Ejemplos con privaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

señor doctor don Francisco Antonio de Escandon, descubrió con censuras los espresados ejecutoriales, i con ellos pasó a la ciudad de Santiago, í pidió en la audiencia se mantuviese a su iglesia en su antigua posesión de la jurisdiccion de que se le privaba.
Vivía de tal manera que no se privaba de ningún placer, por exquisito que fuere.
Por otro lado, la existencia de las misiones privaba a los habitantes de las ciudades de la mano de obra servil de los indígenas guaraníes.
Tras el floreciente periodo anterior a la Primera Guerra Mundial, la posguerra fue un periodo de depresión para la nación húngara, que vio cómo el Tratado de Trianon le privaba de dos tercios de su territorio histórico, para otorgárselo a las naciones vecinas.
La situación en al Alto Perú se había vuelto compleja: el grueso de las fuerzas revolucionarias se hallaba en torno a Cochabamba, y la caída de Potosí les privaba del apoyo del Ejército Auxiliar, que se replegaba desde allí hacia el sur.
Pero a la vez, la rebelión en La Paz inmovilizaba a Goyeneche en Oruro, y lo privaba de comunicaciones y auxilios desde el Desaguadero.
Las condiciones impuestas por la condesa eran un considerable aumento de sueldo para ella y la Secretaría particular de don Amadeo para Juanito Velarde, adorado amigo que a la sazón privaba.
El sueño le embargaba por la mañana, el letargo más bien, porque era un verdadero letargo el que sentía, un cansancio incomprensible que le privaba de todas las fuerzas.
Y si digo que no vivía contenta es porque la princesa amaba todo aquello de que se la privaba, correr por el campo, tener por amigas a niñas de su edad, ser expansiva sin que se tomasen sus demostraciones por familiaridades poco en armonía con su alto rango, no estar constantemente vigilada, en fin olvidar aquella etiqueta con que la mortificaban desde por la mañana hasta por la noche.
Luego, con el descanso, volvieron a lo de Veyos, ciudad que se mantenía entera y bien conservada en todo, dando ocasión, a los que no hablan sino con la mira de congraciarse con la muchedumbre, para discursos populares y sediciosos contra Camilo, como que por ambición y por su propia gloria los privaba de una ciudad habitable, y los precisaba a poblar ruinas, y a volver a poner en pie aquellos escombros abrasados, para que se le diera el nombre no sólo de general y caudillo, sino también de fundador de Roma, poniéndose a la par de Rómulo.
Mitridates, aunque disgustado, recibió su regalo y nada dijo, pero al miserable Cario le sucedió lo que comúnmente padecen los necios, porque, deslumbrado con los bienes presentes, pensó que podía subirse a mayores, y desdeñando recibir lo que se le daba como albricias, se mostró ofendido, protestando y gritando que ninguno otro que él había muerto a Ciro, e injustamente se le privaba de aquella gloria.
Propuso, pues, dos leyes, de las cuales era la una que si el pueblo privaba a un magistrado de su cargo, no pudiera después ser admitido a pedir otro, y la otra, que si algún magistrado proscribía y desterraba a un ciudadano sin juicio precedente, hubiera contra él acción ante el pueblo.
De aquí es que, teniendo celos el uno del otro, altercaron muchas veces, y luna sola, en la India, vinieron a las manos, llegando hasta sacar las espadas, y cuando sus respectivos amigos apadrinaban a uno y a otro, presentándose Alejandro a Hefestión le reprendió abiertamente, llamándole arrebatado y loco, si no veía que si alguno le privaba de la sombra de Alejandro no era nada, y a Crátero le riñó también, aunque en particular ásperamente.
Con todo, de Luculo, a quien se privaba de la gloria de sus ilustres hechos, y a quien más bien se daba sucesor del triunfo que de la guerra, era muy poco lo que se hablaba entre los del partido del Senado, sin embargo de que conocían el agravio y la injusticia que a aquel se irrogaban, sino que llevando mal el gran poder de Pompeyo, que venía a constituirse en tiranía, se excitaban y alentaban entre sí para oponerse a la ley y no abandonar la libertad.
Mas como ninguna otra cosa hiciesen que correr y devastar el país hasta Temiscira y las regiones del Termodonte, culpaban a Luculo de que se le iban entregando las ciudades y de que, como no tomaba ninguna a viva fuerza, los privaba de poder utilizarse con el saqueo, “porque ahora- decían-, haciéndonos pasar de largo junto a Amiso, ciudad opulenta y rica, que no era grande obra el tomarla si alguno le pusiera sitio, nos conduce a los desiertos de los Tibarenos y los Caldeos, a hacer la guerra a Mitridates”.
La señora Danglars, a su modo de ver, y desgraciadamente todos en el mundo tenemos nuestro modo de ver que nos impide conocer el de los demás, la señora Danglars, decimos, lamentaba infinitamente que el matrimonio de Eugenia se hubiese desbaratado, no porque fuese o dejase de ser conveniente, sino porque la privaba de su entera libertad.
Después de esto, propuso a Cavalcanti, si esto no le privaba del placer de estar al lado de su hijo, volverle a conducir al ''Hotel des Princes''.
Aun allí mismo le privaba que saliese en los entreactos.
Culebreando un rato entre ella me creía ya inadvertido para todo el mundo, merced al barullo, cuando di de hocicos con un grupo de calaverillas domingueros, con gorritas de terciopelo, chaquetillas de paño negro, pantalón muy estirado de perneras y muy ceñido a la cintura, nada de tirantes ni chaleco, y mucha punta de corbata, traje que en aquellos tiempos privaba mucho entre la gente joven y de buen tono.
El rey les envió un pax-christi de esos de chuparse los dedos de gusto, y como quien dice: «ahítate, glotón, con esas guindas», los privaba perpetuamente de ejercer cargos de justicia y los multaba en mil duros, amén de otras pequeñas gurruminas envueltas en frasecitas de acíbar y rejalgar.
Al volver de misa los señores de Valdelor creyeron que era un accidente casual -la caída del viejo en la lumbre-, lo que los privaba de un criado bueno, fiel, pero inútil para el servicio.

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