Ejemplos con persiguieran

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Duval inicialmente odiaba a Sanji debido a que se parecía al dibujo en el cartel de búsqueda del cocinero, lo que había originado que los marinos y cazarrecompensas lo persiguieran.
Esto causó que marinos y cazarrecompensas lo confundieran con Sanji y lo persiguieran, obligando a Duval a usar una máscara y haciéndolo jurar vengarse de Sanji.
Según Ghamdi, el principal ejemplo que muestra el Corán es Mahoma mismo, que después de conquistar la Meca y dar los politeístas árabes un plazo de cuatro meses, pidió a sus seguidores que les persiguieran y mataran hasta que abrazasen el Islam.
Huí más rápidamente, aterrado, como si me persiguieran demonios, y me vi envuelto entre soldados.
Un hombre salió de la trastienda con paso acelerado, como si le persiguieran.
—Sabíase, por ejemplo, que Manuel Venegas entró al fin en su casa la noche anterior, cerca ya de la madrugada, con el caballo jadeando, destrozada la ropa y sin sombrero, cual si volviese de un espantoso combate: que este combate debió de ser consigo mismo, pues muchos regadores lo habian visto galopar sin rumbo cierto por los sembrados de la vega y por remotos olivares y viñas, como si lo persiguieran invisibles fantasmas: que habia hablado con algunos guardas de campo, y dádoles mucho dinero cuando se le quejaban de los destrozos que hacía, oyendo, en cambio, de boca de aquellas gentes, toda la historia de lo ocurrido en la Ciudad durante su ausencia: que, tan luégo como dejó el caballo, salió otra vez a la calle, a pié, embozado en una larga manta, y se dirigió al barrio de San Gil, donde el sereno lo vió pasearse delante de la cerrada vivienda de Antonio Arregui, y áun llamar a la puerta.
Nuestro único recurso era minar el reducto para volarlo en el momento en que entraran en él los franceses, y destruir también el puente para impedir que nos persiguieran.
Se oyó un estrépito formidable, y no quedó nada, lo que se llama nada, sobre la mesa, porque los cinco palos fueron a estrellarse en la cara de Maravillas, la bola de Leto saltó tras ellos, con diferente rumbo por suerte de Tinito el sabio, y las otras dos, por haber chocado la del Ayudante con el mingo que estaba en cabaña, desaparecieron en las troneras, después de rebotar unos instantes de baranda en baranda, como si las persiguieran centellas.
Abrevié la despedida cuanto pude, condensando mis expresiones de cordial agradecimiento hasta la avaricia, por temor a los lujos verbosos de la hermana de Neluco, que en lo más nimio hallaban causa para desbordarse, cabalgué de prisa deslizando en la mano del chicuelo que me tenía el estribo una moneda de plata sin que lo viera su madre, dádiva que le llenó de asombro y de zozobra hasta enrojecerle la cara y dejarle tambaleándose, por lo que le costó mucho trabajo abrirme la portalada, y en cuanto la vi de par en par, pagué con una sonrisa y una sombrerada los últimos ofrecimientos de la inagotable matrona, salí a la brañuca de afuera oyendo las despedidas de adentro «hasta la tarde», piqué sin compasión al jamelgo, y tomé el camino río abajo como si me persiguieran lobos de rabia.
¡Cómo pensar que nos apalearan, nos persiguieran, nos mutilaran.
dolíase de que las plagas me persiguieran, de que las fiebres me.
Luego su vista, azorada y trémula, giró en rededor como si le persiguieran: quiso huir, pero sus piernas flaquearon, obligándole a permanecer como enclavado en aquel punto.
Huí más rápidamente, aterrado, como si me persiguieran demonios, y me vi envuelto entre soldados.
A regañadientes, como a lobos que le persiguieran, el Estado les arroja jornadas breves, salarios más altos, pensiones, indemnizaciones, y los lobos tragan esos pedazos de carne fresca, y corren con doble vigor, y avanzan y se echan encima.
No oyó nada por ningún lado, y huyó como si lo persiguieran.
Y desapareció la tropa, como si la persiguieran lobos.
No duró mucho el escándalo, porque el ruido de una ventana que se entreabrió en el piso alto de la casa, bastó para que la turba se desbandara como si la persiguieran a tiros.
Pero mi heroica resolución sólo contribuyó a que me persiguieran más y más los odios populares, los cuales, al fin, me estropearon un ojo y me rasgaron el faldón de la tuina.

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