Ejemplos con puñal

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ir al monte con sus sabuesos, seguir la pista del oso, llegar a verle, apuntarle, herirle, ¡oh placer!, y, sobre todo, rematarle a puñaladas, luchando con la fiera cuerpo a cuerpo, brazo a brazo, solo, sin más testigos que sus perros, sin otro auxilio que el de su corazón impávido, su puño de bronce y su puñal de acero.
Lo esencial era que nunca cantaban la gallina, morían porque debían morir, que el héroe muere siempre a la postre, y no a manos de otros héroes, sino por el vil puñal.
Amaba la garlopa y el escoplo, y se pasaba días enteros sobre el banco, pero amaba mucho más su escopeta y su puñal.
Estos realistas flamantes se dejaron entre bastidores el puñal y el veneno de la escuela romántica, pero, en cambio, sacan a la escena una cara de viernes mil veces más indigesta.
De modo que, como con el cultivo de la inteligencia vienen los gustos costosos, tan naturales en los hispanoamericanos como el color sonrosado en las mejillas de una niña quinceña, como en las tierras calientes y floridas, se despierta temprano el amor, que quiere casa, y lo mejor que haya en la ebanistería para amueblarla, y la seda más joyante y la pedrería más rica para que a todos maraville y encele su dueña, como la ciudad, infecunda en nuestros países nuevos, retiene en sus redes suntuosas a los que fuera de ella no saben ganar el pan, ni en ella tienen cómo ganarlo, a pesar de sus talentos, bien así como un pasmoso cincelador de espadas de taza, que sabría poblar éstas de castellanas de larga amazona desmayadas en brazos de guerreros fuertes, y otras sutiles lindezas en plata y en oro, no halla empleo en un villorrio de gente labriega, que vive en paz, o al puñal o a los puños remite el término de sus contiendas, como con nuestras cabezas hispanoamericanas, cargadas de ideas de Europa y Norteamérica, somos en nuestros propios países a manera de frutos sin mercado, cual las excrecencias de la tierra, que le pesan y estorban, y no como su natural florecimiento, sucede que los poseedores de la inteligencia, estéril entre nosotros por su mala dirección, y necesitados para subsistir de hacerla fecunda, la dedican con exceso exclusivo a los combates políticos, cuando más nobles, produciendo así un desequilibrio entre el país escaso y su política sobrada, o, apremiados por las urgencias de la vida, sirven al gobernante fuerte que les paga y corrompe, o trabajan por volcarle cuando, molestado aquel por nuevos menesterosos, les retira la paga abundante de sus funestos servicios.
Ellos son la espuma que salpica la barca y también la ola que la lleva a seguro puerto, la nube que oculta la estrella y también la sombra que la hace resaltar, el puñal que hiere y que envenena y la mano que venda y que restaura, el chiste raquítico que rebaja y la oda resonante que eleva y dignifica, la multitud que recrimina y aplasta y el pueblo que corona y premia, los gusanos que destruyen el cadáver y las flores que crecen sobre las sepulturas.
La dulzura de su carácter, el odio que le inspiraba la violencia después de sus tres años de guerrillero, le hacían apartarse de los nuevos camaradas, que soñaban con hecatombes por la dinamita y el puñal para aterrar al mundo, obligándolo a aceptar por el miedo las nuevas doctrinas.
Quizá el vecino afilaba el puñal, quizá lo estaba envenenando.
Otro ruido extraño vino a aumentar su zozobra: oyóse un ligero golpe metálico, argentino, semejante al de la hoja de un puñal chocando con precaución sobre una superficie cristalina o marmórea, después, a intervalos y por largo rato, un ruido sordo de algo que frotaba con rapidez y ligereza.
¿Dónde están los tejidos de pura seda que un puñal no podía atravesar? ¿Dónde los terciopelos que pasaban de abuelos a nietos, como si acabasen de salir de la tienda? Aquello acabó, y ahora sólo queda la sedería de Lyón, mírame y no me toques , algodón malo, géneros que no duran un año, porquerías con las que van tan orgullosas estas señoritas del día.
Colgando de los brazos o en el fondo de dos bolsones de lienzo, llevaban las medias de lana burda y asfixiante, los calcetines ásperos que un puñal no podría atravesar.
Tenía algo, mucho, del amigo ingenuo que nos ha pintado a maravilla Edmundo de Amicis en uno de sus libros más hermosos, de ese cruel amigo que nos domina desde el primer día, que nos subyuga, que nos hace sus esclavos, sin que nos sea dable rebelarnos en contra de él, que con una frase nos parte medio a medio, y que, riendo, del modo más natural, en presencia de todos, sin discreción ni consideraciones de ninguna especie, nos dice lo que no queremos que nadie nos diga, o que a propósito de una debilidad o de un afecto que ocultamos con el mayor empeño, nos lanza un chiste que penetra en nuestro corazón como la hoja de un puñal, amigo contra el cual no podemos alzarnos indignados por duro que sea con nosotros, ya porque somos impotentes para replicarle de modo que nos asegure el triunfo, ya porque, a pesar de todo, le estimamos y le amamos por sus muchas cualidades.
¿Para nada? Pues a que no se ponen delante de mi, y abren el Tácito, o el Terencio, y traducen el pasaje que yo les señale? Pero eso sí, sin que se ayuden de versiones francesas Oye: lo que más me duele, lo que me llega a lo más vivo, lo que me desgarra el corazón, lo que siento aquí, como la hoja de un puñal, es que dicen.
Lo primero que él hizo al despertar fue ver si le habían quitado su tesoro, y como extrañase no hallar el puñal, díjole su mujer: El puñal lo he guardado yo Es monísimo.
Rubín siguió toda la noche afectando mal humor, una severidad torva, el malestar de la persona a quien ponen un puñal al pecho para que consume un acto contrario a sus convicciones.
Descuida, que no te pondrán un puñal al pecho para que peques.
A la vista, después de vestida, ofrecía gallardo conjunto, pero tras de la ropa, sólo la mitad de su seno era de carne, la otra mitad era insensible y bien se le podía clavar un puñal sin que le doliese.
Al amanecer, viéndole en profundo letargo, levantose cautelosamente y echó mano al puñal y las papeletas.
Esto es un puñal bien afilado Hay que tener en cuenta que la bestia se defiende, por muy decaída que esté.
Te aseguro, que me dan ganas, , de clavarle un puñal Cierto que me ofreció lo que yo quisiera para establecerme pero no quise tomar nada de aquellas manos.
¿Por qué no habías de aspirar al estado en que yo me encuentro? A él he llegado pasando por la rabia, por la locura Ahora mismo, no hace mucho, cuando vi a ese diablo de hombre cometiendo una nueva infamia, sentí otra vez la debilidad de espíritu que creía vencida me entraron ganas de pegarle un tiro, por librar a la humanidad de semejante monstruo Pero después he sabido vencerme y he dicho: Mejor castiga una consecuencia lógica que un puñal.
Allí no se veía ya la espina del dolor que lentamente va hincándose, pero el puñal clavado de golpe hasta el pomo.
Al ganancioso y a los demas les pareció no ser bien llevar aquel negocio por fuerza, porque juzgaron ser de tal brio el asturiano, que no consentiria que se la hiciesen, el cual, como estaba hecho al trato de las almadrabas, donde se ejercita todo género de rumbo y jácara, y de estraordinarios juramentos y votos, voleó allí el capelo y empuñó un puñal que debajo del capotillo traia, y púsose en tal postura, que infundió temor y respeto en toda aquella aguadora compañía.
Debía de ser dijo a este punto Sancho el tal puñal de Ramón de Hoces, el sevillano.
Respondióme que en todo decían verdad, sino en la daga, porque no fue daga, ni pequeña, sino un puñal buido, más agudo que una lezna.

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