Ejemplos con peroratas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Termina Ellmann su prólogo a la edición de las cartas: La mezcla de cualidades como el orgullo y la quejumbre, los destellos de sinceridad en medio de peroratas de reticencia sinuosa o confesiones fuera de lugar, confieren a sus parcos autorretratos de estas cartas un interés muy diferente del que encontramos en las adaptaciones matizadas de Henry James o en la elocuencia sin restricciones de D.
Pues esto se lo suplía Segismundo redactándole las peroratas.
No ha existido mozo de café que en tan alto grado poseyera el don de las peroratas hinchadas y burlescas para divertir a los parroquianos.
El buen señor terminaba todas sus peroratas, como todos sus rezos, con la devota exclamación de ¡Soldados, soldados!.
Aunque Lucila llamaba disparates a las huecas declamaciones del joven de la trompa, y se burlaba de él por disimular su devoción de las cosas guerreras, se alegraba de verle entrar, y no perdía sílaba de sus peroratas, exuberantes de elocuencia y de histórica poesía.
Dentro y fuera de las Cortes echó breves peroratas con menor ahuecación de voz que la comúnmente usada por él frente al pueblo, y terminaba con vivas a la Libertad y a la Independencia nacional.
Poseía el don de la palabra, una como elocuencia embrionaria, picaresca, revoltosa, imitaba las voces y estilos de los profesores, y repetía cláusulas y peroratas ajenas, añadiendo de su cosecha mil graciosos disparates.
Bueno: pues mientras cenaban Echaide y los suyos en casa de los primos con cierto aparato de limpieza y mejor comida que de costumbre, disfrutando de tenedores y hasta de mantel, se lanzó Videchigorra, que tal era el nombre del sacristán, a unas pomposas peroratas que, con ser enteramente hueras, no cuadraban a la rusticidad de su auditorio.
Butrón bufaba, Pulido gemía, Jacobo echaba ajos, y entre peroratas enérgicas, amargos reproches, violentas reclamaciones y planes de campaña propuestos para derrocar aquel Gobierno que les había estafado, pasáronse algunos días, hasta que desembarazado algún tanto el ministerio-regencia con la llegada del joven monarca, pudo al fin dar vuelta a la llave de la despensa, y enarbolando la rama de sustanciosos dátiles, que ha venido a sustituir a la de olivo, antiguo símbolo de la paz, comenzó a distribuir puestos, honores y destinos entre sus diversos paniaguados, tocándole a Butrón una plenipotenciaría de primer orden.
La formidable clase media que hoy es el poder omnímodo que todo lo hace y deshace, llamándose política, magistratura, administración, ciencia, ejército, nació en Cádiz entre el estruendo de las bombas francesas y las peroratas de un congreso híbrido, inocente, extranjerizado si se quiere, pero que había brotado como un sentimiento o como un instinto ciego e incontrastable del espíritu nacional.
Si abusa usted de la benignidad con que se le toleran sus peroratas en atención al estado de su cabeza, nos veremos obligados a retirarle las licencias.
¡Y qué discursos los suyos! Es esa una empolladura de oradores que, si no me engaño, ha de dar a España más peroratas que garbanzos dará Castilla.
Todas sus peroratas sobre este tema de la vanidad concluían diciendo: Ya, ya vendrán tiempos de justicia, sí, ya vendrán.
El buen señor terminaba todas sus peroratas, como todos sus rezos, con la devota exclamación de «¡Soldados, soldados!».
Pasábanse las horas de la tarde echando peroratas, y mientras el uno hacía de orador, el otro hacía de presidente y de público.
Aunque Lucila llamaba disparates a las huecas declamaciones del joven de la trompa, y se burlaba de él por disimular su devoción de las cosas guerreras, se alegraba de verle entrar, y no perdía sílaba de sus peroratas, exuberantes de elocuencia y de histórica poesía.
No obstante, a pesar de sus rabietas, luego viene consumida en llanto a darle disculpas a mamá y a papá y se termina el contratiempo con peroratas y arrepentimientos de ambas partes.
Dentro y fuera de las Cortes echó breves peroratas con menor ahuecación de voz que la comúnmente usada por él frente al pueblo, y terminaba con vivas a la Libertad y a la Independencia nacional.
Don Teodomiro, con sonrisa benévola, no cesaba de asentir a estas peroratas, y andaba don Venancio, a fuer de correcto padrino, pendiente incesantemente de la hermosa madrina, para servirla y agasajarla.
cansado el país de peroratas demagógicas y falsas.

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