Ejemplos con pegué

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tiene otros usos, principalmente en España, como por ejemplo cuando se dice de pegar a alguien Le pegué una hostia o también puede usarse como sorpresa o miedo, ¡hostia, no me digas!, hostia.
Así es que, después de cenar, me pegué a los faldones de mi padre, decidido a colarme en el salón, detrás de él.
¡Y vamos! que eso de casarse no sucede todos los días y es natural que trastorne un poco es cosa grave, muy grave, ya me lo avisó el Padre Urtazu, y así es que yo anoche no pegué ojo, y conté todas las horas, las medias y los cuartos que dio el cuco de la antesala a cada campanada que oía.
Ahí viene otro asesino ¡Las trae en la mano! ¡Viene echando víboras en el suelo! ¡Viene sacando víboras de la boca y las echa en el suelo contra mí! ¡Ah! pero ese no vivirá mucho ¡Le pegué! ¡Murió con todas las víboras! ¡Las arañas! ¡Ay! ¡Socorro!!.
Atormentado por la idea de mi entrevista con el Administrador de Rentas, no pegué los ojos en toda la noche.
Pues verá usted después de darle una bofetada que debió de oírse en Tetuán, le pegué un achuchón con la llave, y la descalabré después metí mano a las greñas.
Créame esto que le voy a decir Uno de los motivos porque le pegué fue el haber dicho eso, el haberme encajado la bola de que Jacinta era como nosotras Y dígame, ¿no merecía el morrazo que le di con la llave por afrentar a nuestra amiguita? ¿No lo merecía? Claro que sí.
Yo recogí los trozos uno a uno y los pegué perfectamente.
No sé lo que pasó por mí, me cegué y tiré a la Roja cuanto hallé a mi alcance, luego salté la valla y la pegué con toda mi fuerza con pies y manos.
Que fui y que pegué la hebra con la Paca y que he quedao en ir esta noche a hablar con Paca por la ventana de Lola la Pinturera.
Desaprendí las letras, pegué al Cartón, y cuando iba a entrarle al Juanito, me salí de casa de la Soplada, porque tiene un hijo muy malo, que me zurraba.
Anoche reñimos y le pegué.
-Yo no pegué los ojos en todo el viaje -dijo ella-.
Restregándome los ojos me incorporé, y viendo que ya no estaba a mi lado Mariclío, pegué la hebra con las compañeras que pedían palique.
Por la noche tuve un fuerte ataque y pegué muchos gritos, y no podían sujetarme.
Le pegué con tanta gana, que el hombre perdió el conocimiento, y marcado quedó para toda su vida.
Y Abu-Kir se puso muy serio, y exclamó: ¿Qué dices? ¿Acaso eras tú aquel hombre a quien pegué?.
Pero yo la rechacé y hasta le pegué, influido por mi borrachera.
Porque, aunque malo, siempre defendí al pobre, y nunca le pegué al caído, y cuando he visto a uno con hambre, me he quitado el pan de la boca.
La contestación a estas dos preguntas la leí estando ya en la cama, y no me dejó pegar los ojos en toda la noche, o si los pegué, fue para seguir viendo lo mismo que causara antes mi desvelo.
Las dos personas que acaban de estar conmigo, venían a pedirme una satisfacción en nombre del vizconde del Cierzo, esa satisfacción me la pedía el vizconde porque anoche le di dos bofetadas en casa de la condesa de Rocablanca, o negra, o verde, o como se llame, le pegué las dos bofetadas allí, porque le oí jactarse de merecer de Isabel más atenciones de las que a tu honra convienen, se jactaba de ello, porque Isabel lucía unos diamantes que le había regalado él aquel día, y, por último, fui yo a la reunión aquélla porque, después de sorprender por la mañana el regalo en tu propia casa, vi por la noche que Isabel le llevaba a la fiesta, lo cual era señal de que le aceptaba de buen grado, y quise ver en qué términos daba tu mujer a ese hombre las gracias que, por lo visto, le había prometido.
-Pos verá usté -continuó el Tano con acento plácido y zalamero-, como a mí me gusta lo güeno, como a usté, pongo por caso, y en el lao dizquierdo no manda naide, pos la verdá, ver a Lolilla y quearme medio perlático, to fue uno, y como es naturá, encomencé yo a dar paseítos en su calle, con las alas caías y arrastrando la cola, y viendo que ella ni pa Dios se adolesía de mí, y viendo que de la pena diba a perder jasta el cielo de la boca, pos jeché manos de mis méritos y una noche me pegué a su reja acompañao der Tabardillo, un gachó que toca la guitarra como los propios ángeles, y me arrimé a la reja, digo, y apenas er Tabardillo me dio la entrá, salí yo templándome, y na.
Yo, que pegué la oreja a la cerraura tan y mientras te daba mi bato la puntilla.
-¿Rosarito? Pos Rosarito, al ver salir al otro de estampía, rompió el trapo a reír como si fuese de aquel mó a ganar un salario, y yo me pegué a la ventana, y ná, hombre, ná, que la mu alma mía no me ha dejao venir jasta que ha conseguio que le prometa que no he de meterme en naíta en contra de sus quereles.
Por eso, por algo de eso le pegué a Fillol y a Gómez Turza, y por lo mismo le tengo gana a Pobladet.
, cuando, en lo mejor de la exploración, pegué un salto en el sillón giratorio y solté una exclamación sin forma, como se hace cuando se está solo.
¿No tiene cosas bien inexplicables la pícara condición humana? Pero luego se cambiaron las tornas y las pagué todas juntas, como decirse suele, porque apenas pegué los ojos en toda la noche, y eso que me había metido en la cama bastante descuidado por haber visto a mi tío en la suya durmiendo con la tranquilidad de un mozo.
¡Era el negro del acordeón! Al mismo tiempo que volteaba la pierna derecha, le pegué con la izquierda en el pecho un fuerte puntapié, le di contra el suelo y me tendí al galope.
Siempre andaba en parrandas, jugadas y peleas, pero nadie dirá que le pegué de atrás.
Le pegué una puñalada.

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