Ejemplos con preciosísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este escultor realizó obras, como el Cristo de la Sangre de la Real, Muy Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Ntro.
Por el nombre de Los Coloraos son conocidos popularmente los miembros de la Real, Muy Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia,.
y oí una música preciosísima, que no puedo comparar a ninguna música de este mundo.
¿Pues y tú? ¡Estás preciosísima! Estás ahora mucho mejor que antes.
En estos dos patios los dan por nada, a escoger por nada, sí, alma de Dios, y con agradecimiento encima ¿Qué te creías, que no hay más que tu piojín? Ahí está esa niña preciosísima que llaman Adoración Pues nos la llevaremos cuando queramos, porque la voluntad de Severiana es la mía Con que abur ¿Qué tienes que contestar?.
Ya se sabe que la Delfina, no pudiendo adoptar al y tomarlo por hijo, y sintiendo más fuerte e imperioso en su alma el anhelo de la maternidad, dio en proteger a la preciosísima y cariñosa hija de Mauricia la Dura.
¡Si a esta la cojo yo antes! Así como otros estropearon con sus manos inhábiles esta preciosísima , yo le hubiera dado una configuración admirable.
Repetimos que nuestro rapaz de trece años no se habia dado cuenta de casi ninguna de estas emociones: no hacía más que mirar estúpidamente a aquella encantadora niña, cuyos negros y expresivos ojos, rizados cabellos castaños, preciosísima boca, rosada tez y garboso talle prometian al mundo una mujer extraordinariamente bella.
-Como es miliciano y el honor le ordena derramar hasta la última gota de su sangre en defensa de la dulce patria y de la libertad preciosísima del género humano.
Carlos me pareció muy sesudo, dotado de cierto fondo de honradez preciosísima, con lo cual compensaba su escasez de luces, y a Fernando le diputé por muy astuto y conocedor de los hombres, apto para engañarles a todos, si bien privado del valor necesario para sacar partido de las flaquezas ajenas.
Soy lo mismo que era, el mismo gran patriota, y persisto en mi noble idea de sacrificarme por la libertad, ofreciendo mi sangre preciosísima.
Hermanita, estás preciosísima: te lo digo sinceramente.
También compré en casa del francés de los portales de Bringas una preciosísima y un chal muy rico.
—No es malo, dijo el paje, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno: hase de usar de la poesía, como de una joya preciosísima, cuyo dueño no la trae cada dia, ni la muestra a todas gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razon que la muestre: la poesía es una bellísima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discrecion mas alta: es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran, y finalmente, deleita y enseña a cuantos con ella comunican.
Sepa, señor maese Nicolás que éste era el nombre del barbero, que muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de desventuras dos días con sus noches, al cabo de los cuales, arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada y andaba a cuchilladas con las paredes, y cuando estaba muy cansado, decía que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres, y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de las feridas que había recebido en la batalla, y bebíase luego un gran jarro de agua fría, y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído el sabio Esquife, un grande encantador y amigo suyo.
De entre los pliegues sacó el sujeto una mano blanca, preciosísima.
¡Ah, por Dios! ¡Y qué desagradable encontrar entre los brazos la fría estatua de una linda, la yerta carne de una preciosísima mujer que no comparte ni un momento la ilusión y el entusiasmo!.
Pendía del techo una lámpara de cristal de Venecia, preciosísima por su forma y su color, y cubría el suelo un tapiz turco, tan blando, que hasta el tobillo se hundían los pies.
años tenía una voz preciosísima, regular escuela y loca afición a la música.
Es la estimación preciosísima, y de discretos el regatearla, toda escasez en moneda de aplauso es hidalgo y, al contrario, desperdicios de estima merecen castigo de desprecio.
Durante algunos minutos maniobró el peine ordenando y desordenando para volver a ordenar los mechones de pelo oscuro, hasta que cansado y desesperanzado el prócer de la rondeña serranía de poder dar a su rostro lo que el Supremo Hacedor de todas las cosas le negara, dio fin a su labor decorativa, se puso de cualquier modo el flamante rondeño, encendió un cigarro cuyo fagín delataba lo aristocrático de su estirpe, y se lanzó a la calle a continuar el asedio de aquella hasta entonces inexpugnable preciosísima fortaleza que tan sin gusto, y tan sin sosiego, y tan sin vivir le traía.
Y despojándose de una magnífica cadena con una preciosísima cruz de brillantes, la entregó al jefe de los aventureros, como se arroja un mendrugo de pan a un perro, para comprar su fidelidad.
¡Y qué talento tiene! ¿No es verdad, Arias? ¿Viste, su comedia? Es preciosísima.
Espantaos, católicos: según los enemigos de Dios, la preciosísima unidad de nuestra fe es un mal, y para remediarlo, piden que se abra la puerta a los cultos idólatras, a los errores de la Reforma, a los desvaríos del racionalismo, semejantes a despropósitos de hombres borrachos.
Está preciosísima.
Su penetración era preciosísima, y hasta demostraba un conocimiento no superficial de las flaquezas y necedades de doña Cándida.
Por singular beneficio de mi naturaleza, desde niño mostré especial querencia a los trabajos especulativos, a la investigación de la verdad y al ejercicio de la razón, y a tal ventaja se añadió, por mi suerte, la preciosísima de caer en manos de un hábil maestro que desde luego me puso en el verdadero camino.
—¡Preciosísima cosa! —exclamaron todos—.
Me aferré primero a aquel objeto, y luego pude ponerme a horcajadas sobre él, gracias a los esfuerzos extraordinarios de que me hacían capaz el peligro y el cariño que tenía yo a mi alma, que me era preciosísima.

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