Ejemplos con quité

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando sacudí el cilindro y me di cuenta de que material sólido dentro, quité la válvula y así pudo salir el polvo blanco del cilindro.
¡Pero si me la quité hace dos años y al día siguiente me llevaron a la cárcel en Veracruz!.
Desaté el paquete, le quité el papel, y apareció una caja de metal con su asa, y en ésta una llave sujeta por un cordón.
Hice un esfuerzo y me quité el pañuelo de la boca.
Le quité el borceguí con todo el respeto que me inspiraba, y al instante sacó, no sé de dónde, una blanda zapatilla, que por su propia mano se calzó sin esperar mi auxilio.
Yo tenía diez y ocho años, un morrión con un águila de cobre, que le quité a un muerto, y un fusil más grande que yo.
Al relato primitivo le quité su título de , empleándolo luego en otro de mis cuentos.
¿Te acuerdas que al despedirme de tí me quité del cuello una medallita, y te la di? Pues deseo que la conserves siempre, para que si un día te casas y tienes hijos se la des al que tú prefieras.
Yo le calenté bien la cabeza Toda aquella sabiduría que ahora tiene se la quité con las cosas que le dije Se volvió loco otra vez, señora, le prometí quererle como él me quiso a mí, y crea usted que hice la promesa con voluntad.
Inés me coserá la manga del casaquín que se me rompió ayer cuando me lo quité.
que salió Dionisio la plaza quité el.
Se calentó don Liborio contra él y quiso arrimarle unos cuerazos que cantara, mas yo se lo quité de la cabeza, porque pensé que se iba a poner brava la señora doña Rosa en cuanto que supiera que habían al taita Caimán.
El mismo soy respondió el caballero, y el tal don Quijote, sujeto principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le sacó de su tierra, o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza, adonde yo iba, y, en verdad en verdad que le hice muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el verdugo, por ser demasiadamente atrevido.
¡Porque vean vuestras mercedes clara y manifiestamente el error en que está este buen escudero, pues llama bacía a lo que fue, es y será yelmo de Mambrino, el cual se lo quité yo en buena guerra, y me hice señor dél con ligítima y lícita posesión! En lo del albarda no me entremeto, que lo que en ello sabré decir es que mi escudero Sancho me pidió licencia para quitar los jaeces del caballo deste vencido cobarde, y con ellos adornar el suyo, yo se la di, y él los tomó, y, de haberse convertido de jaez en albarda, no sabré dar otra razón si no es la ordinaria: que como esas transformaciones se ven en los sucesos de la caballería, para confirmación de lo cual, corre, Sancho hijo, y saca aquí el yelmo que este buen hombre dice ser bacía.
Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho, y juro por la orden de caballería que profeso que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin haber añadido en él ni quitado cosa alguna.
Dígolo porque ya habéis visto, señores, con manifiesta experiencia, el que de mí habéis recebido, en pago del cual querría, y es mi voluntad, que, cargados de esa cadena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso, y allí os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar, y le contéis, punto por punto, todos los que ha tenido esta famosa aventura hasta poneros en la deseada libertad, y, hecho esto, os podréis ir donde quisiéredes a la buena ventura.
«Honrar padre y madre»: -Siempre les quité el sombrero-.
-Eso hice por no hacer agravio al vino, que lo fuera comer torreznos y beber agua, aunque yo vino y tocino gastaba, y quise tan mal a los que creyeron en mí, que acá los quité la gloria y allá los perniles y las botas.
Me quité la histórica capa, me puse de pie, me acerqué a Epumer, y dirigiéndole palabras amistosas, le dije:.
Se la quité.
Tomaba las posturas que me cuadraban mejor, y calculando que lo que iba a hacer produciría buen efecto en el dueño de la casa y en los convidados me quité las botas y las medias, saqué el puñal que llevaba a la cintura y me puse a cortar las uñas de los pies, ni más ni menos que si hubiera estado solo en mi cuarto, haciendo la policía matutina.
Y entonces me quité el manto y lo tendí en el suelo, para que lo pisase el asna en que iba montado el Rabí.
Es más, te daré el retrato, que pa dártelo se lo quité a ella.
Se la quité y le di un golpe, mientras el niño me decía llorando: Es dé mi madre, que está enferma.
Y cuando habían transcurrido las tres cuartas partes de la noche, y empezaban a cantar los gallos, comenzó el hambre a torturarme, y poco a poco se hizo tan fuerte, que no podía resistir la tentación de la bandeja, y de pronto me puse de pie, quité el paño, comí hasta la saciedad, y bebí un vaso, y después dos, y hasta diez.
Total, que se fue el Moreno con su pana, y que yo me fui a la presidencia y me quité la montera y que el viajante me dijo:.
Yo cobrí de luto e xergas en este día quasi la mayor parte de la cibdadana cauallería, yo dexé, oy muchos siruientes descubiertos de señor, yo quité muchas raciones e limosnas a pobres e enuergonçantes, yo fuy ocasión que los muertos touiessen compañía del más acabado hombre, que en gracia nasció, yo quité a los viuos el dechado de gentileza, de inuenciones galanas, de atauíos e brodaduras, de habla, de andar, de cortesía, de virtud, yo fuy causa que la tierra goze sin tiempo el más noble cuerpo e más fresca juuentud, que al mundo era en nuestra edad criada.
Confieso que le tengo ofendido, pero pronto estoy para la enmienda: me ofrezco a pagar a este buen dios cien talentos en recompensa de las riquezas que le quité, y prometo a los atenienses por el rescate mío y el de mi hijo doscientos más si nos ponen en libertad.
Porque, ¿cómo podrá vivir ante las demás mujeres la que nunca pudo alcanzar compasión ni del marido ni del padre, y que mujer e hija parece que no han nacido sino para las desgracias y las deshonras de los suyos? Y si éste pudo tener alguna razón plausible, yo se la quité uniéndome contigo y dando testimonio contra lo que ejecutaba, pero tú ahora haces más disculpable su injusticia, mostrando que el reinar es tan grande y tan digno de ser disputado, que por él es justo dar muerte a los yernos y no hacer caso de los hijos”.

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