Ejemplos con pardos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La dorsal varia del violeta al rojo, así como la anal, ambas con tonos pardos.
Los valencianos habían fortificado la ciudad, la lucha fue casa por casa, los reductos más fuertes eran el cuartel de los milicianos pardos y el convento de San Francisco.
Llegaba a la zapatería el señor Novillo, con su empaque reservado, catadura sombría y venerable vientre de ídolo, la piel bronceada, barba y bigotes pardos, entrecanos en la raíz.
Era como la aurora cuando pinta de rosa los pardos montes, como el rayo del sol cuando rasga los crespones de un día brumoso.
Si cruzaba con su mujer algunas palabras malsonantes, si castigaba con más o menos severidad a sus hijos, si andaba apurado de dinero, si salía por la noche a picos pardos, si se le atragantaban las en medio de dicción, diciendo , en vez de recto y pacto, si comía con los dedos o se sonaba con ruido.
Saltaban en las sendas los pardos conejos, con su sonrisa marrullera, enseñando, al huir, las rosadas posaderas partidas por el rabo en forma de botón, y sobre los montones de rubio estiércol, el gallo, rodeado de sus cloqueantes odaliscas, lanzaba un grito de sultán celoso, con la pupila ardiente y las barbillas rojas de cólera.
Formaba su rostro el mismo óvalo perfecto, con la barba un poco saliente, los ojos pardos hermosísimos, el cabello castaño, encrespado en artísticos remolinos naturales sobre una frente ancha y nobilísima, que parecía hecha expresamente para ceñir los laureles de una corona.
En el centro del corro los enormes jaulones, donde aleteaban inquietos los pajarracos de la Albufera o los pardos palomos, estremeciéndose a cada descarga, temiendo que les tocase el turno de volar por entre la lluvia de plomo, y junto a ellos el héroe de la fiesta, el , un mocetón despechugado, al aire los bíceps de hércules, limpiándose el sudor, girando como una peonza, haciendo toda clase de muecas y voceando la frase sacramental ¡! antes de soltar las alas que oprimía entre sus manos ¡Allá va! Y aquello era una batalla.
La idea de que su hermano andaba de picos pardos regocijaba a Maxi porque ahora se verádecía, quién es más juicioso, quién cumple mejor las leyes de la moral.
El danzante de Juan no merecía tal joya, por ser muy dado a picos pardos.
Veréis: Es aquel dramita moral en que se recomienda el matrimonio y las buenas costumbres, como que allí resulta que todos los solteros somos unos pillos, y porque un joven se retira tarde y se gasta algún durete en picos pardos, me le llaman monstruo y el papá le maldice Hay una escena en que todos se desmayan, porque sale uno muy malo, que resulta ser un hombre dedicado a la ciencia, el cual dice con la mayor frescura que él no cree en Dios aunque le fusilen.
¡Se pasaba las noches en vela, sacando de su cabeza unas fábulas!, todo tocante a damas infieles, guapetonas, que se iban de picos pardos con unos duques muy adúlteros y los maridos trinando ¡Qué cosas inventaba! Y por la mañana las ponía en limpio en papel de marquilla con una letra que daba gusto verla.
En los Pardos de la Lage era, al contrario, axiomático que más vale asno vivo que doctor muerto.
Vivían entonces los Pardos en su casa solariega, no muy distante de la de Ulloa: al enviudar la madre de don Pedro, el mayorazgo de la Lage iba a casarse en Santiago con una señorita de distinción, trasladando sus reales al pueblo, y don Gabriel, el segundón, se vino a los Pazos de Ulloa, para acompañar a su hermana, según decía, y servirle de amparo, en realidad, afirmaban los maldicientes, para disfrutar a su talante las rentas del cuñado difunto.
Guardábanse en el desván mil cachivaches arrumbados que habían servido en otro tiempo a la pompa, aparato y esplendor de los Pardos de la Lage, y hoy tenían por compañeros al polvo y la polilla, por esperanza, la visita de muchachas bulliciosas, que de vez en cuando lo exploraban, a fin de desenterrar alguna presea de antaño, que reformaban según la moda actual.
El cielo está nublado, ciernen la claridad del sol pardos crespones cada vez más densos, los pinos, juntando sus copas, susurran de un modo penetrante, prolongado y cariñoso, las ráfagas del aire traen el olor sano de la resina y el aroma de miel de los retamares.

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