Ejemplos con placidez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Transcurrido un mes en la más total placidez, el Gran Lama del monasterio hace llamar a Conway, un privilegio que no había sido otorgado a ningún extranjero antes y éste le cuenta la historia del monasterio.
Con la agreste vegetación que oculta el campo que estuvo ocupado por los ilots contrasta la placidez del gran cementerio judío costeado y exquisitamente cuidado por las ciudades alemanas de las que eran habitantes los judíos alemanes deportados.
La Virgen María extiende su mano hacia el rey Melchor, que ofrece oro al niño, transmitiendo serenidad y placidez con su mirada y su gesto, mientras, con la otra mano, mantiene al niño ligeramente erguido, mientras mira al primero de los magos.
Era una situación de extraordinaria placidez.
El trío se desarrolla con calma y placidez en modo mayor, usando una melodía con progesiones ascendentes en intervalos de tercera, arpegios de dominante y escala pentatónica.
Mimada y socorrida, hermoseada por la limpieza y el esmero, con el cabello alisado sobre las sienes y el alma aquietada, la niña de Luzmela cerró los ojos en la placidez de un sueño leve, incompleto, que no la desligaba de la realidad y la permitía memorar los suplicios de sus cinco años de esclavitud al través de la sonrisa de su libertad.
¿Qué hacía allí, como un Robinsón, que ni siquiera podía disfrutar la placidez de la soledad? Valls, oportuno como siempre, le libraba del peligro.
Se hallaba en un período de gran actividad intelectual: la placidez y amenidad del sitio, la paz del hogar, la tranquilidad de sus nervios invitábanle al trabajo.
Por eso yo no leí , sino que le sentí, y por eso ahora no le juzgo, sino que traslado al papel la impresión de placidez y de bienestar que me causó, sin ponerle peros, porque, a mi entender, no los tienen ni aquel paisaje ni aquellas gentes.
No le sacaca de su placidez bendita ni su mujer, que era un basilisco.
Toda esta serenidad, toda esta placidez se cambia en agitación y en violencia cerca de la costa, junto al acantilado del Izarra, con sus lajas pizarrosas, negras, hendidas, y sus rocas diseminadas como monstruos marinos entre las aguas.
La diferencia de temperatura del exterior al interior del coche, empañaba con un velo de tul gris la superficie del vidrio, y el viajero, cansado quizá de fundirlo con su hálito, se dedicó nuevamente a considerara la dormida, y cediendo a involuntario sentimiento, que a él mismo le parecía ridículo, a medida que transcurrían las horas perezosas de la noche, iba impacientándole más y más, hasta casi sacarle de quicio, la regalada placidez de aquel sueño insolente, y deseaba, a pesar suyo, que la viajera se despertara, siquiera fuese tan sólo por oír algo que orientase su curiosidad.
Sintió Ulises la placidez amistosa que inspiran los paisajes contemplados en la infancia.
Al desembarcar había estado dos horas en un café de Boulogne, contemplando cómo las familias burguesas pasaban la velada en la monótona placidez de una vida sin peligros.
Estos sacos estaban cubiertos por una capa de humus de la que brotaban hierbas, dando al lomo de la trinchera una placidez verde y pastoril.
La completa placidez de su temperamento vedaba todo extremo de entusiasmo a su alma: algo había en aquella niña del reposo olímpico de las griegas deidades, ni lo terrenal ni lo divino agitaban la serena superficie del ánimo.
Ayestarain, que nos había dejado un instante, salió muy satisfecho del estado de la enferma, descansaba con una placidez desconocida aún.
Doña Cristina, temiendo que la polémica acabase por turbar la placidez de la comida, intervino, preguntando a Aresti por sus amigos de Gallarta.
El cariño a su Luis, a quien veía de tarde en tarde, y la placidez de una buena digestión, inclinábanle a las confidencias, y miraba a Aresti con ojos bondadosos é interrogantes, como si sólo esperase una indicación suya para romper a hablar.
Su impotencia para ser útil al hermano y que el sacrificio de éste resultase menos costoso era lo que apenaba a Gabriel, turbando la monótona placidez de su existencia.
La placidez de espíritu que le proporcionaba la tranquilidad del jardín desaparecía al recordar a sus hostiles subordinados.
El retrato del , cuya armadura, banda y rostro recuerdan , obra principal del , es el cuadro donde esta influencia se ve más clara, pero en lo sucesivo esos grises persisten en los lienzos de Velázquez como un elemento nuevo ya para dar energía y realce a los negros, ya para quitarles dureza y pesadez, y siempre para imprimir a la tonalidad general un sello de placidez y elegancia incomparable.
En estado normal era una de esas beldades serenas, de aspecto castísimo, en cuya contemplación se deleita el alma, y luego, cuando menos podía esperarse, aquella placidez y decoro dejaban el puesto a una sonrisa picaresca, hija de una sensualidad mimosa y dulce, natural y espontánea, que le resplandecía en los ojos abrillantándole las miradas, o parecía florecer en la humedad rojiza de los labios.
¡Misterio incomprensible! Las reminiscencias de don Juan no eran castas, y, sin embargo, al desvanecerse y borrarse le dejaban en el alma cierta serena placidez, semejantes al humo que cuando se alza de la tierra es vapor sucio, y que a veces acaba por parecer en el espacio nube resplandeciente y limpia.
Era como el tinte de placidez que toma la cara del buen burgués al penetrar en el hogar doméstico.
Entrole entonces una de aquellas rabietinas que de tarde en tarde turbaban la placidez de su alma, y sus ojos, iluminados por aquel rencorcillo, querían interpretar en el rostro inocente del niño las aborrecidas y culpables bellezas de la madre.
En la clase misma, que por la placidez del local y la monotonía de la lección convidaba a la somnolencia, se ponía a jugar con la fantasía y a provocar y encender la ilusión.
Las mantenedoras de este torneo eran Rita y Manolita, las dos mayores, en cuanto a Nucha y Carmen, se encerraban en los términos de una cordialidad mesurada, presenciando y riendo las bromas, pero sin tomar parte activa en ellas, con la diferencia de que en el rostro de Carmen, la más joven, se notaba una melancolía perenne, una preocupación dominante, y en el de Nucha se advertía tan sólo gravedad natural, no exenta de placidez.
Y así pasa el tiempo, uniformemente, sin dichas ni amarguras, y la placidez de la naturaleza penetra en el alma de Julián, y se acostumbra a vivir como los paisanos, pendiente de la cosecha, deseando la lluvia o el buen tiempo como el mayor beneficio que Dios puede otorgar al hombre, calentándose en el , diciendo misa muy temprano y acostándose antes de encender luz, conociendo por las estrellas si se prepara agua o sol, recogiendo castaña y patata, entrando en el ritmo acompasado, narcótico y perenne de la vida agrícola, tan inflexible como la vuelta de las golondrinas en primavera y el girar eterno de nuestro globo, describiendo la misma elipse, al través del espacio.
Es una , de tamaño natural, pintada por el , y, sin embargo, dulce, suave, tierna, ideal, rodeada de ángeles de rostro inocente, y anegada, por decirlo así, en la placidez de la divina gracia.

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