Ejemplos con presumidos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como es característico en el cine felliniano se critica al fascismo, a la iglesia, a la educación de la época, a los pedantes, a los presumidos, pero siempre en un tono jovial y entretenido.
-Pues si amas de veras, guárdate de enamorarte de esos usías presumidos y orgullosos, que vendrán a ti para satisfacer su vanidad.
o en las de presumidos e ignorantes nuevos ricos.
»Y muy poco más conservo en la memoria de los lances y sucesos de esta aventura, cuyo único mérito para formar capítulo aparte, consiste en haber sido muy deseada, y la primera entre las de mi vida mundana, muy poco más, y eso en tropel confuso, verbigracia: la peste de los salones de entonces, y de ahora, y de siempre, esas criaturas sin sal ni pimienta, insípidas e incoloras, y, estaba por decir, sin sexo ni edad, estúpidamente esclavas de los preceptos de la moda en el vestir, en el moverse y en el hablar, más que niños y mucho menos que hombres, con la insubstancialidad y la ignorancia de los unos, y los atrevimientos y los peores vicios de los otros, ridículos y feos, asaltándome sin tregua ni respiro, devorando con ojos estrellados los repliegues de mi escote, y exponiendo, como mérito sobresaliente para aspirar a mi conquista, el arrastre de las rr de sus impertinencias y el hablar a tropezones la lengua de Castilla, sólo porque sabían que yo me había educado en Francia, las obligadas galanterías de los buenos mozos, por lo común, más nutridas de malas intenciones que de agudezas, los enrevesados conceptos de los galanes presumidos y cortos de genio, las protectoras sonrisas y las paternales franquezas de los personajes maduros, a quienes la edad y la fama autorizan para todo, hasta para ser descomedidos y groseros, los cumplidos extremosos, las ponderaciones de rúbrica y las forzadas protestas de cariño de viejas retocadas, de madres envidiosas y de jovenzuelas casquivanas como yo, el vértigo de la danza casi incesante, en brazos de unos y de otros, los sueños voluptuosos, o la tortura insufrible, según los casos, más tarde, la agonía de la curiosidad, y la vista y el oído cansados por saberse de memoria las figuras, los colores y el rumor del cuadro, cuya luz se va velando por la evaporación del concurso y el polvillo tenue de suelos, galas y afeites, y cuya atmósfera espesa, tibia y saturada de perfumes, repugna a los pulmones y al estómago, después, el quebrantamiento del cuerpo, escozor en los ojos, mucho peso en los párpados, cierto deseo de bostezar.
- Ya se fijó en lo presumidos que se han vuelto los del nueve? No más porque la hija es secretaria se sienten los muy muy.
—Ya voy, aguardaos mientras acabo de atar estos dos presumidos que llegaron antes.

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