Ejemplos con políticas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas, por eso es analfabética.
Equitativo, porque hago botas de montar, o sea de equitación, porque están hechas sobre seguro, como en la Equitativa, y porque la ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas, y así manifactura un escarpín para la reina de Escocia, como un zueco ferrado para el sacamantecas, o un zapato de hebilla para el camarlengo, total, equis.
Reverendointerrumpió Belarmino, no muy seguro de que éste era el tratamiento debido, la ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas, por eso es analfabética.
Era un cacique, tenía el cráneo como una bola, faz sombría y concupiscencias políticas.
Con esta mudanza, lo que ganó en poderío e influencia lo perdió en eficacia y estabilidad, porque todas las potencias políticas son perecederas, por ser odiosas.
¡Qué diálogo el de las niñas de la villa que no quiero nombrar! ¡Qué tipo el del hidalgo don Recaredo! Se dirá que la novela sigue siendo política, y que esto la daña, pero aunque sea cierto que las ideas políticas salen de los límites del arte, ¿quién duda que las extravagancias y ridiculeces de la vida pública caen, como todas las demás rarezas humanas, bajo la jurisdicción del satírico y del pintor de costumbres? ¿Por qué no ha de describirse una escena de o de comicios electorales, como se describe una escena de taberna o de mercado?.
Temíamos, finalmente, que el carácter en gran manera prosaico de las escenas políticas, que son la mayor parte del libro, hubiese influído en detrimento de su valor estético, y esto lo temía yo más que nadie, viendo correr con tibieza y desaliento la pluma del autor por las descripciones de un club o de una redacción de periódico, como si le aquejase la nostalgia de sus montes y de sus marinas.
Y lo ignoraba, porque no era hombre de inclinaciones políticas.
Quiero decir que, como zapatero, no tengo preferencias políticas, sino como ciudadano.
En vano corrieron años y sobrevinieron acontecimientos, y emigraron las golondrinas políticas en busca siempre de más templadas zonas, en vano mal intencionados decían al señor Joaquín que su jefe y natural señor el personaje era ya tan progresista como su abuela, que hasta no quedaban sobre la haz de la tierra progresistas, que éstos eran tan fósiles como el megaterio y el plesiosauro, en vano le enseñaban los mil remiendos zurcidos sobre el manto de púrpura de la voluntad nacional por las mismas pecadoras manos de su ídolo, el señor Joaquín, ni por esas, erre que erre y más firme que un poste en la adhesión que al don Fulano profesaba.
Porque siendo el señor Joaquín español, ocioso me parece advertir que tenía sus opiniones políticas como el más pintado, y que el celo del bien público le comía, ni más ni menos que nos devora a todos.
Me hallaba perdido entonces en medio de aquel océano de montañas solitarias y salvajes, era yo un proscrito, una víctima de las pasiones políticas, e iba tal vez en pos de la muerte, que los partidarios en la guerra civil tan fácilmente decretan contra sus enemigos.
Felipe II había amenazado con pena de muerte y confiscación de bienes al que publicase libros extranjeros o circulase los manuscritos, sus sucesores prohibieron a los españoles escribir sobre materias políticas.
Las revoluciones políticas han puesto a España en contacto con Europa.
Ellos compilan las leyes, ellos ungen con el óleo santo la cabeza de los monarcas, ellos improvisan rey a Wamba, conspiran contra la vida de Égica, y los concilios reunidos en la basílica de Santa Leocadia son asambleas políticas, en las que la mitra está sobre el trono y la corona del rey a los pies del prelado.
¿Sus convicciones políticas? Me pasma lo que le oigo decir.
Doña Luz tenía resuelto no ir a Madrid mientras pudiera no ir: quedarse en Villafría viviendo en su casa solariega, tener allí su centro, su cuartel general, su nido, cuidar desde allí de sus bienes e irlos mejorando y aumentando, ahogar en su alma toda propensión celosa, y, no ya consentir, sino impulsar a su marido a que fuese él solo a la capital, a brillar en el Congreso de Diputados, en las luchas políticas y en los negocios militares.
—Unas la acompañan a la mesa, otras a tomar café mientras es hora del teatro, otras pasan allí la , cuando no hay funcion en el teatro Real, otras van a pedirle té después de la ópera, otras juegan al tresillo de diez a doce, y otras se presentan allí de media noche para abajo, ganosas de contar o de saber las noticias políticas de última hora.
Iba a seguir espetando el relato de sus cuitas políticas, pero Jacinta no le hizo caso.
La mayor parte de sus empresas políticas eran soñadas, y sólo las creían ya poquísimos oyentes, entre los cuales Ido del Sagrario era el de mayores tragaderas.
Y así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo.

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