Ejemplos con pluma

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sobre la oreja diestra, larga pluma de ave, color toronja, la bocamanga izquierda, revestida con una especie de malla o red de negras rayas, que no eran sino las huellas y rasgos de haber limpiado allí los puntos de la pluma.
Que habló largamente de la boda de la hermosa Julieta de los Peñascales con nuestro compañero el distinguido escritor y diplomático don Arturo Marañas , no hay para qué decirlo, porque se supone fácilmente, pero, ¡ay!, a don Simón no le pasó de las narices aquel incienso: conservaba mucho más adentro el recuerdo martirizador de la palabra , con que le había calificado el mismo que quizá redactaba aquellos lisonjeros párrafos, y sabía de memoria los que había dedicado la misma pluma a su desastre parlamentario.
¿No ve usted que a los gobiernos como los de España no les conviene en el Parlamento hombres como yo? Ahora me ofrecieron un distrito, pero era con el fin de hacerme olvidar, ¡mentecatos!, el desaire de la embajada, y especialmente para atar mis manos en la prensa: pues ya saben ellos que tienen cada día la existencia pendiente de mi pluma.
Terciaron en la porfía, auxiliando a don Celso, sus cinco camaradas, y al cabo lograron reducir a don Simón, en el instante en que ponía Cuarterola sobre la mesa un tintero de cuerno con pluma de ave, y medio pliego de papel con lamparones de aceite.
Es de advertir que éste era la persona más notable del pueblo, no solamente por su condición de comerciante, de hombre de pluma y de campanudo consejo, sino por estar agarrado a buenas aldabas, o séase por privar con gente de mucha.
Simón Cerojo, que acababa de recibir su licencia de soldado, que sabía un poco de pluma y había corrido media España con su regimiento, de cuyo coronel fue asistente cinco años, y era, además, un mocetón fresco y rollizo, se creyó con todas las condiciones exigidas por la vanidosa muchacha, y se atrevió a pretenderla, no sin llevar encima, por memorial y a mayor abundamiento, en su primera visita, un reloj de cinco duros y alguna de la ropa que, como prenda de una buena estimación y una fina amistad , le había regalado su coronel al despedirle.
Temíamos, finalmente, que el carácter en gran manera prosaico de las escenas políticas, que son la mayor parte del libro, hubiese influído en detrimento de su valor estético, y esto lo temía yo más que nadie, viendo correr con tibieza y desaliento la pluma del autor por las descripciones de un club o de una redacción de periódico, como si le aquejase la nostalgia de sus montes y de sus marinas.
Si tiró la espada para coger la pluma, fué por la voluntad de los inmortales, y no por despreciarte, como tal vez te lo has imaginado en tu loco desvarío.
¿Y no tienen ustedes ninguna pluma de las alas de san Miguel?.
Sin abandonar su asiento, los jueces juntaban sus cabezas como cabras juguetonas, cuchicheaban sordamente algunos segundos, y el más viejo, con voz reposada y solemne, pronunciaba la sentencia, marcando las multas en libras y sueldos, como si la moneda no hubiese sufrido ninguna transformación y aún fuese a pasar por el centro de la plaza el majestuoso Justicia, gobernador popular de la Valencia antigua, con su gramalla roja y su escolta de ballesteros de la Pluma.
La multitud agolpábase ante los altares para oír mejor a los actores, granujillas del barrio, roncos de tanto vocear los versos, orondos en sus trajes de ropería, orgullosos de lucir el bonete con pluma y tirar de la espada cuando lo requería el , y era de ver la atención con que escuchaba la predicación de San Vicente, representado siempre por un muchacho paliducho, pedante y melancólico, y las carcajadas con que celebraba las majaderías del motilón, personaje bufo que pasaba el tiempo tragando pan, sorbiendo rapé, sonándose las narices en un pañuelo como una sábana y agujereado como una criba, y diciendo estupideces subidas de color, todo para mayor edificación de los devotos del santo.
Me he gastado una barbaridad de dinero: lo menos doce duros, pero tengo un palomar en el que se criarían perfectamente todos los animales de pluma que entran en la plaza Redonda durante medio año.
Oí que preguntaban por mí, dejé la pluma, me restregué los ojos y salí al corredor.
¡Vaya! Dejó la pluma por la reata.
Tiré la pluma, crucé los brazos sobre la mesa, y me puse a pensar, desalentado y triste, en la partida de la joven.
Son las once de la noche, estoy solita en mi pieza, y con lápiz, porque olvidé traer el tintero y la pluma, te escribo estas lineas, muy de prisa, tan de prisa que no sé cuántos disparates estoy poniendo.
Pues entonces,prorrumpió Luisa,deje la pluma y charlemos un rato.
A media noche dejé la pluma, y leí, y releí mi carta: seis pliegos escritos por las cuatro carillas.
Tía Pepa, siempre tan parladora, enmudeció como los pajarillos del corredor, silenciosos y tristes a la sazón por el cambio de pluma, la enferma nos parecía más abatida que de ordinario, y Angelina salía y entraba, arreglando los equipajes, mustia y cabizbaja.
Solís, y, qué más, hasta puso en manos del pomposísimo la pluma gloriosa del apologista.
Mi hombre se compuso las gafas, y con las manos atrás, ocultas bajo los faldones de la pringosa levita, principió a pasearse, mientras yo, con el papel delante y lista la pluma, me disponía a escribir.
Tomé la pluma y escribí: Si el señor Licenciado Castro Pérez se digna recibirme en su casa, procuraré servirle con toda fidelidad.
No le olvido ni le olvidaré, quizás porque de niño le escribí tantas veces, a todas horas, en todas partes, en los libros, en los cuadernos, en cualquier papel que tenía yo cerca, cuando en mis manos había un lápiz o una pluma.
Allá te va esa novela, lector amigo, allá te van esas páginas desaliñadas o incoloras, escritas de prisa, sin que ni primores de lenguaje ni gramaticales escrúpulos hayan detenido la pluma del autor.
El uno era , el otro , y el tercero hacía a pelo y a pluma.
¡Pero vivir siempre con este chico tan feo como es! Me da por el hombro, y yo le levanto como una pluma.
Le levantó como una pluma y le lanzó violentamente donde antes había caído.
Esta época fue su funesta, y vivió míseramente de la pluma, preguntando todos los días a la conclusión del artículo: ¿qué hará la Rusia? y respondiéndose con la más deliciosa buena fe: no lo sabemos.
Federico Ruiz iba por allí muy a menudo, y como era hombre tan comunicativo, metía baza con los curas, de lo que resultó que estos se familiarizaran por una banda con la gente de pluma, y por otra con los amigos de Rubín y Feijoo.

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