Ejemplos con plantas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los laureles crecían rectos hasta llegar a las barandillas del claustro alto, los cipreses agitaban sus copas como si quisieran escalar los tejados, las plantas trepadoras se enredaban en las verjas del claustro formando tupidas celosías de verdura, y la hiedra tapizaba el cenador central, rematado por una montera de negra pizarra con cruz de hierro enmohecido.
Sus pies se enredaban en las plantas silvestres que la fecunda Naturaleza hacía crecer en las junturas de los sillares.
Pensaría como todos, o más bien, no pensaría: vegetaría, hasta que llegase su última hora, como las plantas del jardín o los hongos de los contrafuertes del claustro.
Diez años de abandono habían endurecido la tierra, haciendo brotar de sus olvidadas entrañas todas las plantas parásitas, todos los abrojos que Dios ha criado para castigo del labrador.
Únicamente a alguna distancia le pareció que las plantas ondulaban en la obscuridad, como si un cuerpo se arrastrase entre ellas.
Las plantas parásitas, los abrojos, comenzaron a surgir de la tierra maldita que el tío había pateado y herido con su hoz la última noche, como presintiendo que por culpa de ella moriría en presidio.
Como un jabalí furioso se entró por los campos, pisoteando las plantas, saltando las arterias regadoras, tronchando cañares.
¡Adiós amorosas platicas! ¡Adiós gratas lecturas! Las plantas que los dos hemos sembrado prosperarán, se cubrirán de follaje, se llenarán de flores.
Las plantas que Angelina y yo habíamos sembrado prosperaban a maravilla, los rosales recobraban su lozano follaje, las violetas macollaban que era una gloria, y el cuadro de no me olvides parecía una alfombra de felpa.
No la veríamos más en aquel patio ni en aquellos corredores, ni cuidaría de los pajarillos y de las plantas.
El amor que Angelina me inspiraba no era ese que nos promete dichas y venturas, lisonjeando nuestra vanidad, halagando nuestro orgullo, y despertando risueñas esperanzas, ni ese otro abrasador, apasionado, que nos encadena a las plantas de soberbia beldad, sumisos a su capricho, esclavos de su hermosura, desesperados si nos desdeña, locos de felicidad si nos favorece con una sonrisa.
La doncella y yo regábamos las plantas, y luego nos instalábamos al pie del naranjo.
Las plantas del jardincillo se balanceaban rumorosas.
El piano, la mesa de dibujo, los periódicos que Gabriela leía y las plantas que ella cultivaba me hablaban de la joven, y a solas, en la sala, me complacía yo en recordar sus palabras, cerrar los ojos para fijar en mi mente la imagen de la niña.
Cantaban las ranas con una monotonía desesperante, reflejábanse las temblorosas estrellas en el fondo de las charcas, en el inmediato estanque conmovíanse con estremecimientos voluptuosos las plantas verdosas que extendían sus palmitos a flor de agua, y a lo lejos, como un eco, sonaban los ladridos de los perros del arrabal.

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