Ejemplos con producía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esto de que unos señorones, que no sabíamos quiénes eran, se riesen de él, me producía cierta lástima y me daba alguna rabia.
Por manera espontánea, se producía con exuberancia y énfasis.
El roce de su traje producía en ellas un ruido continuo, rápido, parecido a la respiración jadeante de alguien que la siguiera, y presa de pueril temor, volvía a veces el rostro atrás, riéndose al convencerse de su ilusión.
La obstinación de Pablo, cuyo origen comprendía yo, me causó pena, porque me reveló un carácter apasionado y enérgico, en el que la contrariedad, lejos de estimularle, le causaba desaliento, y en el que el desaliento producía la desesperación.
Luna gustaba de la existencia libre y sin leyes de la guerra con la avidez de un colegial que sale de su encierro, pero no podía ocultar la decepción dolorosa que le producía la vista de aquellos ejércitos de la Fe.
La entrada de un perro en las naves le producía alborozo.
Acompañaba a su sobrina gran parte de la mañana arrullado por el tictac de la máquina, que le producía una dulce somnolencia, viendo cómo la tela pasaba bajo la aguja a pequeños saltos, esparciendo ese perfume químico de los tejidos nuevos.
Pero la intensa risa que esto la producía desvanecióse al oír un cacareo angustioso, un estertor de muerte que salía de la cocina.
Docto y pedantuelo, algo engreído con los sobresalientes de su carrera y acostumbrado a hacerse oír en casa como un oráculo, asombrábase de que fuera de ella no le rindieran tributos de admiración, y esto le producía tal cortedad, que muchos le tenían por tonto.
El amor había ahogado entonces todas las preocupaciones, pero ahora se trataba de una explotación deshonrosa, de una venta que sólo el suponerla le producía vergüenza y rubor.
Tónica se resistió a aceptar el paraguas de Juanito, no podía consentir que el joven se mojase por complacerla a ella, y en cuanto a ir los dos juntos bajo aquella cúpula de seda sólo en pensarlo la producía rubor y hacía que echase su cuerpo atrás, como para huir de un peligro.
Estaba segura de que cierta persona le facilitaría a la menor indicación aquel dinero que tantas angustias le producía.
Había que sostenerse en la altura, empleando todos los medios, y después, que viniera todo, hasta aquello que sólo al pensarlo tanto rubor le producía.
Doña Manuela en el sitio preferente, empolvada y retocada con tal arte, que su rostro producía cierta impresión asomando por entre los festones de la negra blonda, y frente a ella, las niñas, graciosísimas como un cromo de revista taurina, con zapatito bajo, medias caladas, falda de medio paso con red cargada de madroños y mirando atrevidamente bajo la nube blanca que envolvía sus adorables cabezas, cerrándose sobre el pecho con un grupo de claveles.
Quedábase muy convencida después de sentar estas arrogantes afirmaciones, y la satisfacción le producía tal contento, que se ponía a cantar en voz baja, arrullando a su hijo, y cuando este se dormía, continuaba rezongando como la pájara en el nido.
Determinose en él con poderosa fuerza el rencor de otros tiempos, aquel rencor concentrado y sutil que era como un virus ponzoñoso, tan pronto manifiesto como latente, y que al derramarse por todo su ser, producía tantos y tan distintos fenómenos cerebrales.
Aquella era nocturna y tenía algo de sonambulismo o de ideación enfermiza, esta era diurna, y a causa de las buenas condiciones del ambiente solar en que se producía, resultaba más sana y más conforme con la higiene cerebro-espinal.
Como apareciese en la acera de enfrente el célebre crítico, Segismundo se vio acometido a la ira cómica que le producía la presencia de aquel personaje de tan indudable importancia en la república de las letras.
¿Y cómo evitar que del indicio de aquellas apretadas carnes y de aquel color admirable indujeran los parientes la certeza de una vida regalona, alegre y descuidada? Uno rato estuvo mi hombre discurriendo cómo probar que no es cosa del otro jueves que las personas afligidas engorden, y aún no había logrado construir su plan lógico, cuando llegó Juan Pablo, frotándose las manos, y dejando ver en su cara la satisfacción íntima que el simple hecho de entrar en el café le producía.
El cuerpo desmedrado de Maxi le producía, al tocar el suyo, crispamientos nerviosos.
Ya sabía que el cansancio de los viajes consecutivos le producía el ataque, y que este se pasaba en la noche mas no por esto lo llevaba con paciencia.

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