Ejemplos con pestilencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

no ay dubda sino que los polvos deste cuerno, o la limadura dél, así para preservar como para curar la pestilencia sean provechosos.
Nurgle: Dios de las descomposición, la pudredumbre y la pestilencia, simboliza los males del mundo y sus seguidores muestran enfermedad y deformidades, pero sin embargo, se cuentan entre los guerreros más resistentes.
Durante su segundo consulado, Roma fue asolada por una grave pestilencia, que no sólo no permitío que los romanos pudieran marchar a desvastar el territorio enemigo, sino que no pudieron ofrecer resistencia a los ejércitos de Fidenas y Veyes, quienes avanzaron casi hasta la Puerta Collina.
La mujer que nunca ha conocido la polución de un simple pensamiento malo - ¡la mujer cuyo vientre virginal nunca ha sido cruzado por las sombras de un pensamiento de pecado! - ¡la mujer que respira pureza, inocencia y gracia, recibe a la mujer cuyo aliento es la pestilencia del infierno!.
No hay que olvidar que los integrantes de La Pestilencia continuaron activos en este periodo.
Cada día cientos de personas caían muertas a mitad de las calles por inanición y como no alcanzaban las fosas comunes, muchos se corompían a la intemperie dándole una aura de pestilencia e insalubridad a la ciudad.
Me apartaron como si fuera una pestilencia, olas de tristeza me arrastraban y me aplastaban con fuerzas multiplicadas, cada una con mayor dureza.
Libres de chinos, hubo que limpiar la bodega, que era una verdadera pestilencia.
Huye de los amigos malos y de toda la pestilencia de aquel pueblo corrupto.
Ha leído cuanto españoles y franceses escribieron de la monserga económica, y trastornado con tal pestilencia, como Don Quijote con la de los libros caballerescos, no ha parado hasta inficionar a Lucila.
me acuerdo también de , y hago voto de decirle algún día cuatro frescas si descubro que me engañó poniendo lacras y pestilencia sobre el invisible rostro de la hermosa.
¡Lo hace! ¿Piensas que por ser cura, y por invocar leyes divinas, que pierden en vuestros labios su grandeza, te asiste derecho a mantener en continua discordia una casa donde antes jamás se oía una frase más recia que otra? ¿Qué tienen que ver con esto las ideas modernas? ¿Ni qué hay de común entre vosotros, sectarios de una superstición infame, y la doctrina del Mártir que injuríais a cada paso? ¡Quemáis incienso en las iglesias, y propagáis por el mundo la pestilencia de vuestro egoísmo!.
Gorrina me has pringado la mano ¡Uy, qué pestilencia! ¿De dónde has sacado esta porquería?.
Yo deploro esta guerra, que va tomando proporciones alarmantes, pero reconozco que nuestros bravos campesinos no son responsables de ella, pues han sido provocados al cruento batallar por la audacia del Gobierno, por la desmoralización de sus sacrílegos delegados, por la saña sistemática con que los representantes del Estado atacan lo más venerando que existe en la conciencia de los pueblos, la fe religiosa y el acrisolado españolismo, que por fortuna se conservan en lugares no infestados aún de la asoladora pestilencia.
Respiró con estas razones Teodosia, detuvo los espíritus que poco a poco la iban dejando, estimulados y apretados de la rabiosa pestilencia de los celos, que a mas andar se le iban entrando por los huesos y médulas, para tomar entera posesion de su paciencia, mas no la dejó tan libre, que no volviese a escuchar con sobresalto lo que Leocadia prosiguió, diciendo:.
El cual por mil señales conoció cómo su amigo venia herido de la amorosa pestilencia, pero no le quiso decir nada por entónces, hasta ver si lo merecia la causa de quien nacian las estraordinarias alabanzas y grandes hipérboles con que la belleza de Costanza sobre los mismos cielos levantaba.
Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta, porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.
Y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia, porque su afabilidad y hermosura atrae los corazones de los que la tratan a servirla y a amarla, pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse, y así, no saben qué decirle, sino llamarla a voces cruel y desagradecida, con otros títulos a éste semejantes, que bien la calidad de su condición manifiestan.
Pero si el tabernero negaba la gravedad de los sucesos, y el alcalde se ponía de parte de los jugadores, y los pocos de sus tertulianos, que por casualidad habían presenciado alguna noche la partida, no cesaban de lamentarse del mal ejemplo que en la taberna se estaba dando, ¿qué había de hacer el buen Pérez de la Llosía? Lamentarse también de lo que pasaba y no decir a nadie la mitad de lo que su ojo sutil veía en la trama de aquella casualidad, en lo presente, y columbraba en lo porvenir, si el mal adquiría desarrollo, o no se ahogaba en su misma pestilencia.
De manera que los templarios españoles, algo más respetados y un poco menos aborrecidos que los de otros países, no por eso dejaban de ser objeto de la envidia y codicia para los grandes y de aversión para los pequeños, perdiendo sus fuerzas y prestigio en medio de la especie de pestilencia moral que consumía sus entrañas.
que la Naturaleza es un libro abierto y que en ese libro no se aprende con ínfulas ni con desprecio: le recordamos que la alquimia de la Naturaleza es mucho más poderosa que la química que emplea el hombre, le recordamos que el tallo de una flor por obra y gracia de la alquimia transforma la fetidez del lodo en el perfume de su flor, que de la suciedad del pantano sale la flor esplendorosa del loto, que de la podredumbre de la simiente sale el tallo del fruto que nos da alimento, que de los pastos y basuras con que se alimenta el ganado sale la leche y la carne con los cuales se alimenta el género humano, y le recordamos que antes de inspirarle compasión se compadezca mas bien de su propio cuerpo que exhala pestilencia, porque no tiene decencia y, si la conoce, no la practica, y que todavía está puerco internamente porque no sabe hacer lo que hace el tallo de una flor.
- ¡O Dios! No ay pestilencia más eficaz, que'l enemigo de casa para empecer.
¡O! ¡Intolerable pestilencia e mortal te consuma, rixoso, embidioso, maldito! ¿Toda esta es la amistad, que con Celestina e comigo hauías concertado? ¡Vete de aquí a la mala ventura!.
cátedra de pestilencia.
::¡Nunca la esencia de rosas con que se humedece la piel, apagará la pestilencia de sus pedos silenciosos!.
El gusto de lo falso y lo hinchado es pestilencia tan sutil, que penetra por cualquier resquicio, y al descuido más leve, hasta en las estancias más resguardadas y salubres.
si por ella pasa la pestilencia de las disensiones.
Entre ellos nacerá tan grande pestilencia.
Llevando la infección, no fe y pestilencia.
Estaba el renegado Beza, maestro de Ginebra, leyendo sentado en cátreda de pestilencia.

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