Ejemplos con preñadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar del esfuerzo de personas de gran corazón que luchan por rescatar a estos animales de las duras condiciones en que son arrojados a vivir/morir, en el Matadero de Franklin día a día se abandonan nuevos animales: gatos, gatitos recién nacidos, perras y gatas preñadas.
Drexciya era un país submarino poblado por los hijos nonatos de las mujeres africanas preñadas que fueron tiradas por la borda de los navios que llevaban esclavos a América.
Sin embargo, se encontró un problema: la administración a ovejas preñadas en muchas ocasiones llevaba al aborto.
Usan en esta tierra los baños para muchas cosas, y para que aproveche a los enfermos hacen calentar muy bien el abaño con buena leña que no haga humo, aprovecha primeramente a los convalecientes de algunas enfermedades para que más presto acaben de sanar, aprovechan también las preñadas que están cerca del parto: ahí las parteras les hacen cierto beneficios, también aprovechan para recién paridas para que sanen y para purificar la leche, todos los enfermos reciben beneficios de este baño, especialmente aquellos que tienen los nervios encogidos y también los que se purgan luego de purgados, también para los que caen de su pie, o de alto, o fueron apaleados o maltratados y se les encogieron los nervios, además de los sarnosos y bubosos, allí los lavan y después de lavarlos ponen medicinas conforme aquellas enfermedades, para esto es menester de que el baño esté muy caliente.
Por eso mismo es la Fundamentación la obra moral de Kant en donde su pensamiento ético llega a mayor claridad de expresión y en donde se encuentran las fórmulas más felices y preñadas de sentido.
Las calles estaban obscuras aún, como en las noches de la guerra preñadas de amenazas aéreas.
Estas nubes preñadas de cataratas, esta noche tendida en pleno sol sobre el Atlántico, habían sido el terror de los antiguos.
De las paredes, leprosas, herpéticas, cubiertas de roña caliza, colgaban monstruosas fungosidades, criptógamas preñadas de veneno, cuya blancura ponzoñosa se destacaba sobre el muro, como una pupila pálida y siniestra en un rostro amoratado.
Aquí comienza a despuntar el genio de Velázquez, porque aun viviendo rodeado de gentes que por su educación y tendencia, sobre todo por las corrientes del tiempo, eran entusiastas de todo espiritualismo, aunque allí dominaban en la doctrina y practica del arte, la devoción a la antigua española y el renacimiento a la italiana, él lejos de doblegarse fácilmente a la opinión ajena empezó a trabajar, inspirándose únicamente de lo que la Naturaleza ponía ante sus ojos, obstinándose en dominar la forma, comprendiendo que las cosas en apariencia más bajas, viles y groseras están preñadas de belleza para quien sabe estudiarlas.
Lienzos en que el genio imitó la Naturaleza, mármoles en que palpitó la vida, páginas preñadas de ciencia y poesía, prodigios del arte y maravillas de la industria todo fue destruido, y sobre un montón de escombros humeantes quedó Luz aún viva, pero desgarradas las carnes, bañada en su propia sangre, espantosa, mutilada y deforme.
Con tres palabras, preñadas de sentimientos, interrumpió Liduvina el curso de las reflexiones de su amo.
Oíanse a menudo a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los lectores.
de aquella mujer que dice que gustaba de abrir por medio las mujeres preñadas y.
Calculaba con poca diferencia lo que podía haber de ovejas de vientre, de borregas y de capones, y si ya veía que pronto iba a empezar la parición, apartaba las más preñadas para que no caminaran tanto y parieran cerca del puesto, con toda tranquilidad.
Mire qué tristeza verlas con el pelo todo esponjado y sin lustre, con los huesos castañeteando cuando quieren correr: preñadas, también, las pobres, y tan adelantadas que, muchas veces, se caen y no se pueden levantar, y allí quedan para los chimangos.
El patrón se admiraba, pero Juan le explicó que, siendo soltero, carneaba raras veces y sólo ovejas viejas, que todas las mañanas, permitiéndolo el tiempo, hacía pasar por el chiquero dos puntitas de ovejas para curar las manchas de sarna que pudiera haber, y que cuando iba a empezar la parición, apartaba las ovejas preñadas y no se despegaba de ellas ni de día ni de noche hasta que estuvieran señalados los corderos.
¿Qué pensaba y qué sentía el estudiante al ver aquel sueño hecho vida, aquella mentira verdad, aquella fiebre de su alma resuelta en oro, ni más ni menos que todo el movimiento del Universo, según dicen, se resuelve en calor? Pues su mente poderosa, aunque infantil, no sabía descender a la realidad desde el firmamento de las leyendas, estaba arriba, en las preñadas nubes de donde llueven la magia, la quiromancia y los sortilegios.
Y a propósito de las preñadas: si os piden de comer, quitáoslo de la boca para satisfacerlas.
Para esas vidas lentas, preñadas de paciencia y de cariño, para esas santas vidas largas, generadoras de lo grande, es indispensable el amor.
¡Estaría de Dios que hoy echases la misa en el puchero! ¡Ya tienes ahí conversación y copas para todo el día, sobre si las cabras están preñadas o sobre si los borregos han echado cuernos! ¡Te condenarás, Juan, te condenarás si no haces pronto las paces con la Iglesia, dejando la maldita alcaldía!.
Cuando llegó cerca del rancho nuevo, vio encerrada en el corral una majada muy linda que parecía esperar que se le abriera la puerta, y como mandado por una voluntad superior, soltó las ovejas juntando con las madres los corderos extraviados, haciendo salir despacio del corral las ovejas muy preñadas y atajando los capones para que en su apuro por desflorar el campo no se llevasen la majada demasiado lejos.
hay que habla siempre por etcétera y que llena carta de ellas, pero si no van preñadas, son.
La Postillona, llamada de este nombre porque pedía a las veinte limosna, no dejando calle ni barrio que no anduviese cada día, tuvo palabras con la Berlinga, tan larga como el nombre, que había sido senda de Esgueva a Zapardiel, sobre celos del Duque, y la Paulina, que apellidaban así porque maldecía a quien no le daba limosna, se picó con la Galeona, que llamaban de esta suerte porque andaba artillada de niños que alquilaba para pedir, sobre haber dicho unas palabras preñadas al Marqués sin dar causa su señoría a ello, metiéndose la Lagartija y la Mendruga a revolverlas más, y el Piedepalo a las vueltas, con las Fuerzas de Hércules, que eran dos pobres, uno sobre otro, que a no meterse Zampalimosnas, que era el garitero, de por medio, y Pericón el de la Barquera, y Embudo el Temerario, Tragadardos, Zancayo, Peruétano y Ahorcasopas, hubiera un paloteado, entre los pobres y pobras, de los diablos.
Dicen los Eleos que es efecto de cierta maldición de Enomao el que no se engendren mulos en su territorio, pero ellos lo remedian con llevar las yeguas en el tiempo oportuno a los pueblos vecinos, en donde las cubren los asnos padres hasta tanto que quedan preñadas, y entonces se las vuelven a llevar.
Aunque los ríos no suelen criar pesca gregal o de comitiva, la producen las lagunas del Egipto, en las que sienten los peces el instinto de formar nuevas crías, nadan en tropas hacia el mar, los machos al frente conducen aquel rebaño, despidiendo al mismo tiempo la semilla que, sorbida por las hembras que los persiguen, las hace preñadas.
Pidió a su madre la razón de sus palabras, tan preñadas de obstáculos desconocidos para él, y su madre, más justiciera que compasiva, ahondó el abismo clavando a la marquesa de Montálvez en la picota de su indignación y acribillándola allí con una granizada de crueles vituperios.
Conocióle su tío en el modo de pisar, volvióse rápido hacia él, y preguntóle con la cara y la voz preñadas de tempestades:.
Poco a poco fue calmándose el viento y rodaron a Occidente las preñadas nubes rojas, que parecían detenidas por la mano de la tempestad.
Los sapos cantaban en los prados, el viento cuchicheaba en las ramas desnudas, que chocaban alegres, inclinándose, preñadas ya de las nuevas hojas, y Ana, apoyándose tranquila en el brazo fuerte del mejor amigo, olfateaba en el ambiente los anuncios inefables de la primavera.
Y todo se verificó, además, según lo habían combinado los dos hermanos antes de su querella, pues las dos esposas quedaron preñadas la misma noche: parieron el mismo día y a la misma hora, y la de Chamseddin, visir de Egipto, parió una niña cuya hermosura no tuvo igual en todo el país, y la de Nureddin, de Bassra, dió a luz un niño tan hermoso que no había otro como él en todo el mundo.

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