gusto.
lo que la naturaleza va hilando de la vida, el cielo lo va devanando, y quitándonos los días.
Este caballero de meses, este nuevo Arratia, nos ha conquistado a todos, nos ha devuelto a todos la vida, la calma, la salud, quitándonos de los puestos que habíamos tomado en el terreno antiguo, para ponernos en nuevo terreno.
Que la nube nos estropearía la tarde quitándonos el regocijo de la merienda, ya no podíamos dudarlo viendo los goterones que nos mandaba el cielo, y que caían estampando en el camino redondeles como piezas de dos cuartos.
-¡Hombre! ¡Mire usted qué casualidad! En eso mismo he pensado estos días, sería una magnífica combinación, en la que usted, al fin y al cabo, no perdería nada, mientras que nosotros ganaríamos, quitándonos de encima un posible enemigo.
Hasta se puso de nuestro lado, ¡bien tarde ya!, la feliz casualidad de haberse suspendido en aquel instante las hostilidades entre el paisanaje y las tropas, quitándonos con ello el único cuidado que pudiera separarnos del moribundo.

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