Ejemplos con prurito

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

- Prurito: Generalmente en la región perimaleolar y dorso del pie, zonas con más paquetes venosos.
También se han descrito anafilaxia, prurito, exantema, disminución del sodio en sangre e incluso paro cardíaco con una incidencia sin precisar.
Se ha publicado efectos secundarios como glositis, náuseas, vómitos, diarrea, colitis, urticaria, prurito, artralgia, elevacíon de las enzimas hepáticas, entre otras.
Este prurito puede ser sumamente incapacitante, y requerir tratamiento per se además del propio de la enfermedad causante, los fármacos más usados son la colestiramina y el ácido ursodeoxicólico.
No obstante, en casos más avanzados la bilirrubina se deposita en la piel produciendo un intenso picor generalizado denominado prurito.
Yametti, presidente del CIHF y simpatizante de Boca Juniors, quien no tuvo prurito alguno en adjudicarle el gol.
En el pasado, el pimozide era el tratamiento de elección, aparte de su actividad antipsicótica también actúa contra el prurito, disminuyendo la sensación de picor.
Usada en dermatología para reducir la inflamación y el prurito cutáneo.
Los efectos colaterales suelen ser de caracter gástrico, náuseas, vómito y en ocasiones puede presentarse prurito.
Existen algunas enfermedades de difícil tratamiento en las que la fotoquimioterapia ha dado lugar a cierta mejoría como la parapsoriasis guttata, el prurito posterior al dializado renal, y en las pustulosis eosinofílicas y plantares.
Mientras sanan las partes afectadas, es conveniente calentarlas y además, tratar eventualmente el prurito con algún ungüento.
Por sabañón o pernio se entiende la inflamación bajo la piel, acompañada de prurito y dolor, producida por el efecto repetido o prolongado del frío o la humedad.
En cuanto a su estilo, Cossío opina que Toreaba excelentemente con la muleta y aun con un prurito de clasicismo que atenuaba su gracia auténtica, el ritmo alegre de su toreo.
Comunes a todos los opioides: nauseas, vómitos, prurito, mareo, hipotensión, bradicardia, rigidez muscular y depresión respiratoria.
¡Ya viene de atrás! Yo le conozco mucho, hace tiempoaseveró Pilar, que como todas las jóvenes de la clase media introducidas en la buena sociedad, tenía prurito de conocer al mundo entero.
Este prurito de ajustarle los galicismos al , fué una de las manías que tuvo o sea el colega local, como le llamaba siempre aquél, a fin de evitar el nombrarlo, por no dañar al profundo desprecio que ansiaba mostrarle.
En una ocasión había oído a la duquesa de Medinaceli al cruzarse los carruajes, decir a su compañera: ¿Estará casada esta niña tan linda? De aquellos tres meses en Madrid, le había quedado una visión poética, un recuerdo confuso de sus placeres, y cierto prurito de imitar con los pobres medios de que disponía en la villa a las damas encopetadas de la corte, cuyas costumbres sólo conocía de oídas.
Entonces se dedicaba, como sus amigos decían, a la gramática , esto es, a pedir aquí y allí un pitillo para calmar el insufrible prurito de chupar.
Faltaban, pues, aquella noche los duques de Astorga, que con gran acierto habían sido elegidos por el nuevo monarca para formar parte de la alta servidumbre de la joven reina, los condes de Orduña, nobles figuras del antiguo bando carlista, fiel siempre a la desgracia, y la marquesa de Lebrija, cuyo prurito de socorrer y presidir asociaciones pías habíale conquistado justamente la doble fama de caritativa y de vanidosa.
Doña Luz había vivido como en éxtasis, y ahora volvía en sí, y no sólo pensaba en su amor y saboreaba toda su ventura, retrotrayéndola reposadamente a la imaginación, sino que sentía, según suelen sentir las personas todas que se juzgan felices, la necesidad de expansión y el prurito de estar amable, como si quisiera hacerse perdonar el bien que poseía, bien, que, por ser tan poco y tan raro en la tierra, siempre parece que a costa de alguien se disfruta.
Era vano, en su sentir, obstinarse en ver más allá: si antes del principio de esta evolución hubo otra, si después volverán las cosas al reposo y a la muerte, y si luego se despertarán nuevo prurito y voluntad de los átomos, que los lleven a agruparse y a crear otro universo, y vidas nuevas, y progreso, y consciencia, y lo que llaman espíritu, y por último, muerte otra vez.
Anselmo era que hay una sustancia infinita, la cual, en virtud de la inexplicable agitación y del prurito, que constituye su esencia, produce variedad de seres, cuya perfección relativa, dentro del período en que vivimos, y hasta donde la memoria puede penetrar en lo pasado, y la prudente previsión en lo porvenir, va siendo cada vez mayor, merced a cierto proceso ascendente y a cierto desarrollo que nos parece que no termina.
Si tal vez se complacía en lucir alguna habilidad, alguna buena prenda de su espíritu, algún primor o elegancia de su persona, era con los capaces de sentir el estímulo de imitarla o alzarse hasta ella, no por el prurito de excitar estéril admiración o envidia dolorosa.
Con esta adoración resuelta, con este prurito de ser correspondidos, se habían hallado muchos, o simultánea o sucesivamente.
De lo más hondo de su naturaleza salía un bramido que le pedía ¡carne, carne, carne! Era una voz, un prurito irresistible, una imperiosa necesidad orgánica, como la que sienten los borrachos cuando están privados del fuego y de la picazón del alcohol.
Pero esta suspensión de su movimiento fue pronto vencida del prurito de lógica que le dominaba, y se dijo: No, voy a casa, y han dado ya las diez Luego, no debo detenerme.
Descollaba doña Lupe por la inteligencia y por el prurito de mostrarla a cada instante.
Pero en aquella ocasión pudo más el prurito chismográfico que el fuero del honor picaresco, y el gran secreto fue revelado a Narciso Puerta con la mayor reserva, y previo juramento de no transmitirlo a nadie.
Y Olmedo lo hacía todo tan al vivo y tan con arreglo a programa, que se emborrachaba sin gustarle el vino, cantaba flamenco sin saberlo cantar, destrozaba la guitarra y hacía todos los desatinos que, a su parecer, constituían el rito de perdido, pues a él se le antojó ser perdido, como otros son masones o caballeros cruzados, por el prurito de desempeñar papeles y de tener una significación.
Entonces sentía las cosquillas, pues no merecen otro nombre, las cosquillas de aquella infantil rabia que solía acometerla, sintiendo además en sus brazos cierto prurito de apretar y apretar fuerte para hacerle sentir al infiel el furor de la paloma que la dominaba.

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