Ejemplos con parrafadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De ahí las interminables parrafadas de Trópico de Capricornio, entre la escritura automática de los primeros surrealistas y el fluir de la conciencia de James Joyce, o mal llamado monólogo interior.
Aunque muy velado y desmenuzado en minúsculas alusiones, que entreveraba y envolvía entre vanas parrafadas, vino a decirme que Angustias estaba locamente enamorada de mí y que no podía vivir sin mí.
Ayudábale yo a escribirlo, y no miento al decir que las parrafadas más libres y frenéticas eran de un servidor de ustedes.
Si se me piden parrafadas anónimas, dispuesto estoy a darlas, pero si me quieren afiliar públicamente al sagastismo, o como se le llame, no accederé nunca, aunque usted me ofrezca posiciones, destinos y jamón con chorreras.
Desde aquel día, me metí en el trajín electoral, y tuve la dicha de oír de los autorizados labios de don Nicolás, en las reuniones del teatrito de la calle de Las Aguas, parrafadas y apóstrofes tan tremendos como los que a mí me valieron poco menos que la excomunión de la Asamblea del partido.
El cantor de glorias no se enteró del trueco hasta muchos días después, cuando vio en un periódico las lindas parrafadas poéticas que dirigió al adorado hijo de la celtíbera.
Y escribíamos sobre el mismo tema político sendas parrafadas ampulosas, que nos leíamos buscando el aplauso, y éste fácilmente coronaba nuestras lucubraciones.
La institución moderna que con aquel nombre designaban los periódicos, escribiendo acerca de ello interminables parrafadas, continuaba nebulosa para las regias alumnas, porque el librito de Historia no decía nada de elecciones, ni de diputados que pedían la palabra, ni de la razón y objeto de aquel diluvio de retórica, no traía más que hazañas de caballeros, los hechos gloriosos de los reyes, guerras sin fin por pedazos gordos y a veces por piltrafas de reinos, y los casamientos de estos príncipes con aquellas princesas, de donde venían paces, cuando no guerras más encarnizadas.
Les encanta ser dominados en tropel, apretados unos con otros, sentir en las espaldas, al mismo tiempo que los demás, el latigazo de las parrafadas finales, perderse en la adoración común, vaciar su mente de toda serenidad, de toda crítica, a la música vulgar de los tribunos, estremecerse con el espasmo ajeno, impuesto por la carne próxima, abandonarse el pánico que aplaude.
La institución moderna que con aquel nombre designaban los periódicos, escribiendo acerca de ello interminables parrafadas, continuaba nebulosa para las regias alumnas, porque el librito de Historia no decía nada de elecciones, ni de diputados que pedían la palabra, ni de la razón y objeto de aquel diluvio de retórica, no traía más que hazañas de caballeros, los hechos gloriosos de los reyes, guerras sin fin por pedazos gordos y a veces por piltrafas de reinos, y los casamientos de estos príncipes con aquellas princesas, de donde venían paces, cuando no guerras más encarnizadas.
García Fajardo varió sutilmente de conversación, largándome estas parrafadas que me dejaron atónito:.
Esto pensé, y por lo que valiera aquí lo digo, entre dos parrafadas de la divina péñola forjada por los geniecillos que a su servicio tiene la Verdad.
Cualquier asunto sencillo le causaba hastío, sabía complicarlo todo, y cuando llegaba el momento de las explicaciones en los continuos conflictos de sus intrigas, prefería a los diálogos concisos, entrecortados, las grandes y numerosas parrafadas que se parecían a los versos de sus autores amados.
El cantor de glorias no se enteró del trueco hasta muchos días después, cuando vio en un periódico las lindas parrafadas poéticas que dirigió al adorado hijo de la celtíbera.
Hecho este ligero croquis del campo de mis hazañas, declaro que, para mantener mi absoluto dominio dentro de él, no contaba yo con otras fuerzas ni más caudal de saber que el fárrago de novelas y de toda clase de libracos que había engullido, y de cuya mala digestión conservaba en la memoria, juntamente con lo atrapado en periódicos, corrillos y cafés, montones de parrafadas retumbantes, tumultos de hueca palabrería, apotegmas lamentables que yo sabía zurcir en el aire tomando del almacén tres de aquí y una de allá, y algunos latinajos de calamo currente, muy usados en la prensa política, como ¿risum teneatis?, ¿quare causa?, donec eri felix.
Jamás se le ocurrían esas parrafadas agridulces que entretienen los escrúpulos de las devotas, ni esos apóstrofes tremendos que funden el hielo de las empedernidas conciencias.
En vano le llamé al orden y le rogué que continuase hablándome de la tertulia de Su Ilustrísima: le había tocado su cuerda más sensible, y, como siempre, se engolfó entre sus rancias memorias: no hallé medio de dirigirle una pregunta sin obtener por respuesta parrafadas como la anterior.

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