Ejemplos con prestigios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A los autores se les otorgó un foro público en el cual podían comunicarse, periódicos como el Analytical ayudaron a delimitar a las asociaciones-ellos alentaron la profecionalización de escribir y otorgar prestigios a los escritores y a los periodistas.
del prestigios Gonzales Vigil y el Instituto Industrial José Félix Iguain,.
Finalmente se comienza a hablar de los estudios interdisciplinarios en campos científicos como la bioquímica, la geofísica, la sociología y la psicología y sus contribuciones al conocimientos ganaron grandes prestigios.
Finalmente, entra en juego la no definible brujería de Cossío, para dotar a sus superficies de unos lujosos fulgores, de unos prestigios viejísimos, de unas condiciones tan suntuosas y halagadoras a la vista que cada uno de sus cuadros, por recién pintado que esté, ya muestra apetencias museales, de obra maestra sescentista con derecho a sitio en el Prado o en el Louvre.
En las ciudades arcaicas y tradicionales, los individuos que creen formar parte de la aristocracia alegan los prestigios de la clase con más o menos razón, en las ciudades modernas ya no es la clase solamente lo que se defiende, sino el matiz.
Impresionábale el acento de verdad del dependiente, pero no podía dominar el temor respetuoso que le inspiraba una familia rodeada de los prestigios de la riqueza y de la elegancia.
¿No es infinitamente más feliz el gaucho errante y vagabundo que no piensa más que en satisfacer sus necesidades físicas del momento, que no se cura de lo pasado ni de lo futuro, que el hombre estudioso que pasa lucubrando las horas destinadas al reposo? -Aquél vive por vivir, muere por morir, ignora todo, o más bien sabe todo pues que sabe ser feliz- y pasa su vida sano, robusto y satisfecho, mientras éste, obcecado de dudas, de pesares y de dolencias, arrastra una vida fatigosa y sin prestigios, buscando el fantasma de la verdad y alejándose del camino de la felicidad hasta que lo sorprende en sus sueños la muerte, y devora todas sus esperanzas.
Estaba impaciente de conversar con Mariano Rosas a ver si me hablaba con la misma franqueza de Baigorrita, su aliado, a la vez que su rival en la justa pretensión de adquirir prestigios entre todas las indiadas.
Porque entre tantos prestigios de que según dicen necesitamos con urgencia, nadie se acuerda del prestigio de la verdad, ni nadie se para tampoco a reflexionar en que nunca es una verdad más oportuna que cuando menos lo parezca serlo a los que de prudentes se precian y se pasan.
Borrados todos los recuerdos del disfraz occidental, la pintoresca existencia asiática se desarrollaba con sus prestigios de color y luz, con su brillantez y su molicie suave, naturalmente artística.
¡Qué enorme suma de energía, de rebelde audacia, ha menester, si se piensa, una conciencia individual, librada a sus fuerzas, para romper el círculo de hierro de una autoridad secular organizada con todos los prestigios de la tradición, del magister dixit, del consenso unánime, como la filosofía escolástica, el sistema geocéntrico, o el clasicismo del siglo XVIII!.
¡Pobres objetos tantas veces soñados en noches febriles de soltera, y luego, más tarde, en otras noches de insomnio, en los interminables inviernos pasados en la vieja ciudad, en la señorial morada de los Monreal! ¿Qué sería ahora de vosotros? Como trofeos de una derrota os expondrían a la vergüenza en alguna almoneda, para ser pasto de la malévola, curiosidad de las gentes, como lo serían también, como trofeos éstos de una gran caída moral, otras cosas -prestigios, glorias, leyendas, honores- creados en una vida de titánico esfuerzo.
La religión misma con sus procesiones y con sus magníficos Te Deums, con sus novenas y las otras exhibiciones majestuosas de los prestigios del lujo y del aparato material, de que el catolicismo es tan profuso, servía en Lima de un perpetuo espectáculo en el que se hermanaba maravillosamente lo devoto con todos los demás incidentes de intriga y de pasión que se anudan y se desatan en los centros de aquel arte y de aquellas pompas que hablan a los sentidos.
Sensible y bueno por naturaleza, era no obstante violento e imprudente por carácter, alborotador y gritón, pasionista y personal: de todo hacia causa propia, y había llegado a Lima con tal idea de su magisterio y de su poder, que fue el verdadero fundador del tono de corte y de grandeza que el Virreinato del Perú tomó desde entonces, a términos de no ceder en fausto ni en prestigios a la corte misma de Madrid.
A medida que las naves, luciendo sus velas esplendentes bajo los rayos del purísimo sol que brillaba en aquel día, se acercaban a la costa como un festivo grupo de palomas, la tierra cobraba más prestigios y más detalles para los que venían en ellas.
Pero todo había cedido con el andar del tiempo a los prestigios de su elevada posición, al renombre de su caudal, y a una austeridad de costumbres extraordinaria: el velo impenetrable de gravedad que cubría siempre sus facciones, la competencia de sus juicios sobre las más arduas materias, el tino de sus consejos y la modestia de tren que reunía a todas estas prendas, habían concluido por borrar hasta cierto punto los orígenes de su historia captándole el respeto general, en apariencia al menos.
Lima era a causa de todo esto un emporio de riquezas y de movimiento, y era quizás, después de Madrid, la única rival de los prestigios y del lujo de México entre las ciudades españolas.
¿Quién podría mostrarme una fábula opulenta inventada por la fantasía del más ardiente de los poetas, que rivalice en colores y prodigios con el descubrimiento y la conquista del Perú? Ni el séptimo cielo de Mahoma, ni el Paraíso terrenal de Milton, hablaron a la imaginación de mayores profusiones ni de prestigios más deslumbrantes que los que irradiaba el Templo del Sol y la corte de los Athahualpas en los días de la conquista.
Esto como consideración de consecuencias, y en cuanto al miedo por el fantasma del honor, tranquilícese con que otro honor hubiese de cubrir al de la buena Josefina, en trance de fracaso: el honor mío, de noble español, de caballero: yo, efectivamente, empeño a ustedes el secreto bajo todos los prestigios de mi nombre!.
Menéndez Pelayo es muy otra cosa, sabe más y mejor que esos y otros que no cito, y además es un ingenio fuerte, peregrino, capaz de crear siendo crítico, y de evocar a nueva vida, merced a los prestigios del arte, las edades muertas, sus ideas, sus sentimientos, sus palabras.
::El canto de los espíritus, las bellas imágenes que inspiran, no son vanos prestigios.
Éstos en las demás cosas parecía que eran de la raza de los Sátiros y Panes, pero en la virtud de los remedios, y en prestigios de que usaban en cuanto a las cosas divinas, se les compararía mejor a los que entre los Griegos se llaman Dáctilos Ideos.
embustero, que después de una bien paloteada arenga, comenzó a hacer notables prestigios,.
Una hermosa luna llena alumbraba su camino, derramando en la sombra misteriosos prestigios, la tierra exhalaba suaves aromas, dormitaban las auras y todo parecía anunciar una apacible velada.
Su ilustre amigo parecía estar muy de su parte, y, sin embargo, la cosa, con todos sus inherentes relumbrones y prestigios, se deslizaba por sí misma dulce y tranquilamente, como las aguas apacibles por su cauce natural, hacia aquella condenada persona que le había vencido en las luchas de La Alianza y en todos los terrenos en que se habían encontrado frente a frente.
Así era por fuera cada una de las tres hermanas, por dentro, todas ellas eran lo mismo: las tres charlatanas, las tres curiosas, las tres ponderativas hasta el embuste inverosímil, las tres serviciales, cariñosas y placenteras, las tres igualmente engreídas de su linaje, de su riqueza, y a cual más incansable en recordar, en visitas y tertulias, al bisabuelo virrey, al abuelo corregidor, al tío superintendente, las alhajas por celemines, «de mamá,» y los prestigios y rimbombes «de papá,» en las cinco partes del mundo, a este general famoso, a aquel senador renombrado, al duque de X.
¿Cómo don Roque, que era una poza en la cual se reflejaban en seguida todos los relumbrones, no había de tomar por lo serio aquellos prestigios, aquellos derechos, aquella inviolabilidad del salón privilegiado y, por inapelable jurisprudencia, hasta las genialidades de aquel casi augusto senado de que él era miembro?.
Y ¿cuáles son estos obstáculos? Las viejas influencias, los injustificados prestigios.
Encontré que el héroe era más grande aún, visto al través de la historia, como había encontrado que el hombre era más interesante visto de cerca, despojado de los prestigios exteriores que hacen a veces aparecer a los poderosos más grandes de lo que realmente son.
A esos hombres sienta bien el modesto retiro en que pueden ser estudiados y estimados por lo que en sí valen, despertando la admiración o la simpatía por calidades superiores a los engañosos prestigios de la prosperidad.

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