Ejemplos con pensó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Padre Alesón pensó: Si me dedico ahora a trabajos lingüísticos y hermenéuticos, no acabo nunca.
Lo verán desde la cazuela, y sin sacarle punta a la función, pensó don Restituto.
Pensó: A ver si este pobre hombre posee más sindéresis de lo que yo sospechaba.
¿Qué tripa se le habrá roto a esta vieja vestal? pensó Apolonio.
Nadie pensó que Belarmino pudiese reconocer su propia voz, porque, efectivamente, en aquel aparato todavía rudimentario, bien que se distinguiese con claridad las palabras, todas las voces sonaban con el mismo timbre homogéneo y ronquecino.
La voz pertenecía a un estudiante de veterinaria, pero Apolonio, sonriendo por dentro con fruición, pensó: Eres Belarmino, el reptil.
Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase mediaclase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá, la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación, torbellino de átomos insensatos e incoherentes, época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio, época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.
En este arsenal de pretensiones pensó siempre inspirarse, para su discurso, nuestro diputado: con doble motivo había de pensarlo desde que el suelto del periódico le comprometía a hablar de asuntos de interés para su provincia.
Él pensó ser también de los que huían.
Hubo momentos en que pensó abandonar el jardín, marchando al Maestrazgo o a las provincias del Norte en busca de los leales que defendían los derechos de Carlos V y la vuelta a los antiguos tiempos.
Pensó en su hermano, el único afecto que le restaba en el mundo.
Además, pensó en que sería este sacrificio digno de la generosidad que con él tenía su hermano.
Y pensó largo rato en el milagro, invención de todas las religiones, y tan antiguo como la ignorancia y la credulidad humanas.
Resbalaban los dos en el blanducho suelo, sin poder agarrarse a las cañas por no soltar la escopeta, arremolinábase el agua, batida por la furiosa carrera, y Batiste, que cayó de rodillas varias veces, sólo pensó en estirar los brazos para mantener su arma fuera de la superficie, salvando el tiro de reserva.
Pensó en la felicidad de dejar allí mismo, junto a un ribazo, aquel corpachón cuyo sostenimiento tanto le costaba, y agarrado a la almita de su hijo, de aquel inocente, volar, volar como los bienaventurados que él había visto conducidos por ángeles en los cuadros de las iglesias.
Batiste pensó en su pequeño, en el pobre , que ya habría muerto.
Y en esto pensó mientras su mujer arreglaba la cena.
Allí, por un extraño capricho de su imaginación, pensó en los negocios.
Pasó por el lugar donde había encontrado el fúnebre cortejo, y no pensó ya en aquel ataúd blanco que le obsesionaba con la más amarga de las seducciones.
Pensó que era preciso avisar al señor Cuadros, tal vez él como hombre experto en los negocios, encontraría el medio de salir a flote.
Setenta mil duros aproximadamente heredaron en dinero, géneros e inmuebles cada uno de los hijos del , y mientras el primogénito se quedó con la casa solariega, contento con su posición y dispuesto a aumentar lo heredado, doña Manuela, al verse rica, sólo pensó en salir de su estado de tendera.
Ya dentro de la Iglesia, pensó que lo del Manifiesto era un lujo desmedido y por lo mismo quizá irreverente.
Se pensó en retirarlos, porque ya estaban los pobres un poco tronados, pero Barbarita se opuso, porque dejar de verlos allí haciendo juego con la fisonomía lela y honrada del Sr.
Pensó no ver nada y vio algo que de pronto le impresionó, una mujer bonita, joven, alta Parecía estar en acecho, movida de una curiosidad semejante a la de Santa Cruz, deseando saber quién demonios subía a tales horas por aquella endiablada escalera.
Y Juanito pensó: Tú sales para que te vea el pie.
No se le hacía cuesta arriba la disciplina en el terreno espiritual, pero en el material sí, por lo cual no pensó nunca en afiliarse a ninguna de las órdenes religiosas más o menos severas que hay en el orbe católico.
Cuando salieron las dos damas, Santa Cruz pensó un ratito en su mujer, formulando un panegírico mental.
¡Qué rabia tengo! pensó Jacinta apretando sus bonitísimos dientes, por haberme ocultado una cosa tan grave ¡Tener un hijo y abandonarlo así! Se cegó, vio todo negro.
Aquel desconocido y misterioso, aquella hechura de su marido, sin que fuese, como debía, hechura suya también, era la verdadera culebra que se enroscaba en su interior ¿Pero qué culpa tiene el pobre niño? pensó después transformándose por la piedad.
Ahora sí que la hemos hecho buena pensó.

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Ariiba