Ejemplos con pudiéndola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La virgen le insiste que lo haga, y entonces él siente la mano que le faltaba pudiéndola usar con normalidad.
Sus firmes patas le permiten alcanzar una velocidad considerable, pudiéndola utilizar para cargar contra el enemigo.
—Por mas ventura tuviera, valeroso caballero, que me llevaras contigo a Ingalaterra, que no que me enviaras a España, porque aunque es mi patria, y no habrá sino seis dias que della partí, no he de hallar en ella otra cosa que no sea de ocasiones de tristezas y soledades mias: sabrás, señor, que en la pérdida de Cádiz, que sucedió habrá quince años, perdí una hija que los ingleses debieron de llevar a Ingalaterra, y con ella perdí el descanso de mi vejez y la luz de mis ojos, que despues que no la vieron, nunca han visto cosa que de su gusto sea: el grave descontento en que me dejó su pérdida y la de la hacienda, que tambien me faltó, me pusieron de manera, que ni mas quise, ni mas pude ejercitar la mercancía, cuyo trato me habia puesto en opinion de ser el mas rico mercader de toda la ciudad: y así era la verdad, pues fuera del crédito, que pasaba de muchos centenares de millares de escudos, valia mi hacienda dentro de las puertas de mi casa mas de cincuenta mil ducados: todo lo perdí, y no hubiera perdido nada, como no hubiera perdido a mi hija: tras esta general desgracia, y tan particular mia, acudió la necesidad a fatigarme hasta tanto que no pudiéndola resistir, mi mujer y yo, que es aquella triste que allí está sentada, determinámos irnos a las Indias, comun refugio de los pobres generosos, y habiéndonos embarcado en un navío de aviso seis dias ha, a la salida de Cádiz dieron con el navío estos dos bajeles de cosarios, y nos cautivaron, donde se renovó nuestra desgracia y se confirmó nuestra desventura, y fuera mayor si los cosarios no hubieran tomado aquella nave portuguesa, que los entretuvo hasta haber sucedido lo que él habia visto.
Criticando, y con mucha razón, a sus padres, que pudiéndola hacer grande y cómoda, pues para ello habían tenido campo a discreción, habían cavado una vizcachera que no alcanzaba siquiera para toda la familia, una vizcacha joven y entusiasta del progreso exclamaba: «¡Pero si es una barbaridad!, haber hecho tan pocos cuartos, tan pequeños, con puertas tan angostas que no puede uno pasar sino de sesgo.

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