Ejemplos con preciosidades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todavía se conserva la referida iglesia aunque añadida con otras construcciones y despojada de algunas preciosidades.
Las armas de la Nación Peruana constarán de un escudo dividido en tres campos: uno azul celeste, a la derecha, que llevará una vicuña mirando al interior, otro blanco, a la izquierda, donde se colocará el árbol de la quina, y otro rojo inferior y más pequeño en que se verá una cornucopia derramando monedas, significándose con estos símbolos, las preciosidades del Perú en los tres reinos naturales.
De lo que debería egecutarse para conservar y reparar las preciosidades de este edificio.
Hacía el sur de la actual reserva se situán las preciosidades geológicas de Las Torcas, unos extraños hundimientos naturales, en medio del secreto de los pinares, y que a menudo contienen maravillosas lagunas.
Zaldumbide era avaro como pocos, tenía dos o tres maletas con aros de hierro y cofres de latón, que, según se decía, estaban llenos de preciosidades.
Su hija era una señorita y no podía lucir estas preciosidades.
Yo guardaré estas preciosidades en Alemania, y usted podrá verlas cuando quiera.
Vamos a verañadió: ¿te convendría bajar conmigo todas las tardes a la catedral para enseñar el Tesoro y las demás preciosidades? Vienen muchos extranjeros que apenas si se dejan entender cuando me preguntan.
Era una vasta pieza con estudiadas luces de oriente y cenital, atestada de preciosidades artísticas y arqueológicas, que sobre tapices de Beauvais y los Gobelinos cubrían todas las paredes, atestaban todas las mesas y apenas dejaban un sitio en que poner la planta sin encontrar algo que admirar o algo en que tropezar.
Había un gran comedor, otro comedor pequeño para diario y varios salones de respeto, que no se abrían sino en las ocasiones solemnes, y donde, entre otras preciosidades, D.
Hablábase con misterio e interés de las preciosidades que amontonaba en sus polvorientos salones.
¡Cuántas grandes obras se realizarían bajo mis auspicios! ¡Qué preciosidades artísticas adornarían mis salones! ¡Hasta la fachada de mi palacio sería un monumento público, un recreo para todos, una página para la civilización, una ufanía para mi siglo!.
Bonifacio Arnaiz y en sus sueños inocentes, otras preciosidades que la mamá solía mostrarle de vez en cuando, previa amonestación de no tocarlos, objetos labrados en marfil y que debían de ser los juguetes con que los ángeles se divertían en el Cielo.
Entonces pasaron por las manos de Barbarita todas las preciosidades que en su niñez le parecían juguetes y que le habían producido fiebre.
Y todavía no he mencionado las verdaderas preciosidades de este , o sea los ciento veintiocho , con bustos de alto relieve, que adornan las enjutas de los arcos en ambos cuerpos.
Juan I, y famosas reinas, y capitanes, y prelados, y damas hermosísimas, que reinaron en famosos torneos, allí están las banderas cogidas a los agarenos en cien batallas, y las perlas y los diamantes acumulados por los judíos, y los frescos de Jordán, y las esculturas de Berruguete, y verjas de cien autores, todas de un mérito asombroso, y mil reliquias, mil ex votos, mil preciosidades auténticas, históricas, paleográficas, artísticas.
Mira, de aquí se ve la catedral, que es muy hermosa y está llena de preciosidades.
Convencidos, pues, los conjurados de que no habrían a las manos ni un pelo del Príncipe de la Paz, concibieron el heroico pensamiento de quemar todas las preciosidades del palacio recién saqueado.
-¿Libreros de viejo? ¿Tragar polvo cuatro horas para descubrir finalmente un libro nuestro, con expresiva dedicatoria a alguien, que lo ha vendido o lo ha prestado por toda la eternidad? ¿Japonerías? ¡Buscadlas! Son muñecos de cartón y juguetes de cinc, fabricados en París mismo, recuerdo grosero de las preciosidades que antaño le metían a uno por los ojos, casi de balde.
No bien el príncipe comenzó a interesarse por los objetos exteriores, le pusieron entre las manos cuanto señalaba con su dedito, y como llega una edad en que los niños quieren tocar todo, no hay que decir las preciosidades que hizo añicos, sin saberlo, el príncipe.
Con la atención notamos las preciosidades y las recogemos, con la distracción dejamos, quizá, caer al suelo el oro y las perlas como cosa baladí.
Viene en seguida la visita de los principales edificios, monumentos, bellezas y preciosidades, cuyo índice encuentra en la guía, y o la capital no ha de ser de las mayores o se le han pasado muchos días en la expresada tarea.
Vense entendimientos claros, corazones bellísimos, que no guardan para sí ninguna de las preciosidades con que los ha enriquecido el Criador, que derraman, por decirlo así, en calles y plazas el aroma exquisito que, guardado en el fondo de su interior, podría servirles de confortación y regalo.
Este último le hospedó en su palacio, y al tercer o cuarto día de su llegada dio orden a los cortesanos para que mostrasen al nuevo huésped todas las riquezas y preciosidades que se encontraban en su tesoro.
En suma, paréceme acerca de las partes extremas del continente, que son una especie de terreno muy diferente de los otros, y como encierran unos géneros que son tenidos acá por los mejores, se nos figura también que allí son todo preciosidades.
Informado Milcíades de que los fenicios se hallaban ya en Ténedos, cargando luego cinco galeras de cuantas riquezas y preciosidades tenía a mano, hízose con ellas la vela para Atenas.
Las preciosidades históricas y monumentales del concejo de S.
Un domingo, sin embargo, como su madre hubiese salido a misa, vio Jacinta puestas las llaves del tocador, en el que guardaba, sin duda, preciosidades, pues ni aún entreabrirlo había consentido jamás la señora en presencia de la colegiala, y ésta, cual gatito que puede deslizarse en alacena bien repleta de fiambres y quesos, diose prisa a huronear.
La niña, anegada en lágrimas, cae entre su madre y un viejo achacoso que va a tomar las aguas, la bella casada entre una actriz que va a las provincias, y que lleva sobre las rodillas una gran caja de cartón con sus preciosidades de reina y princesa, y una vieja monstruosa que lleva encima un perro faldero, que ladra y muerde por el pronto como si viese al aguador, y que hará probablemente algunas otras gracias por el camino.

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